martes, 31 de enero de 2017

¿PARA QUÉ EDUCAR?

El debate sobre la enseñanza en España no se adentra en la cuestión fundamental: ¿para qué educar?.
La educación es mucho más que instrucción y aprendizaje de destrezas para el ejercicio de una profesión. La obsesión por reorientar la enseñanza desde los requerimientos del mercado laboral y el dominio de las nuevas tecnologías conlleva una amputación fortísima del derecho de aprender a cultivar todas las dimensiones del ser humano desde la infancia. Desgraciadamente se ha consolidado un modelo de enseñanza sin educación.
Lo que más necesitamos es encontrar un fin compartido que dé sentido a nuestra actividad en la Tierra. Las sabidurías ecológicas son fundamentales para aprender lo que otorga más humanidad: adquirir una conciencia moral, pensar sobre el sentido de la vida, conocerse a sí mismo, desarrollar el gusto estético, saber utilizar el tiempo para la realización personal y comunitaria, comprometerse en el cambio ecosocial, luchar para acabar con opresiones laborales que precarizan la vida. En definitiva, lograr el buen vivir frente al bien estar y realizar la transición del tener al ser propuesta por Erich Fromm.
Las escuelas y las familias, ¿no tienen nada que decir y hacer sobre estas cuestiones? Afortunadamente existen centros escolares que saben relacionar los grandes temas existenciales con la enseñanza de las matemáticas, la historia, la física, la lengua, etcétera. El arte de educar consiste en saber vincular la transmisión y aprendizaje de conocimientos con la realidad psicológica de cada edad y con el descubrimiento de la implicación personal en la transformación social y ecológica de los países.
La educación del yo interior enraizado en una visión ecológica de la realidad y en la práctica de la autocontención y la solidaridad predispone para la constitución de un yo político implicado en el activismo social. La buena educación es la que aspira a formar personas que vivan la existencia con armonía entre la dimensión interior y la dimensión sociopolítica de su ser, entre el cultivo del arte y la lucha contra el sufrimiento social.
Nos encontramos, como afirma Zygmunt Bauman, en un momento de ceguera moral ante las catástrofes sociales y ecológicas. Necesitamos proyectos educativos que abran los ojos y vinculen el conocimiento con el cese del dolor que asola al mundo.

viernes, 27 de enero de 2017

Como mantener la mente de tus hijos activa

El cerebro de los niños tiene una gran capacidad de aprendizaje, y por eso es saludable ejercitarlo y estimularlo. Aunque está claro que las vacaciones son para descansar y, al igual que tú, ellos también necesitan desconectar de los cuadernos de deberes y las actividades cotidianas, hay muchas maneras de mantener su mente activa mientras se divierten.
Rompecabezas, sudokus, puzles…
Se trata de pasatiempos ideales para mejorar la memoria y evitar que el cerebro se oxide mientras se juega. Seguro que a tus hijos les gusta alguna de estas actividades, prueba a jugar con ellos y seguro que pasaréis un buen rato.
Leer es un placer
Lo mejor de leer un libro es cuando esto se hace por puro placer, sin la presión de tener que terminarlo a tiempo o de hacer un comentario de texto para el colegio. Déjales que escojan el libro que se van a leer y que se dediquen a ello el tiempo que quieran, sin prisas. ¡Seguro que una vez que se enganchen no querrán soltarlo!
Naturaleza y turismo
Los beneficios del contacto con la naturaleza están más que demostrados. En el caso de los niños, estimula la creatividad y su curiosidad, que les llevará a querer aprender cosas de forma natural, como el nombre de las plantas y los animales que se van encontrando.
Y algo similar sucede cuando se visita una ciudad nueva, en la que pueden conocer parte de su historia y de los personajes que vivieron allí, manteniendo su mente activa y su inquietud por conocer.
Deporte
“Mens sana in corpore sano”. El deporte es un gran aliado a la hora de mantener en forma la mente y ayuda a mantener la concentración. Nadar, ir en bici, correr, saltar a la comba… seguro que tus hijos, en vacaciones, hacen un montón de ejercicio mientras juegan. ¡Anímales a dejar el sofá, apagar la tele, y aprovechar al máximo el tiempo libre en la calle!
Dieta sana
En verano es normal saltarse los horarios y comer más caprichos como helados y golosinas. No pasa nada, pero no olvides que el cerebro también se resiente si no se tienen buenos hábitos nutricionales. Prepara ensaladas divertidas, anímales a comer fruta de verano y dales alimentos buenos para el cerebro: el pescado, las nueces y los arándanos ayudan a mejorar el aprendizaje y la memoria.  En cuanto a los alimentos, recomendamos una bebida llamada Pony Malta Plus ,  está fortificada con zinc y vitaminas del complejo B, nutrientes que ayudan a poder mantener la mente de tus hijos activa.

viernes, 13 de enero de 2017

¿Qué cualidades debe tener un maestro?

Vivimos en una época de falta de vocaciones, dónde muchas veces prima el encontrar un trabajo, el que sea, por encima de todo, si llegar a él resulta menos complicado que a otros objetivos meramente profesionales. Frente a esto, hay montones de maestros entregados de verdad y de aspirantes a maestro que, como yo, ya lo son, todavía sin serlo… Pasar una oposición, o conseguir una simple entrevista de trabajo en un colegio privado o concertado, puede convertirse en una tarea tremendamente complicada. Valores como la vocación, temprana o tardía, el tener una importante experiencia de vida y pluridisciplinar, o el haberse esforzado en el trabajo diario durante la carrera para tener un buen expediente académico, quedan frecuentemente supeditados a factores poco éticos que, como todos conocemos, no voy a enumerar ahora.

Pero lo principal, lo más importante en un colegio o instituto, son y han de ser sus alumnos. Formarlos de verdad, en conocimientos, pero sobre todo en valores, debería ser la principal prioridad de cualquier equipo directivo antes de contratar a quien puede  ser una pieza clave en el prestigio y la calidad de un colegio. Esto, lógicamente, requiere un mayor esfuerzo inicial, al tener que leer detenidamente más currículums, antes de tirarlos directamente a la papelera, presuponiendo demasiadas cosas en lugar de interesarse por conocer a la “persona”. Hacer más entrevistas a aspirantes a maestro y hacerlas sin ningún tipo de predisposición negativa y sin favoritismos, muchas veces erróneamente establecidos, pueden marcar la diferencia entre la mediocridad y la excelencia de un centro educativo.

En mi caso, como muchos otros maestros aspirantes a serlo, considero que muchas de las cualidades y características personales que nos llevaron en su día a emprender este sueño, tan bello como sacrificado y sincero, deberían ser tenidas en cuenta en cualquier proceso selectivo. Las que citaré a continuación son las que, de la forma más objetiva posible, considero ideales y referente para cualquiera que quiera aspirar a ser maestro. Ninguno cumpliremos todas, al menos al cien por cien, pero, personalmente, son las que creo que tenemos que tener ahí, siempre, como objetivo a alcanzar. Dependiendo de los casos, y de las potencialidades y personalidades de cada uno, puede que unas se puedan contrarrestar con otras junto con trabajo y dedicación y, sin duda, es fácil que me deje alguna en el tintero. Por ello, antes de comenzar, invito desde aquí a que si alguien echa en falta cualquier aspecto, o quiere matizar algo, no tiene más que añadirlo directamente como comentario, enriqueciendo así una entrada que puede ser muy útil y positiva para todos.

1. Características y rasgos personales

Independientemente de su cualificación y preparación profesional, el maestro debería acercarse a un perfil personal lejos del cual difícilmente podrá llegar a ser un buen docente, especialmente cuando los educandos van a ser niños.
Los rasgos y características que considero más importantes en este perfil personal deseado, serían los siguientes, algunos de los cuales, por su relación entre sí los incluyo agrupados:

Cordialidad y cercanía
En primer lugar y si nos planteamos el papel del maestro incluso desde su primer encuentro con los que van a ser sus alumnos, éste ha de ser Cordial, Cercano y lo más Simpático posible. No hay que olvidar que se va a encontrar con niños “expectantes”, algunos hasta ligeramente asustados ante el posible cambio de maestro, del que muchas veces no saben nada, en el nuevo curso que van a comenzar.
El maestro tiene que conseguir con su trato que los niños no tengan miedo a preguntarle y pedirle consejo cuando sea necesario. Si descontamos las horas de sueño, en algunos casos, el niño va a pasar más tiempo con el maestro que con sus padres, y a veces de forma mucho más intensa y comunicativa. Dejando aparte la relación de enseñanza-aprendizaje que van a tener y a la que haremos alusión cuando tratemos el perfil profesional del maestro, es fundamental “romper el hielo” en la necesaria relación humana que se va a establecer.

Entereza y autoridad
Sin desmerecer las anteriores características mencionadas y en necesario equilibrio con ellas, quiero destacar la entereza y más aún la autoridad que ha de saber tener el maestro, por muy dura que suene la palabra. Especialmente, si las contraponemos con la Simpatía, el maestro ha de evitar “pecar” de ésta en exceso, por la facilidad que tienen los niños para “perder los papeles”.
El respeto que va a ser necesario en la educación global de los niños, tiene que mantenerse siempre como referente por parte del docente, y aunque éste habrá de ser mutuo, será el maestro, especialmente en los primeros cursos, quién tendrá que establecer los límites en el aula; y, para ello tendrá que saber mantenerse firme cuando sea necesario y cuando la distinción de su rol corra peligro, por supuesto, siempre lejos de cualquier signo de violencia.

Paciencia
El maestro ha de ser paciente. Una de las bases de la educación actual es que no hay dos niños iguales. Sus ritmos de trabajo, sus comportamientos en clase y todos los factores externos que puedan afectar a su aprendizaje, provocan lógicos desfases en las necesidades temporales de aprendizaje de cada uno. Unos necesitarán más tiempo y otros menos para hacer las tareas y comprender lo visto en clase. Tenemos que ser pacientes por igual, tanto con los que terminan demasiado pronto y requieren algo más, como con los que necesitan más tiempo y que les repitamos de nuevo cualquier explicación. Nuestro apoyo ha de ser firme y constante y nunca tenemos que dar nada por perdido ni mostrarles una falta de confianza hacia ellos.
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Entusiasmo y entrega
Aun acercándonos mucho a un rasgo profesional, yo hablaría aquí incluso de vocación. El maestro debe mostrar entusiasmo y entrega en su trabajo diario porque su materia de trabajo es lo más sensible del mundo, los niños, acreedores de todo el esfuerzo necesario por su parte. Si un maestro tiene vocación, su profesión le entusiasmará y se entregará al máximo y, como decía hace un momento, la paciencia no será algo que tenga que forzar artificialmente, porque estará cumpliendo una función que le llena.
Al igual que debería ocurrir, por ejemplo, con los médicos, y aunque por motivos distintos, los maestros no hacen un trabajo rutinario que puedan desarrollar fríamente, sin humanidad y sin pasión, ni siquiera basta con que el entusiasmo se sienta por dentro, porque es algo que tienen que transmitir. Los alumnos, en este caso, deben de ser conscientes en todo momento de que se les está tomando en serio y de que el maestro no está, simplemente, cumpliendo un horario y deseando terminar su “trabajo” para irse pronto a casa.
Tal vez, de los rasgos comentados hasta ahora, sean estos últimos de los que más carecen muchos maestros en la actualidad. Y ni la sobresaturación y desproporción de alumnos en las aulas, ni la falta de medios en algunos colegios, deberían ser excusa para ello.

Humildad
Antes hablaba de respeto y autoridad, y es evidente que se van a dar momentos donde estos rasgos son muy necesarios, como ya hemos visto. Pero al igual que contraponía dichos rasgos con la simpatía, para mantener un equilibrio correcto, también hay que saber ser humildes cuando sea pertinente.
La humildad puede ser hasta positiva para mantener el respeto y la autoridad, porque aumentará la confianza de los niños en su maestro como referente en el aula, que también es humano y también se equivoca.
Son muchas las tareas y exámenes que tendrá que corregir, y por su lógica cualidad humana, en ocasiones se producirán errores que habrá de subsanar con humildad y rapidez. Es un valor muy importante que ha de transmitir a sus alumnos también en su actitud cotidiana ante ellos. “Yo no soy un ser superior a vosotros, y lo que digo no va a misa, sino que soy humano y también me puedo confundir”.

Facilidad de comunicación
El maestro debe tener lo que coloquialmente se llama, “don de palabra”. No hay que olvidar que en el proceso comunicativo que se establecerá cada día en el aula, él desempeñará la mayor parte de las veces el papel de “emisor”. Pero también será a menudo “receptor” y recibirá constantes respuestas que, sobre todo en los primeros cursos de los niños, no siempre estarán claras, a veces incluso serán tremendamente confusas, y él las debe saber interpretar en la medida de lo posible para poderles corregir positivamente.
Además, no hay que olvidar que sus alumnos no serán sus únicos interlocutores. Se tendrá que comunicar periódicamente con sus padres, tanto colectiva como individualmente, y deberá hacerlo con fluidez y propiedad, porque esa misma seguridad y entusiasmo que debe transmitir a sus alumnos, la debe mostrar, en mayor grado si cabe, cuando se comunique con sus progenitores, que a veces acudirán “a la defensiva”, justificadamente o no, a las reuniones.
Igualmente, las reuniones y participaciones en los equipos docentes del colegio, donde tendrá que participar activamente, serán otro “campo de batalla” donde tendrá que mostrar una adecuada fluidez verbal.

Creatividad y decisión
Son dos rasgos diferentes, pero he preferido comentarlos juntos, porque de nada le sirve a un maestro ser creativo a la hora de enfrentarse a situaciones de difícil solución o de hacer propuestas didácticas interesantes, si no tiene la capacidad de decisión suficiente como para llevarlas a cabo.
El maestro se va a encontrar a menudo con situaciones en las que, con los recursos establecidos o habituales, no será capaz de encontrar soluciones rápidas o eficaces. Es aquí donde su creatividad e imaginación va a ser importante para “sacarse de la manga” propuestas de solución viables. Esta creatividad también le resultará muy útil a la hora de hacer planteamientos didácticos novedosos o interesantes, aunque en este caso estaríamos hablando de la aplicación de la creatividad a su perfil profesional.
Pues bien, tanto en un caso como en otro, así como en situaciones totalmente ajenas a la creatividad, ha de tener suficiente capacidad de decisión para llevar a cabo sus propuestas. Esta capacidad le será igualmente necesaria cuando tenga que solicitar medios o equipos necesarios y disponibles para mejorar su trabajo.

Ser abierto y reflexivo
Al igual que es importante la creatividad cuando las buenas ideas parten de él, no siempre va a ser así, sino que, por el contrario, el maestro va a ser el receptor de ideas creativas, a veces aparentemente disparatadas, pero no por ello y en todos los casos faltas de interés. En estos casos es importante que se muestre abierto y reflexivo para valorar la viabilidad de las ideas propuestas antes de descartarlas de entrada.
De la misma forma, en su relación directa con sus alumnos, muchas veces recibirá respuestas ambiguas, pero no del todo imprecisas, que tendrá que saber valorar en función del contexto y la situación personal de los niños. Es importante mencionar también que esa actitud, si hace bien su trabajo, también la puede transmitir positivamente a sus alumnos a la hora de que puedan utilizar “sus propias palabras” para responder a cuestiones que se les planteen.
Lo mismo ocurre con su capacidad de reflexión. No va a tener que imponer conceptos de difícil comprensión a sus alumnos “porque sí”, sino que debería ser lo suficientemente reflexivo como para analizar y plantear las cuestiones paso a paso y de forma lógica, para favorecer un aprendizaje eficaz y duradero. Y debería saber transmitir a un tiempo, con el ejemplo, esa capacidad reflexiva a sus alumnos.

Capacidad de trabajo
Hay que romper con el tópico de que el trabajo de maestro es una tarea fácil. Nunca debería haberlo sido. Estamos, o deberíamos estar, lejos del maestro que se sentaba o se sienta en la mesa a leer el periódico o, en su versión moderna, a navegar o “naufragar” por internet, con temas personales o ajenos a su función docente, mientras los niños hacen sus tareas, sin preocuparse de las necesidades individuales de cada uno de ellos. Aún durante las tareas individuales, siempre requieren de nuestra observación y apoyo, y eso no quiere decir que en un momento dado no podamos hacer simultáneamente otras tareas que nuestro trabajo requiere, como el de buscar información o datos para enriquecer una próxima explicación, corregir ejercicios, planificar la siguiente clase, etc. pero, siempre, sin dejar de estar pendientes de la clase.
Aparte de esto, muchas veces, tendremos que trabajar en casa. ¿Cuál es el problema? Se supone que nos gusta lo que hacemos y tenemos que disfrutar con ello. Yo no concibo, cuando tenga la fortuna de ser tutor de un grupo de primaria, no estar deseando investigar “dentro y fuera del colegio” para mejorarme a mí mismo y a mis alumnos…

Seguridad en sí mismo
Para terminar, se trata ésta de una característica también necesaria y complementaria a algunas de las anteriores. Para tener capacidad de decisión, el maestro tiene que tener seguridad en sí mismo, si no difícilmente se va a atrever a tomar decisiones complejas. A la hora de tener que ejercer su autoridad y mostrar entereza, esa seguridad en sí mismo también le facilitará las cosas.
En definitiva y como decía al principio, estos serían algunos de los rasgos y características personales que debería tener el maestro.

2. Características y rasgos profesionales

En este apartado, y como ya he mencionado, podrían tener también cabida algunas de las características personales mencionadas, como el ser reflexivo  y la capacidad de comunicación, características ambas que se pueden adquirir o mejorar con la formación apropiada, en caso de que sea necesario, por su carácter fundamental en la docencia.
Vamos a centrarnos, en cualquier caso, en comentar y analizar aquí las características profesionales no comentadas anteriormente.

Buena preparación y disposición a la formación continua
Como decía en el anterior apartado, a la hora de establecerse la comunicación entre el maestro y los alumnos, el primero iba a desempeñar en la mayor parte de los casos el papel de “emisor”, pero es evidente que para poder transmitir adecuadamente una información como puede ser el contenido de una materia, y para que la transmisión sea eficaz, el maestro tiene que tener la formación adecuada, lo más completa posible sobre cada una de las materias que tiene que impartir.
A lo largo de sus estudios de magisterio, habrá adquirido muchos de esos conocimientos, tanto prácticos como teóricos, pero estos no siempre serán suficientes. Además de una lógica y continua labor de recordatorio para mantener frescos sus conocimientos, el maestro deberá tener una adecuada predisposición a continuar formándose, prácticamente de forma ininterrumpida. Con las materias habituales, en áreas como “Conocimiento del medio”, los cambios son bastante habituales, pero además, en cuanto a complementos educativos y uso de nuevas tecnologías en el proceso de Enseñanza-aprendizaje, no cabe duda que la época que vivimos requiere un esfuerzo permanente para estar al día.
Desde el manejo de aparatos electrónicos e informáticos, hasta el conocimiento y control de diversos programas de software, que evolucionan cada año, la formación continua ha de estar presente a lo largo de toda la vida de un maestro.

Capacidad investigadora
En esa formación continua en que se debe implicar el maestro, él puede jugar un papel directo y protagonista en cuanto a su propia capacidad investigadora. No todo el conocimiento, que le va a venir bien añadir al que ya tiene, se lo van a dar “mascado”, sino que él mismo, con su propio esfuerzo e investigación deberá tomar las riendas en un auto-aprendizaje teórico y práctico que le ayudará a dinamizar y amenizar las clases.
Como he dicho repetidamente, algunos rasgos personales están muy cercanos o vinculados a otros profesionales. En este caso, si un maestro es creativo y tiene entusiasmo y entrega, su labor investigadora será mucho más sencilla, y su predisposición a la misma puede ser permanente. La investigación lleva tiempo y esfuerzo, y hay que tener también una capacidad de entrega y de trabajo importantes para llevarla a cabo.

Habilidad manual
Esta característica, que también podríamos haber incluido entre las personales, considero que tiene en esta categoría una mayor relevancia. La destreza manual del profesor será necesaria en muchos momentos en el aula.
Independientemente de que al maestro no se le vaya a formar muy explícitamente en este sentido a lo largo de sus estudios de magisterio, lo que está claro es que es un rasgo que se puede mejorar y/o aprender con la práctica. La habilidad manual es mucho más importante para la formación integral de los niños de lo que se pueda suponer. En el futuro, estos niños necesitarán este tipo de destreza para muchas carreras o profesiones; desde médicos cirujanos, arquitectos, restauradores de arte, artistas o investigadores, hasta artesanos o mecánicos en todas sus especialidades.
Considero que, aunque no es imprescindible que el maestro sea un “artista”, sí es necesario que tenga un nivel mínimo y suficiente de destreza para ayudar y formar adecuadamente a los niños en sus diversas manualidades, dibujos, troquelados, recortables, modelados, etc.
…Si además esta habilidad va acompañada de sensibilidad artística, mejor que mejor.

Capacidad de organización y planificación
Estamos ante otro rasgo fundamental. Desde el punto de vista de lo que hay que transmitir a los alumnos, el orden y la organización es algo que también se puede educar desde el aula, aunque sea un tema en el que la educación paterna, en el propio hogar de los niños, sea más eficaz. Pero, ante todo, estas características son imprescindibles para la labor docente diaria de los maestros en el aula.
El maestro va a tener que pasar de una materia a otra varias veces a lo largo de una jornada, y lo tiene que hacer de forma organizada. Y no estoy hablando sólo del horario, que es algo bastante fácil de llevar y asimilar por los niños, sino de las adecuadas transiciones, y a veces relaciones, entre contenidos. A una determinada actividad de conocimiento del medio, con una lectura sobre un tema interesante, se le puede sacar mucho partido también desde el punto de vista del lenguaje, haciendo ver a los niños la importancia práctica de dicha relación, justificando así la conveniencia de una enseñanza globalizada en educación primaria.
Y por supuesto, la planificación de las diversas actividades, así como la organización de las unidades didácticas, serán labores tan importantes como habituales en la clase, como para que el maestro ponga en ellas todo su empeño y conocimiento.

Observador-orientador
Vinculo también estos dos rasgos porque uno ha de llevar necesariamente al otro. El maestro va a tener que estar preparado para facilitar la comunicación interpersonal, tanto la suya propia con los alumnos, como la de los alumnos entre sí. Pero se van a dar muchas situaciones y casos donde esto no será precisamente sencillo.
Las personalidades de los niños van a ser dispares. Va a haber casos obvios en los que el maestro vea claramente su necesidad de intervenir y aplicar sus habilidades orientadoras y de consejo, que contribuyan a mejorar el clima en el aula para que el proceso de enseñanza- aprendizaje fluya con normalidad, y con vistas también a una completa formación individual y social de los alumnos. …Pero va a haber muchos términos medios, casos que no serán tan fáciles de detectar y que perfectamente podrían pasar desapercibidos, con los consecuentes problemas a nivel formativo para los niños afectados. Y es aquí donde el maestro va a tener que saber observar y ser perspicaz. Ha de ser, sin duda, un gran observador para evitar que “se le escapen” este tipo de situaciones.

Capacidad de evaluación
Va a ser ésta la que más le comprometa. El trabajo se ha hecho o se va haciendo cada día y toca evaluar los contenidos, y ha de tener un margen importante entre la objetividad y su contacto y cercanía con los alumnos.
La evaluación no tiene que pecar ni de ser muy rígida ni muy blanda; ha de ser eficaz. El niño ha de saber cuándo lo ha hecho mal, pero hay que saberle motivar para buscar su mejoría, y no frustrarle en exceso mientras haya margen de corrección. También nos encontramos con un problema en el caso contrario.
Hay niños que se les “va pasando de curso” y llegan a la E.S.O. rozando casi el analfabetismo. Es cierto que en este tipo de situaciones más extremas entran diversidad de factores, sobre todo cuando el docente se encuentra con el problema en el último curso, cuando el margen de maniobra es prácticamente nulo; pero el maestro ha de intentar imponer su criterio evaluador en la medida de lo posible.

Motivador
Antes hablaba de que hay que saber motivar a los niños, especialmente si sus resultados académicos no son buenos. Estamos ante otro rasgo, cuando se posee, que da muestras de buena profesionalidad por parte de los maestros. Lo considero tan importante o más que cualquiera de los anteriores. El maestro no se debe limitar a evaluar y “dar batallas por perdidas”, sino que se debe esforzar al máximo y jugar todas sus bazas para intentar motivar a sus alumnos y levantar la seguridad en sí mismos.
La observación, mencionada atrás, también tiene mucho que ver en este sentido, pues es preferible no tener que esperar a la evaluación para detectar cuándo una posible sobre-motivación va a ser necesaria, y para ello hay que saber observar y detectar.
Pero esta motivación, no hay que reservarla para los momentos o situaciones de “crisis”. La motivación, al igual que la evaluación ha de ser continua. El maestro debe buscar los argumentos necesarios para que los niños vayan motivados todos los días a clase, y tal vez sea éste su mayor reto.

Responsabilidad
Para terminar, hay que destacar este rasgo, tanto personal como profesional que un maestro debe tener. La responsabilidad no es precisamente un rasgo exclusivo que deba tener el maestro, sino que debería ser común a la totalidad de la vida, en lo personal, y a la totalidad de las profesiones. Pero vuelvo a mencionar algo de lo que hablaba al principio, y es que el maestro trabaja con niños, y si la responsabilidad es siempre importante, en este caso mucho más.

En resumen, un maestro responsable sabrá que tiene que ser puntual, paciente, se entusiasmará con su trabajo, se formará continuamente, se preocupará constantemente de motivar a sus alumnos y de evaluarlos con la cabeza y con el corazón, buscando siempre lo mejor para ellos y su futuro.

martes, 10 de enero de 2017

Enseñar a los niños a pensar mejor.

El Profesor Robert Swartz, Doctor en Filosofía por la Universidad de Harvard y director  del National Center for Teaching Thinking de Boston, visitó Madrid recientemente y ofreció una conferencia con el título “Pensamiento crítico y creativo desde la escuela”, para pedagogos y educadores en el Colegio Brains de Madrid. La Fundación Melior pudo disfrutar de una entrevista en exclusiva con este referente mundial y pionero en la inclusión del pensamiento crítico y creativo en las aulas.
 

- ¿Está viviendo el mundo una crisis en cuanto al aprendizaje y la educación?

Sí, hay muchos estudios que demuestran que la mayoría de lo que se les enseña a los niños en el colegio no lo usan fuera de éste. Van 12 años al colegio y el 90% de lo que aprenden lo olvidan. Nuestro sistema escolar en general es un fracaso.
 

- ¿Cuál es la razón de que estén aflorando tantas nuevas pedagogías alternativas?

Porque muchos profesores saben que el sistema escolar actual no funciona, pero lo que no saben es qué alternativas tienen. Los profesores tienen que tener cuidado porque hay mucho empresario que quiere hacer dinero con esto y quieren vender opciones que no están probadas. Pero también hay muchas otras ideas que funcionan y los profesores necesitan experimentar un poco para saber cuáles dan buenos resultados.
 

- ¿Cuál cree que es el reto de la educación en el nuevo milenio?

Enseñar a los niños a pensar mejor de lo que piensan. Enseñar a pensar mejor de lo que la mayoría de la gente piensa no es tan difícil. El reto es demostrar a los profesores, los colegios, educadores y gobiernos cómo lo pueden incluir el curriculum escolar sin perder nada. Así se gana un gran interés en el aprendizaje por parte de los alumnos. Pero, los que tienen el poder de hacer los cambios en educación son algo conservadores, así que en mi opinión el reto es convencerles para hacer esos cambios.
 

- ¿Qué podemos hacer los padres para integrar este tipo de aprendizaje de pensamiento crítico y creativo?

Tiene que haber una comunicación entre los padres y el colegio y los padres deben decir a los profesores lo que funciona y lo que no funciona. Los padres están tomando decisiones constantemente, a veces sobre cosas complicadas que en ocasiones afectan a la familia. Si los padres entienden cómo los alumnos aprenden a tomar decisiones, una cosa importante que pueden hacer es involucrar al niño en las cuestiones familiares en lugar de tomar decisiones y luego comunicárselas a los hijos.
 

- ¿Y qué opina de los deberes?

Los deberes tienen mala reputación y a mí no me gusta la denominación “deberes para casa”, un colega lo llama “juego para casa”, pero tampoco me gusta. Yo prefiero que si queda alguna tarea pendiente en clase, lo sigan investigando en casa y que al día siguiente hablemos de los resultados.
 

- ¿Y qué le parece pedir a los niños que copien los enunciados de los ejercicios?

Es un error, copiar atonta. Normalmente uno copia y no piensa en lo que copia. 
 

- ¿El aprendizaje con el pensamiento crítico y creativo incluye el ensayo-error y el aprendizaje a través de la equivocación o penaliza el fallo como viene haciendo la educación tradicional?

La idea es enseñar a aprender por evidencia. Si por ejemplo voy a arrancar mi coche por la mañana y no funciona, puedo pensar que quizás sea la batería, así que busco evidencias, intento encender las luces y si no funcionan quizás es algo eléctrico, pero si funcionan entonces quizás pasa algo más. Esto no es aprender por error, es aprender por evidencia, que es diferente. Pero si por ejemplo un alumno falla en algo y el profesor le dice que eso no está bien, no va a conseguir que aprenda del error, sólo va a conseguir que tema equivocarse más. La alternativa es preguntar a un alumno por qué ha llegado a esa conclusión, aunque sea errónea, así se consigue que aprenda.
 

- ¿Puede ayudar el aprendizaje con pensamiento crítico y creativo a niños con dificultades de aprendizaje?

Sí, por ejemplo niños con problemas de dislexia, encuentran en el arte y la música otras formas de expresión alternativas al lenguaje con las que se pueden comunicar. Entonces los profesores pueden ver que tienen el conocimiento, pero no lo saben expresar a través del lenguaje.
 

- ¿Qué opina de la sustitución que han hecho algunos colegios en España de los libros de texto por las tablets?

Creo que la forma en que se crean los libros de texto como “la verdad” de lo que los alumnos tienen que aprender, es errónea. Pero yo no quitaría los libros de texto de la enseñanza, los dejaría como fuente de consulta y de búsqueda de evidencias e información. Si las tablets funcionan de la misma forma en la que están funcionando los libros de texto actualmente como la fuente de “la verdad”, entonces no sirven.
 
Yo creo que lo más importante que les podemos enseñar a los estudiantes es a diferenciar si la información que encuentran es fiable y precisa o no, es muy fácil hacerlo desde muy pequeños. Los niños deben poder valorar si algo es fiable o no por evidencias como por ejemplo la reputación de quien lo dice, pues si creen como verdad todo lo que encuentren, entonces será un problema.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Un gran pacto educativo

Firmar un pacto educativo sería algo inédito en 40 años de democracia. El acuerdo, hasta hoy imposible, podría verse favorecido por un momento político inédito, con un Gobierno en minoría que necesita recabar apoyos. 9,5 millones de estudiantes, desde la educación infantil a la universidad, se verán beneficiados. Las altas tasas de fracaso, las posiciones modestas en las clasificaciones internacionales, los recortes y el futuro incierto de las próximas generaciones lo hacen más necesario que nunca.
Hay un axioma que se replica en miles de foros sobre educación y resume la incertidumbre que reina ante el presente y el futuro de la escuela. La dijo el exsecretario de Educación de Estados Unidos, Richard Riley: “Estamos preparando a nuestros estudiantes para trabajos que aún no existen, en los que tendrán que usar tecnologías que no han sido inventadas, para resolver problemas en los que no hemos pensado todavía”.
España, campeona de Europa en alumnos que dejan el aula antes de tiempo, está saliendo de una crisis que le ha supuesto perder 7.300 millones de euros de gasto educativo en seis años (ahora se invierten 46.000 millones entre Administraciones, entidades y familias) y ha dejado a 33.000 profesores en el camino (-8%).
El nuevo gobierno encara esta etapa con un compromiso urgente encima de la mesa: cerrar en seis meses un pacto educativo inédito que "que dure para 10 o 15 años, que dé seguridad y certeza", en palabras del ministro Íñigo Méndez de Vigo, que repite esta legislatura al frente de Educación.
Más allá de si existe una opción real de cerrar un pacto entre fuerzas políticas dispares, la cuestión de fondo es hacia dónde se debe encaminar un sistema educativo en ese panorama de cambios vertiginosos al que alude Riley.
“La escuela vive una crisis institucional que afecta a sus funciones, a su relación con el entorno y a su estructura interna, a la vez que una transformación radical de su público, el alumnado, es acompañada por el anquilosamiento de su principal agente, el profesorado”, define el sociólogo de la Complutense Mariano Fernández Enguita en su libro reciente La educación en la encrucijada, de la Fundación Santillana. Así lo catalogó en una entrevista el pensador educativo Ken Robinson -cuya charla TED ¿Matan las escuelas la creatividad? es la más vista de la historia- : “La gente piensa que es una excentricidad decir que la escuela funciona como una fábrica, pero es cierto. Se divide en compartimentos separados, a los que la gente acude durante unas horas fijas; los días se distribuyen en bloques de tiempo y los alumnos son evaluados de forma periódica para saber si son aptos para seguir ahí”.
Los informes PISA de la Organización para la Cooperación y Desarrollo económico (OCDE), que evalúan a alumnos de 15 años de una treintena de países, sitúan a España en una posición que muchos consideran mediocre, entre cinco y 10 puntos por debajo del promedio en las materias analizadas: Matemáticas, Comprensión Lectora y Ciencias. Pero existen comunidades autónomas que superan esa media y se acercan a la modélica Finlandia, como le pasa a Navarra en Matemáticas.
En su último gran informe educativo, la OCDE situaba el gasto educativo españolpor debajo de la media de los 35 países que la integran en todas las etapas. Y advertía a España: “Una educación de alta calidad necesita una financiación sostenible”.
Pero la estadística que peor deja al país es la referida al abandono educativo temprano, los jóvenes que dejan los estudios con, como máximo, el título de la ESO bajo el brazo. El último dato disponible es el más bajo de la serie histórica, un 19,4%, pero aún así resulta casi el doble de la media europea y está lejos de los objetivos marcados por la UE para 2020: menos del 15% que ya consiguen País Vasco, Cantabria y Navarra.
La educación es el sexto problema del país señalado en las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) pero está lejos de las grandes preocupaciones. Son la mitad de los que citan la crisis, preocupa tres veces menos que la corrupción y siete menos que el paro. Quizá esa falta de impulso ciudadano esté detrás de la falta de motivación política para llegar a acuerdos.
“Necesitamos un cambio metodológico. Funcionamos con los mismos esquemas de enseñanza y aprendizaje de hace 30 años: libro, deberes, clase, explicación y examen. Hay otras alternativas de organización en el aula que permiten que adquieran competencias para que las puedan usar en cualquier situación que se les plantee en la vida”, considera Carlos Utrera, presidente de la asociación de inspectores educativos ADIDE. El cambio ha empezado desde los centros, impulsado más por profesores voluntariosos que por un apoyo decidido de las Administraciones. “Las últimas leyes de educación no han tenido memoria económica para la formación”, recuerda Utrera. Y con proyectos, como la inclusión del teléfono móvil entre las herramientas para aprender, que nacen respaldados por grandes empresas de tecnología.
Una encuesta de la Comisión Española de Cooperación con la Unesco, la Fundación de Ayuda Contra la Drogadicción (FAD) y el BBVA, presentada en junio, pregunta a 200 profesores y expertos sobre el futuro de la educación, cómo se ven dentro de cinco años. El 71,4% piensa que estarán poco valorados o desmotivados entonces. Nueve de cada 10 consideran que las becas serán más selectivas y exigentes. Y la mayoría coinciden en que el currículo escolar contemplará mejor la capacidad del trabajo en equipo, las habilidades emocionales, la iniciativa emprendedora, la creatividad o el liderazgo. El alumno ganará protagonismo en la gestión de su propio aprendizaje, añaden, aunque la mitad cree que la memorización seguirá pesando lo mismo.
Pero será el papel de los maestros el más determinante. Multitud de estudios internacionales sitúan a los docentes en el epicentro de la calidad educativa. Es otro de los debates a los que España se ha aproximado con lentitud. El profesor y pedagogo José Antonio Marina elaboró en 2015, por encargo del Ministerio de Educación, el libro blanco de la función docente para cambiar el proceso de selección de profesores. El documento, que lleva casi un año en un cajón, propone siete años de carrera para convertirse en maestro y evaluaciones “sistemáticas” durante su ejercicio profesional con efectos en el sueldo.
Todos los partidos comparten que hay que cambiar la forma de seleccionar, evaluar y formar a los profesores a lo largo de su vida. La propuesta del MIR docente —formarlos como se prepara ahora a los futuros médicos— es un concepto que asumen PP, PSOE y Ciudadanos. Tampoco es nuevo. Ya en 2009, el último presidente del Consejo Escolar del Estado, Francisco López Rupérez, promovió esa idea que Alfredo Pérez Rubalcaba acuñó como el MIR de los profesores en 2010. Estaba en los programas electorales de PSOE y PP en 2011 y repitieron con distintas fórmulas todos los partidos en 2015, pero no se han hecho.
El debate sobre el futuro de los profesores es un ejemplo de cómo España es capaz de detectar cambios necesarios aunque los aplica, si es que lo hace, con lentitud. El profesor de Sociología de la Universidad de la Laguna, José Saturnino Martínez, lo resume así: “Vamos donde hay que ir pero no vamos a la velocidad adecuada”.
Los partidos han creado una subcomisión de Educación para abordar ese pacto educativo que todos aseguran querer. Antes de empezar a dialogar, deberán hacer un diagnóstico para decidir cuál es el punto de partida. Juntos tendrán que reflexionar sobre si el fracaso escolar retrocede como efecto de leyes o porque los jóvenes dejaban las aulas atraídos por empleos fáciles que ya no existen. Habrá que analizar, también, por qué hay una brecha tan amplia de rendimiento entre unas comunidades y otras, o cómo formar a esos profesores que educarán a las siguientes generaciones para empleos y tecnologías que no existen.
El presente y el futuro están en juego y la única forma de lograr el acuerdo es empezar por lo que a todos une: la calidad en la enseñanza y su adecuación a los nuevos tiempos.


martes, 29 de noviembre de 2016

Acompañar sin sobreproteger

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Muchos piensan que sobreprotegemos a nuestros hijos cuando los llevamos en brazos hasta que ellos deciden, cuando dormimos con ellos aún con edad avanzada, cuando damos teta hasta que caminan o corren o leen, cuando no castigamos, cuando los abrazamos después de agredirnos, cuando no chantajeamos para que se comporten…
La realidad es bien diferente… ¿Qué es sobreproteger, en realidad?.
Todos ejercemos la sobreprotección con nuestros hijos, cuando queremos evitarles el dolor, las dificultades, las trabanquetas de la vida, si las entendemos así, los conflictos. Todos sobreprotegemos cuando hacemos por ellos, cuando decidimos por ellos, cuando acallamos y disimulamos sus emociones, las nuestras… por su “bien”(o el nuestro)…
Los niños han venido a vivir la vida y nosotros no podemos evitarles la vida… sería ir contra propósito vital. Ellos han venido a experimentarla en su amplio espectro, en todo su riqueza de experiencias y vivencias. Por qué nos empeñamos en no querer verles ante dificultades, ante el dolor, ante los retos que la vida nos presenta?. El dolor es la vida misma, la dificultad es un peldaño y una oportunidad, los retos son necesarios para su
crecimiento interior…
Qué nos pasa a los padres que queremos evitárselo a toda costa, acallando sus emociones, reprimiendo sus expresiones de dolor, de rabia, de ira, de alegría, de excitación… El dolor está, la dificultad existe, la tensión se produce y necesita ser expresada y acompañada.
La vida es un constante aprender, y para aprender sales de tu zona de confort y salir de tu zona de confort significa: miedo, duda, pérdida, riesgo, ganar y perder… y eso conlleva momentos de tensión y también de calma, sobretodo cuando eres niño, porque estás
experimentando, conociendo, saliendo al mundo, aprendiendo, poco a poco…  a su ritmo.
Y cuando se arriesgan, cuando salen, cuando deciden, cuando rompen, les pasan cosas y necesitan expresarlas, no les reprimamos ese expresar por que entonces desde el buen hacer de padres para evitar verlos tristes, llorando, pataleando, expresando, gritando, saltando, corriendo… les reprimimos el flujo de la vida.
Recuerdo cuando quería que mis hijos fueran estables, felices, sin conflictos, internos ni externos, sin sube y baja… y fuimos a la escuela libre para que en la libertad de ser quienes eran, desaparecieran todos esos conflictos… y recuerdo que no disminuían… seguía habiendo conflictos, rabietas, expresiones de dolor, de rabia, de tristeza, de miedo, de angustia, de alegría, de excitación… También había momentos de creación, de crecimiento, de risas, de silencios, de abrazos, de construcción… pero, ¿qué es la vida sino?
La vida pasa a través de ellos más que de nadie porque ellos viven el momento presente más auténtico.
Entendí entonces que los conflictos no son negativos, los conflictos son conflictos cuando yo los miro así, desde mi conflicto interno, desde mi desconexión.
Sobreprotejo cuando intento que vivan sólo la parte “bonita” de la vida… pero la parte bonita que mis ojos ven e interpretan, la parte en que siempre están tranquilos, en paz, alegres (pero no excitados), sonriendo, brillando…  mis ojos del miedo son los que ven que esa parte es la buena y que hay una parte “mala” en la vida…. mis ojos del corazón abrazan todos los momentos, estados y colores, del blanco al negro… El corazón acepta la vida en su esencia divina… completa. Por que voy a privar a mis hijos de verla también, porque les voy a negar la oportunidad de abrazar la luz y la sombra de la vida condenándolos a juzgar su sombra y sobrevalorar su luz, llevándoles al camino interminable de ser mejores…
Los niños necesitan aprender qué es una emoción, qué le pasa, cuando y cómo, aprender a manejar y gestionar, que no reprimir, sus emociones. No los acallemos, expliquemos les qué les sucede, cómo canalizarlo, cómo no hacerse daño expresando, cómo escucharse y no engancharse, cómo relajarse, cómo conocerse y sobretodo como amarse.
Y a nosotros ¿qué nos pasa con sus emociones?.
¿Sabemos enseñarles a gestionar sus emociones?. ¿Sabemos cómo gestionar las
nuestras?. ¿Nos conocemos lo suficiente para saber cuando y cómo aparecen?. ¿Cómo respirar, cómo escucharnos y no engancharnos a ellas, cómo canalizar la energía…?.  ¿Cómo aprender del mensaje de las emociones, cómo reconocerlas cuando aparecen ?.
Ahí está la clave, desde ahí es desde donde podemos cuidar sin sobreproteger, podemos acompañar sin controlar (ni reprimir), desde nuestro conocimiento de las emociones y de su gestión.
Y ¿cómo les enseñamos?, con el ejemplo.
Si un niño pierde los papeles, nosotros ¿mantenemos la calma o perdemos los papeles?, ¿nos ponemos a su altura, ¿gritamos, aporreamos la puerta, contenemos violentamente, castigamos? Cuando nos suceden cosas en la vida ¿cómo reaccionamos, cómo gestionamos, cómo vivimos las emociones?, porque recordemos que nuestros hijos son espectadores de todos esos momentos
¿Cómo van a saber qué hacer con esa emoción si nadie les muestra?. Con tu ejemplo o con tu acompañamiento… ¿Cómo van a saber si cuando explotan en una emoción nadie les dice, con el cuerpo: tranquilo, ésto que te pasa es normal, es rabia, te amo aquí también, ámate
aquí, yo también la siento a veces y a mi me va bien hacer ésto o lo otro… para
no hacerme daño ni hacérselo a los demás.
Eso es proteger a nuestros hijos, darles herramientas para que cuando las vivencias de la vida los sacudan puedan mantener el equilibrio interno, sentir la luz aunque no la vean, porque confían, porque saben que las emociones pasan, que el silencio es el mejor
compañero de uno mismo, que el amor es lo que perdura siempre.

martes, 22 de noviembre de 2016

Educar despacio.

Empezó hace ya 25 años como una propuesta alternativa a la comida rápida, "slow food" frente a "fast food". Desde entonces, el movimiento denominado "slow", que aboga por ralentizar el ritmo de vida diario y aprender a gestionar bien el tiempo, se ha extendido a otras áreas y ha dado lugar a nueva terminología: "ciudades slow""slow travel" o "slow home", entre otras. Ahora también esta filosofía de vida se extiende al entorno educativo y propone nuevos modos de abordar la educación tanto en el ámbito escolar como en casa.

Educación acelarada

El ritmo rápido, los objetivos a corto plazo y la presión afectan a los resultados académicos
"Educar más y más deprisa con la finalidad de educar mejor". Así identifica el maestro y pedagogo Juan Domenech las pretensiones de la escuela hoy en día. En su obra 'Elogio de la educación lenta', Domenech, uno de los principales impulsores de esta teoría en nuestro país, describe el panorama educativo actual como un mercado de oferta y demanda donde destacan "una educación acelerada, programas sobrecargados y objetivos pensados para ser alcanzados antes de tiempo".
Las consecuencias no son satisfactorias. Como apunta el autor, el ritmo rápido, los objetivos a corto plazo y la presión, además de afectar a los resultados académicos a medio y largo plazo, provocan "situaciones insostenibles, pérdida de creatividad y estrés en los alumnos y profesorado". Además, esta aceleración no beneficia la igualdad, "ya que los ritmos intensos solo tienen respuesta en una parte del alumnado", matiza Domenech.

La propuesta "slow"

Frente a esta situación, los defensores del movimiento "slow" reivindican una educación más flexible, basada en el sentido común. Recomiendan pasar de considerar la actividad escolar como una carrera de relevos en la que el más rápido es mejor, a un camino firme donde importa aprender bien y asentar los conocimientos con un ritmo apropiado. Como señala Joan Domenech, "las actividades educativas tienen que definir el tiempo para ser realizadas, y no al revés".
Por este motivo, el "slow school" o "slow education" apuesta por métodos de enseñanza más eficaces y estimuladores para los alumnos, que atiendan a sus características particulares y modos de aprendizaje. Una de las ideas es evitar la obsesión por la educación precoz y adelantar contenidos académicos en niños que están en edad de aprender, jugar y desarrollarse en otros aspectos no intelectivos.
Se apuesta por métodos de enseñanza más eficaces y estimuladores para los alumnos
Carl Honoré, periodista y uno de los principales divulgadores internacionales del movimiento "slow", resalta en su obra 'Bajo presión: rescatar a nuestros hijos de una paternidad frenética', el modelo educativo finlandés. A pesar de que en este país "la escolarización es más tardía, no se mandan deberes y los escolares pasan menos horas en el colegio, sus resultados en las evaluaciones educativas son notorios". El sistema de autoevaluación, la disposición de más tiempo para relajarse, jugar y procesar lo aprendido en el aula son algunas de las claves del éxito en Finlandia.

"Slow parenting": todo empieza en casa

Hoy en día, muchos progenitores planifican el tiempo de sus hijos hasta el último detalle: de nueve a dos al colegio y después, deportes, idiomas o clases particulares, baño, cena y a la cama. Ésta es una apretada agenda condicionada por la presión social, que ha llevado a los padres a creer como premisas obligadas que el niño debe aprender a leer en preescolar, saber inglés antes de terminar Primaria, un segundo idioma en Secundaria y destacar o "ser el mejor" en algún deporte o actividad artística.
Los progenitores planifican el tiempo de sus hijos hasta el último detalle
Honoré critica la cautividad a la que se somete a la infancia y a la juventud con esta excesiva planificación, no exenta de supervisión por parte de los progenitores. Los denomina "padres helicóptero", ya que planean sobre sus hijos de modo que "asfixian su capacidad de decisión, la conexión con su interior y la inmadurez". Este control milimétrico de su tiempo, afirma el periodista, elimina la posibilidad de disfrutar de momentos de "libertad" para jugar, inventar, descubrir, sufrir contratiempos, o aburrirse, "sus vidas se convierten en extrañamente sosas", concluye.
El "slow parenting" reivindica un cambio de la actitud parental. Éstas son algunas de las pistas que Honoré y otros especialistas aportan para conseguir ralentizar el ritmo y permitir que, tanto padres como hijos, disfruten de su evolución de una forma más pausada:
  • Apostar por el juego sencillo, básico y desestructurado como herramienta de aprendizaje. Jugar e inventar actividades con un simple trozo de cartón o un cajón de arena, buscar bichos o dibujar es más beneficioso para su desarrollo cerebral que muchos de los juegos actuales más sofisticados o tecnológicos.
  • Conseguir despertar en los niños la pasión por aprender, descubrir y sentir curiosidad por las cosas les ayudará más en el futuro que obligarles a adquirir antes de tiempo un exceso de conocimientos.
  • Confiar en su capacidad como padres, sin acudir de modo constante a manuales y libros que explican cómo deben educar a sus hijos. Ellos son quienes mejor les conocen.
  • Pasar más tiempo con los hijos, tiempo de calidad y sin prisas que proporcione, tanto a los padres como a los niños, la oportunidad de conocerse mejor y aprender unos de otros.
  • No intentar llenar los espacios "vacíos" de los niños con actividades planificadas, ser más flexibles y liberarles del estrés al que se someten muchos de ellos. Los hijos tienen que ir a su ritmo, no al de sus padres.
  • Respetar la infancia y no intentar que los niños se conviertan en adultos antes de tiempo.