lunes, 30 de noviembre de 2015

EL PAPEL DE LA FAMILIA EN LA AUTOESTIMA DEL NIÑO

La autoestima

La autoestima es la valoración que cada persona hace de sí misma, la propia estima. La autoestima está estrechamente unida al autoconcepto y la autoaceptación, ser capaz de conocerse, tener una imagen adaptada de uno mismo y ser capaz de aceptar esa imagen tal y como es, son las bases para que uno se estime a sí mismo.

¿Cómo se forma la autoestima?

Nadie nace con alta o baja autoestima. La autoestima es el resultado de un proceso de construcción personal, donde cada cual va forjando una valoración hacía su persona. Esta valoración es una construcción social, cada uno se construye su propia imagen en el seno de una sociedad, las primeras informaciones, y a la vez, las más importantes sobre uno mismo, son las que se reciben de los demás. Por lo tanto en la formación de la autoestima tenemos los siguientes pilares básicos:
  • La opinión que tienen los demás sobre la persona.
  • Cómo interpreta la persona esas opiniones.
  • Cómo se siente con esas opiniones sobre sí mismo.
El papel de la familia en la autoestima del niño
La formación de la autoestima tiene como períodos cruciales la infancia y la adolescencia. Es en estos momentos cuando se moldea la propia imagen. En un primer momento, las opiniones externas más influyentes vienen a ser las de la familia, y más adelante será el grupo de iguales.

El papel de la familia en la formación de la autoestima, es un papel clave y determinante. La opinión de la familia va a ser la primera opinión sobre la que el niño o la niña construyan la opinión sobre sí mismo. Las actitudes de la familia serán determinantes en la aceptación o no aceptación de esta imagen, así como en la forma de interpretarla y en cómo se sienta con la misma.
La familia será la base para alimentar y nutrir la autoestima de los niños y las niñas, con estas bases en un futuro podrán hacer interpretaciones más realistas y no dejar que opiniones ajenas dañen su autoestima.
Es una obligación de las familias prestar atención al desarrollo de la autoestima del niño/a.

Trucos para favorecer el desarrollo de la autoestima

  • Dale una imagen acertada y realista de sí mismo, es fundamental que el niño desarrolle unautoconcepto ajustado y realista. Dile las cosas como son, no se trata de ocultar defectos y realzar virtudes, sino de reconocer como somos. En este sentido sirve de ejemplo y reconoce como eres con tus fallos y con tus virtudes.
  • El segundo paso es la aceptación. Educa al niño/a para que se acepte a sí mismo. Es fundamental que sea capaz de aceptar sus errores, nadie es perfecto y al igual que aceptamos a los demás con sus fallos, debemos aprender a aceptarnos a nosotros mismos. En este sentido empezaremos por aceptar al niño/a tal y como es, sin pretender que sea de otra manera, de este modo ellos se aceptaran también.
  • Cuidado con nuestros comentarios, es muy importante evitar etiquetar, juzgar o criticar. Puesto que con estas conductas el mensaje que enviamos al niño/a es de la no aceptación.
  • El tercer paso es desarrollar su autoestima. Es importante enseñar al niño/a a valorarse a sí mismo, a quererse, para ello debemos hacerle ver que es digno de estima.
  • Cuida las interpretaciones que hace el niño/a de las opiniones de los demás sobre su persona.
  • Presta atención a cómo se siente el niño/a con estas opiniones.

martes, 17 de noviembre de 2015

¿Sabes cómo hablar a tu hijo para hacerle sentir responsable de su aprendizaje


Con la mejor intención, la de que nuestros hijos saquen con éxito sus estudios, les decimos frases que tratan de motivarlo a estudiar a base de hacerles sentir culpables, a través de lenguaje controlador.
Son frases como estas:
  • Cada trimestre lo mismo. Con profesor particular, con mi ayuda… ¡Ya no sabemos qué hacer para que apruebes!
  • ¿Solo un aprobado? ¡Con lo que hemos trabajado! ¿Qué has hecho para sacar esto?
  • Tu padre y yo nos pasamos el día trabajando para que estudies y tengas un futuro. ¿Y qué obtenemos a cambio? ¡Ponte a trabajar a hora mismo!

¿Qué consigues?


Que tu hijo entienda que debe estudiar porque tú así lo quieres. Porque de no hacerlo perderá privilegios. Estudia por tu bien, no por el suyo propio. Puedes tener razón en sus suspensos, en que no estudia lo que debe, en que no cumple objetivos pero, si quieres que realmente reaccione y quiera cambiar, debes decírselo de otra manera. Utiliza un lenguaje capacitador.

¿En qué consiste el lenguaje capacitador?


Nuestro poder educativo está en las palabras. No va a reaccionar si le obligas a hacerlo. Reaccionará mientras sienta vuestros reproches, vuestra presión o vuestras amenazas pero tarde o temprano dejará de intentarlo.

El lenguaje que insta a reaccionar es el lenguaje que fomenta la autonomíaEs el lenguaje que le hace sentir que elije; el que reconoce que es él, y no nosotros, el responsable de su aprendizaje.

Los psicólogos Cheryl Flink, Ann K. Boggiano, y Marty Barrett, de la Universidad de Colorado demostraron ya en 1990 que la forma de dar las instrucciones influye en el rendimiento de las personas, mucho más de niños y adolescentes.
Pasaron un examen estandarizado a 267 universitarios a los cuales se les había enseñado las mismas estrategias para solucionar problemas. A la mitad de los alumnos sus profesores les presionaron para maximizar el nivel de rendimiento y les obligaron a emplear una estrategia determinada. A la otra mitad, sus profesores no les presionaron y les dieron libertad de elección. El segundo grupo resolvió más problemas que el primero y con más calidad porque su sentimiento de autodeterminación les permitió pensar de forma alternativa y flexible, fomentando la automotivación intrínseca y el rendimiento.
De la misma forma, cuando utilizas con tus hijos un lenguaje capacitador, lejos del control y la culpa, sienten que tienen la posibilidad de elección, asumiendo su parte de responsabilidad en su proceso de aprendizaje, vinculándose al mismo y autodeterminándose. De hecho, cuando utilizas este lenguaje estás mediando su sentimiento de competencia, con todo lo que ello comporta.

¿Cómo hablar a nuestros hijos con un lenguaje capacitador?


No es suficiente con que tu hijo sepa que es responsable de su rendimiento. El objetivo de este lenguaje es que le demuestres a tu hijo que reconoces que él es el responsable de su aprendizaje:
  • Este primer trimestre no ha ido tan bien como esperabas, ¿verdad? Cuál crees que ha sido el problema? (Para detectar errores)
  • ¿Estás de acuerdo en que el móvil ha sido un factor importante en los suspensos? (Para detectar errores)
  • ¿Qué te parece la proporción de tiempo que has empleado en divertirte y la que has empleado en estudiar? (Para que cambie su organización)
  • ¿Piensas que puede ser una buena idea dejar el móvil fuera de la habitación a la hora de estudiar?(Para que se comprometa))
  • Si lo que quieres es recuperar esa asignatura el trimestre que viene, qué crees que debes hacer? ¿No te convendría matricularte en las clases de refuerzo del colegio? (Para que se sienta responsable de su aprendizaje)
  • Veo que te cuesta planificar tu horario. Si me necesitas, me avisas. (Para que trate de organizarse solo)
  • El sábado estaremos todo el día fuera, ¿recuerdas? (Para que recuerde que debe planificar de manera diferente sus deberes)
  • ¿Crees que habrás acabado tus deberes cuando yo vuelva del supermercado? (Le animas a ponerse una hora límite)
  • A mí me funcionaban las estrategias nemotécnicas. Cuando quieras, te explico algunas. (Le proporcionas información objetiva sin decirle lo que debe hacer)
En definitiva, para que nuestros hijos se impliquen en su proceso de aprendizaje debemos darles los recursos necesarios (técnicas de estudio, información…) y hacerles las preguntas oportunaspara que sientan autónomos y responsables del mismo. Por nuestra parte, supervisión, motivación, recursos, acompañamiento y ayuda. El control es cosa de él.
Elena Roger Gamir
Pedagoga – Solohijos

miércoles, 11 de noviembre de 2015

DESCUBRIR LA LUZ

Aprovechando la celebración de la , los días 10, 11, 12 y 13 de noviembre todos los Museos de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y sobre todo el Museo de las Ciencias de Castilla-La Mancha, abren sus puertas a todos aquellos que quieran aprender y divertirse con el nuevo taller que hemos preparado “Descubrir la luz”. El objetivo es que todos los participantes, jóvenes o mayores, puedan aprender de forma fácil y divertida, con los distintos experimentos que se van a realizar en estos talleres, conceptos como la refracción o la reflexión, cómo funciona el ojo, qué es la fibra óptica, cuáles son los colores básicos, y un largo y entretenido etcétera de cuestiones relacionadas con la luz y las tecnologías basadas en la luz.

La Semana de la Ciencia es una propuesta con la que se pretende  hacer una llamada hacia el mundo de la ciencia y la tecnología, despertando el interés de la sociedad, principalmente de los escolares, hacia el mundo de la investigación y el desarrollo tecnológico. Por otra parte, la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó 2015 como ‘Año Internacional de la Luz y de la Tecnologías basadas en la Luz’ para reflexionar sobre la importancia de ésta en la vida y bienestar del hombre. Uniendo estas dos ideas, y en colaboración con Red Eléctrica de España y la Fundación Cultura y Deporte de Castilla-La Mancha, el Museo de las Ciencias ha desarrollado esta actividad.

Allí estuvimos los cursos de los más mayores y, lo cierto, es que fue una experiencia muy gratificante.   







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La motivación de un buen profesor:

Contrariamente de lo que pueda parecer, ser profesor o profesora no es una tarea sencilla. Educar a un niño o una niña es una tarea compleja, es mucho más que una tarea, es un proceso que se configura en base a muchas tareas, actitudes, valores, conductas, palabras, etc. El buen profesor/a desarrolla estrategias, se renueva cada día, aprende y se desarrolla a medida que se involucra en el proceso educativo de sus alumnos y alumnas. El buen profesor/a se enfrenta cada día a muchos desafíos, y serán muchas las caídas a lo largo de su labor.
La magia del buen profesor..
El buen profesor/a es un mago que cada día inventa y desarrolla nuevas formas de magia para encantar a sus alumnos para motivarlos y de este modo involucrarlos en su proceso de aprendizaje, ayudándolos a tomar un papel activo y protagonista en el mismo. El buen profesor/a necesita creer en su labor, necesita estar plenamente motivado con la misma. Solo el maestro/a motivado, solamente el maestro/a por vocación verdadera será capaz de despertar esa motivación en sus alumnos y alumnas. No se puede motivar a los alumnos y alumnas si el profesor/a no está motivado. La motivación del profesor/a es condición necesaria e imprescindible para la motivación de los estudiantes.
La motivación de un buen profesor/a
La motivación del profesor es muy importante, veamos porque es importante:
La neurociencia ha demostrado que la emoción tiene un papel muy importante en el aprendizaje. Las emociones positivas impulsan el proceso de aprendizaje y por lo tanto la motivación como elemento impulsador debe acompañar a las emociones y al aprendizaje.
Las actitudes se transmiten de unas personas a otras. Cuando el profesor está motivado transmitirá su motivación a sus alumnos y alumnas. Será capaz de transmitir esa energía, esa fuerza que necesitan para implicarse con su proceso de aprendizaje.
La motivación es una fuerza, una energía que nos empuja a la acción y por lo tanto es condición indispensable para el buen desempeño en la tarea. La motivación es una cualidad que debe acompañar al profesor ya que le permitirá aprender, renovarse, no dejarse vencer por los desafíos, ni rendirse ante las adversidades y conflictos.
La motivación del profesor es un recurso educativo por excelencia.
¿Por qué muchos profesores y profesoras no están motivados?
Por desgracia hoy en día son muchos los profesores y profesoras que están desmotivados. Es frecuente encontrar profesorado que comenzó su trayectoria profesional con muchas ganas y con una alta motivación, pero que a lo largo de los años de docencia poco a poco han ido quemándose y su motivación se ha quedado reducida. ¿Por qué ocurre esto?
La profesión docente no es valorada ni social, ni económicamente.
Son muchas dificultades a las que cada día han de enfrentarse persiguiendo un sueño y no suelen valoradas.
Cada fallo es visto como una mala praxis, dejando olvidado todo lo que hicieron con acierto.
No reciben una valoración por lo que hacen.
Apenas reciben formación, a no ser que sean ellos lo que se encarguen de formarse.
Son muchas las horas de más.
Cómo ser un profesor con motivación En los momentos complicados trata de recordar por qué elegiste está profesión. Intenta renovarte cada día. Aprende con tus alumnos. Sé empático con ellos y búscate valoraciones personales, aprender a prescindir de valoraciones externas. Cambia tu manera de enseñar y empieza a disfrutar del proceso educativo. Busca tu tiempo de distensión y descanso.
Cómo ser un profesor con motivación
En los momentos complicados trata de recordar por qué elegiste está profesión.
Intenta renovarte cada día.
Aprende con tus alumnos.
Sé empático con ellos y búscate valoraciones personales, aprender a prescindir de valoraciones externas.
Cambia tu manera de enseñar y empieza a disfrutar del proceso educativo.
Busca tu tiempo de distensión y descanso.

martes, 10 de noviembre de 2015

5 errores que cometemos los padres.


Resulta prácticamente inconcebible que, a pesar de la importancia que tiene educar bien y las consecuencias que tiene no hacerlo, no existan escuelas ni universidades que nos preparen para este trabajo. El de educar, el más difícil del mundo. La gran mayoría de padres se defienden imitando lo que recuerdan que funcionó de su propia educación y contrastando opiniones con otros padres. Pero eso no es suficiente. Una de nuestras misiones aquí, en Cuaderno de Valores, es precisamente ayudarte a hacer y entender ese trabajo y disfrutar del proceso.

Hoy, te hablamos sobre las meteduras de pata que cometen muchos padres y cómo solucionarlo.
Sin duda, la mayoría de nuestros padres estaban en lo cierto en cuanto a inculcarnos valores y enseñanzas pero como no existe una escuela o universidad para aprender a educar, también ellos se equivocaron. No tenían la información que existe hoy ni tampoco acceso a los estudios psicológicos, científicos o educativos que abundan en la red del siglo XXI. Sin embargo, hoy en día muy pocos padres se preocupan en leer el material disponible y siguen metiendo la pata. Aquí te desvelamos los 5 errores más comunes para que puedas evitarlos.
De la lista que ha recopilado esta publicación, nos quedamos con dos: 
Vivir a través de nuestros hijos y tratar de ser el mejor amigo de nuestro hijo.
Error número 1. Vivir a través de nuestros hijos. Como bien apunta el Huffington Post, los padres que “nos implicamos demasiado en las vidas de nuestros hijos, nos resulta más complicado ver dónde acaban ellos y dónde empezamos nosotros.” Si, nuestros hijos son una extensión de nosotros pero no nuestra “segunda oportunidad”. Se trata de ayudarles a encontrar su propio camino y carácter, y aprender a detectar sus intereses, pasiones y hobbies para darles las herramientas que necesitan para desarrollarse. No les presiones. Déjales explorar, expresarse y jugar para descubrir quienes son.
Error número 2. Tratar de ser el mejor amigo de nuestro hijo. Tienes que decidir: o eres su amigo o eres su padre. Antes de contestar, recuerda que si optas por ser su amigo, le estarás haciendo un flaco favor. Uno de nuestros miedos como padres es que nos dejen de querer y este miedo puede llegar a nublar nuestra visión de lo que es bueno para nuestros hijos. “Tratar de ser el mejor amigo de tu hijo sólo puede llevar a una permisividad excesiva, y a que tomes decisiones desesperadas por temor a no contar con su aprobación. Esto no es amor, sino necesidad,” explica el artículo mencionado arriba.
Si quieres hacer bien el rol de padre, acepta que tus hijos se van a enfadar y mucho y que no les va a gustar todas las decisiones que tomes ni las van a entender cuando corresponde. Aprovecha ahora y no dejes de leer las cinco cosas peligrosas que debes dejarles hacer.
Error número 3. Ser un mal ejemplo. Hay padres que dicen una cosa y luego hacen otra. De hecho, todos pecamos de esto en algún momento. Pero las consecuencias que hay cuando se hace delante de los niños, tienen mucho peligro. Para empezar, no sabrán diferenciar entre lo que está bien de lo que está mal y les estaremos dando vía libre para hacer lo mismo: decirnos una cosa y luego hacer otra. Lo mejor que podemos hacer es predicar con el ejemplo. Si queremos que sean respetuosos, puntuales, generosos, estudiosos, responsables…. Tenemos que ser el modelo a seguir. No dejes de leer aquí para saber cómo predicar con el ejemplo.
Error número 4. El uso indiscriminado del chantaje. “Si te comes la verdura, te daré tarta de chocolate de postre. Si no haces los deberes, se lo diré a tu padre. Si te portas bien, te compro el videojuego.” Puede que de vez en cuando, te funcione, pero el uso indiscriminado del chantaje que hacen muchos padres, no es una forma de educar. De esto te hablamos en nuestro post, titulado “Se lo voy a decir a tu padre”. Si no has tenido la oportunidad de leerlo,te animamos a hacerlo ahora.
Error número 5. Preocuparse o protegerles demasiado. En lugar de preocuparse, hay que ocuparse. Si tenemos miedo a que se pierdan, habría que enseñarles cómo orientarse y cómo pedir ayuda. Si nos da miedo a que se caigan, habrá que enseñarles cómo hacerlo sin sufrir demasiado o hacerles entender las consecuencias que tiene caerse. Y así es como debemos educarles. Ocupándonos de su bienestar y enseñándoles a ser personas independientes, capaces de tomar buenas decisiones.

viernes, 6 de noviembre de 2015

¿Es significativo el aprendizaje en las aulas?

Cuando hablamos de forma sincera con los alumnos en muchas ocasiones nos transmiten que lo que aprenden en la escuela y lo que hacen en ella les parece aburrido, desmotivante y sin mayor utilidad que pasar unos exámenes con la promesa lejana de lograr ir a la Universidad o poder integrarse en el sistema laboral.
Pero para aprender de verdad algo es necesario, indispensable, que el estudiante, como cualquier persona, sienta verdadero interés. Y para lograrlo hay dos cuestiones que ese aprendizaje debe cumplir: debe ser percibido como útil, que sirve para algo, y que produzca placer. Si no conseguimos que ambas premisas se cumplan el resultado es la desmotivación.
Recuerda primero esa sensación de emoción, asombro y poder personal que has sentido cuando, en una experiencia de intenso aprendizaje y concentración, consigues comprender algo. Recuerda a los niños pequeños cuando logran un objetivo de su aprendizaje: levantarse y caminar, subirse a una silla, decir una palabra. ¿Está eso presente en el aula?
Un aprendizaje queda grabado y lo recordamos como experiencia cuando logramos esa sensación exultante y feliz, tras un esfuerzo dirigido a lograr ese objetivo con el que estamos personalmente comprometidos y, más todavía, cuando no es necesario. Cambiar un enchufe, hacer una rica tortilla de patatas, tocar una canción con la guitarra, conseguir, incluso, pasar de nivel en un juego del ordenador. ¿Está esa sensación presente en el aula?
El aprendizaje, en el ser humano, supone ser conscientes de que nos falta información o competencia para lograr algo que deseamos o necesitamos, y esforzarnos para lograr ese objetivo. Los ejemplos que os he dado son todos externos a un aula, es decir, ese tipo de experiencias suelen realizarse, con excepciones, fuera de la escuela. Y ese es quizá su mayor problema, que el estudiante siente esa necesidad, realiza ese esfuerzo y logra, si es que lo logra, el objetivo, mecánicamente, sin la pasión que rodea el aprendizaje significativo.
¿Podemos lograr enganchar a los estudiantes en esa pasión y recuperar en el aula el aprendizaje realmente significativo y placentero? La única manera de lograrlo es cambiar la manera en la que trabajamos en las aulas, incluso si nos vemos obligados a cubrir unos contenidos fijados externamente al estudiante, lo que, ya de por sí, supone un hándicap, ya que a ellos nadie les pregunta si lo que queremos que aprendan es lo que quieren aprender.

martes, 3 de noviembre de 2015

La motivación.

No motivamos a nuestros hijos.
No les motivamos cuando hacen las cosas bien y mucho menos cuando lo hacen mal.
Y¿ Qué podemos esperar de una persona desmotivada ?
Muy poca cosa.
¿Qué hacemos normalmente para conseguir que nuestros hijos “se comporten” y “hagan lo que tienen que hacer”?
Hemos recurrido principalmente al chantaje ( si haces esto….) y la amenaza (si no haces esto no tendrás…), a la imposición, al sermón, a la “verborrea”, al grito…A veces intentamos hablar con ellos y decirles lo que tienen que hacer, para luego repetirlo infinitamente en toda la gama de “tonos de madre/padre” que existen. Porque esa es la cuestión: hagamos lo que hagamos, no terminan de aprender.
“Siempre estamos igual” “Siempre la misma historia” “Otra vez hay que decírtelo”
¿Y si el problema de base fuera que les da absolutamente igual lo que les digamos y cómo se lo digamos porque están completamente DESMOTIVADOS? Están cansados y aburridos de nosotros, y lo que es peor, no tienen el más mínimo interés por aprender porque no les dejamos hacerlo, queremos que OBEDEZCAN sin permitirles experimentar el proceso de adquisición de nuevas habilidades, que conlleva probar, equivocarse, discurrir qué ha fallado y buscar una solución.
Pensemos qué pasaría si intentásemos ponernos en su lugar en un día normal de su vida:ÓRDENES, IMPOSICIONES,INMEDIATEZ,CHANTAJES/AMENAZAS.
¿Qué nos provocaría? ¿Nos motivaría a intentar ser mejores? ¿A seguir intentando avanzar y crecer para madurar?
No lo creo.
¿Y qué pasaría si comenzáramos a valorar los pequeños logros del proceso y no a esperar que “aprendan de una vez” a hacer todo lo que les pedimos? ¿Qué ocurriría si les dejásemos pensar y procesar por sí mismos qué hay que mejorar y cómo podríamos hacerlo?
Si intentáramos conectar con nuestros hijos, valorar su esfuerzo en cada nueva etapa y dejarles sentir la sensación de “al menos haberlo intentado”, probablemente estaríamos motivándoles para experimentar por sí mismos la satisfacción de ir superando baches y alcanzando nuevos retos. Si en vez de centrar nuestra atención en el fallo intentáramos enseñarles que para cada problema se puede buscar una solución estaríamos eliminando ese miedo irracional a equivocarnos que muchas veces aún de adultos nos bloquea y estaríamos formando personas resolutivas y seguras de sí mismas. Estaríamos MOTIVÁNDOLES.
¿Y cómo podemos hacerlo?
Pues con mucha paciencia, ganas, imaginación y esperanza. Casi nada.
Si un niño siente que sus padres confían en él, si escucha frases tipo : “Sé que mañana lo vas a hacer mejor” “Confío en que quieres mejorar en esto” “Estoy segura de que vamos a encontrar una solución a este problema”, puede que se sienta un poco más motivado para no rendirse y para intentar avanzar. Puede que se sienta menos culpable y más capaz.
Por el contrario si sólo escucha reproches, frases desmotivadoras y tonos de “agotamiento” de sus figuras “modelo”, de las personas a las que más quiere en este mundo, jamás se sentirá con el poder, las ganas y la fuerza para hacerlo mejor.
Si encima ponemos el énfasis en lo que ha hecho mal, y no en lo que “va haciendo un poco mejor” su desmotivación será total.
Otra de las causas de la falta de motivación es que no tienen que pensar. No les dejamos. Les DECIMOS absolutamente todo lo que tienen que hacer (NO hacer más bien).
Quizás si cambiáramos las órdenes por preguntas y escucháramos las conclusiones a las que llegan por sí mismos, nos sorprenderíamos y nos daríamos cuenta de que llevamos años anulando a nuestros hijos.
Tenemos que EMPODERARLES. Permitir que sean conscientes de su propio poder. Que sientan que SON CAPACES aunque no lo hagan bien y se equivoquen.
Pero en eso también fallamos. ¿Quién no ha oído en un parque frases tipo “por ahí no que está muy alto!!!” ” No corras que te caes!!” “Despacio que te haces daaaaño!!”
¿Y si las cambiáramos por distancia,silencio y supervisión?¿Y si les dejáramos “caerse” un par de veces para que aprendieran por si mismos a fijarse por dónde van, a agarrarse más fuerte, a esquivar los baches, a prevenir un tropiezo? No digo que seamos imprudentes y les dejemos HACERSE DAÑO, pero seamos sinceros ¿Cuántas de esas veces que les “advertimos de un PELIGRO” serían motivo de tirita u hospital? ¿Ninguna, verdad?
Si un niño nota que el adulto que tiene al lado no le cree capaz de hacer algo, jamás se sentirá capaz.
Frases como “¡vamos a intentarlo!”,”¿Practicamos un poco?”,”¿Quieres probar?”,”¿Te atreves?”,”¡¡Otra vez!!””¿Cómo hacemos para que nos salga mejor?”…dan poder. Frases sin juicios de valor o falta de respeto, sin desmotivación, culpa o duda. Eso es lo que necesitan oír nuestros hijos, en el parque y en la vida.
¿Y qué pasa cuando nuestros hijos “son buenos” y “lo hacen bien”?
¿Les animamos y alentamos para que sigan avanzando o les ALABAMOS?
“MUY BIEN”
Cuánto pesan esas dos palabras.
Cuánta importancia y valor le damos al “criterio propio” y qué pocas veces damos la oportunidad a nuestros hijos de desarrollarlo. ¿Y por qué? Porque juzgamos sus actos y no dejamos que ellos saquen sus propias conclusiones.
Si ante un dibujo bonito o un diez en matemáticas, en vez de alabar con un “muy bien” fuésemos capaces de dar ánimos y hacer sentir a nuestros hijos su propia satisfacción ante el logro conseguido, en lugar de la nuestra, estaríamos alimentando su autoestima, y no su necesidad de aprobación externa.
Y, otra vez…¿Cómo lo hacemos?
Una de las maneras más fáciles y eficaces de hacerlo es eliminar el juicio y añadir una descripción y una pregunta:
” ¡Has sacado un diez! ¿Estás contet@?”
Mostramos alegría por su triunfo pero, ¿Quién juzga, siente y procesa lo ocurrido?
Ellos.
No se trata de eliminar el “muy bien” del idioma español y condenarlo a la hoguera, simplemente ser conscientes de que se puede motivar también en los buenos momentos, pero sin caer en la alabanza, para encaminar a nuestros hijos hacia la autoestima y eliminar futuras inseguridades. A partir de ahora podemos intentar DAR CONFIANZA Y PODER haciéndoles sentir que, aunque sus padres están orgullosos de ellos, lo importante es que ellos estén orgullosos de sí mismos.
Motivemos a nuestros hijos en el esfuerzo por mejorar mostrando que confiamos en ellos, dándoles el poder para hacerlo y enseñándoles que los errores son oportunidades maravillosas de aprendizaje. Estamos a tiempo de eliminar la culpa, la desidia y la inseguridad, y aprovechar cada nuevo reto del día a día para brindarles habilidades para toda la vida.