martes, 23 de febrero de 2016

Diez recursos para educar a tus hijos en la empatía.

La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro y comprender lo que siente, algo que puede trabajarse y desarrollarse. Adquirirla ayudará a tu hijo a relacionarse con los demás y a desenvolverse mejor en el ámbito escolar, familiar y personal. Recopilamos diez recursos que puedes utilizar para educar a tus hijos en la empatía a través de actividades, juegos, cortos o películas.
¿POR QUÉ TRABAJAR LA EMPATÍA EN CASA?
La empatía es un valor esencial en niños y en adultos, porque nos ayuda a vivir en sociedad y mejora la autonomía emocional y la gestión de los sentimientos. Cuando el niño es capaz de ejercer la empatía de forma adecuada puede entender a quienes le rodean. Pero además puede reaccionar correctamente, sin caer ni en la indiferencia o insensibilidad ni en el contagio o la dependencia emocional, que en ocasiones deriva en relaciones tóxicas y dañinas. Al empatizar no justificamos ni damos la razón al otro, sino que somos capaces de entender lo que siente y por qué lo siente.
Como explica el artículo Por qué quiero que mis hijas aprendan empatía en vez de chino, un niño o niña empáticos obtienen múltiples ventajas que les ayudan en el centro escolar y fuera de él. La empatía:
  • Mejora la percepción de las personas y las situaciones que nos rodean.
  • Ejercita las habilidades sociales y la capacidad para interactuar.
  • Contribuye al desarrollo emocional.
  • Potencia el autoconocimiento y la autoestima.
  • Trabaja la capacidad de escuchar y el liderazgo.
  • Elimina los prejuicios y la falta de respeto al otro y promueve la solidaridad.

DIEZ RECURSOS PARA TRABAJAR LA EMPATÍA EN CASA:
Diez recursos para educar a tus hijos en la empatía
Los siguientes recursos te permitirán educar a tus hijos en la empatía aprovechando contenidos multimedia, las TIC y sus posibilidades interactivas y lúdicas.
  1. 1. Empatiza. Un sencillo corto para comprender lo que es la empatía a través de la historia de un perrito que necesita a alguien que le adopte y un niño en busca de un amigo especial.
  2. 2. La granja de la empatíaEl muñeco de nieve Me pongo en tu lugar. Tres juegos que pueden hacerse en casa con materiales sencillos, pensados para que los más pequeños aprendan a ponerse en el lugar del otro.
  3. 3. El dinosaurio de Daniel. Recurso interactivo para Primaria que utiliza un cuento para aprender a ponerse en la piel de otras personas e intentar percibir y comprender los sentimientos y las emociones de los demás.
  4. 4. Get service. (en inglés) Video para reflexionar sobre el egoísmo y comprender la importancia de tener en cuenta los sentimientos, motivaciones o problemas de los demás. Este anuncio también es muy adecuado: Mirando la vida desde otros corazones.
  5. 5. Emodibus. Tablero de Pinterest de la profesora Silvina Martínez, autora del blog Por el camino de las emociones, donde recopila imágenes, ideas o manualidades para trabajar las emociones y aprender a comprender al otro.
  6. 6. Dinámicas de empatía. Dinámicas para trabajar la empatía diseñadas por el orientador Fernando Navarro. Están pensadas para el aula pero son fácilmente aplicables en el ámbito familiar.
  7. 7. Cuentos para la educación emocional. Cuatro historias ilustradas para trabajar las emociones: la ansiedad y el miedo, la envidia, la autoestima y la frustración. Tras el cuento, se incluyen consejos para que los padres enseñen a los niños a reconocer en uno mismo y en los demás las emociones y gestionarlas.
  8. 8. Sam Richards: un experimento radical en empatía. Para los mayores, esta charla TED del sociólogo San Richards puede resultar muy reveladora para reflexionar sobre lo que implica la empatía, la diferencia que existe entre entender a alguien y estar de acuerdo con él y lo que esta cualidad podría hacer para evitar muchos conflictos en el mundo.
  9. 9. Mejor… imposible, de James L. Brooks (1997). Una buena película para comprender qué es la empatía y cómo se comporta una persona sin ella. En esta web hay algunas ideas para analizarla.
  10. 10. Diferencia entre empatía y simpatía. También para los niños algo mayores, este corto explica en qué consiste la verdadera empatía y qué comportamientos no son empáticos.

miércoles, 17 de febrero de 2016

La responsabilidad se aprende ejerciéndola.


En el colegio de primaria donde trabajé como monitor durante un puñado de meses en Barcelona los niños convivían con una serie de prohibiciones durante la hora del patio: A fin de evitar que los niños se hicieran daño, estaba prohibido subirse a cualquier muro más alto que un metro, estaba prohibido apoyarse o jugar cerca de las barras de las canastas –puesto que se balanceaban en ellas y podían caer de espaldas-, estaba igualmente prohibido correr de espaldas, saltar en los charcos y jugar en las escaleras. Ir al patio que a uno no le correspondía era pecado capital. No todos los balones de fútbol estaban permitidos y saltar a la comba estaba restringido, ya que podían caerse, y sólo podían hacerlo las niñas mayores con las cuerdas que las monitoras prestaban sólo si lo pedían, cuerdas que además estaban deterioradísimas e invitaban a las chicas a hacer cualquier otra cosa. Cada vez que un niño se hacía un chichón o algo por el estilo, todas las reglas se endurecían arbitrariamente durante unos días. ¿La encargada de poner las reglas era una persona un poco paranoica? Pues probablemente.

Por descontado, objetos puntiagudos, cortantes, etc. estaban terminantemente prohibidos en todos los ámbitos. A la hora de comer, todos los objetos posibles (platos, vasos) eran de plástico, y los cubiertos estaban redondeados.

Tras un tiempo fui a Finlandia. Tuve la oportunidad de pasar varios días en un colegio de primaria, más de una semana entre varios institutos de secundaria y hacer una visita en un instituto privado de bachillerato. Pero sin meter una cámara de televisión en el aula.

En la escuela en la que estuve en Finlandia -en la que yo y cualquier padre podía pasar por las aulas y el patio libremente- para empezar, el patio ni siquiera tenía muros. Los niños dedicaban su tiempo libre a escalar montones de nieve, a lanzarse en trineo por los sitios, a ir a los columpios, a esquiar, a patinar. Salían al patio a no ser que la temperatura fuese inferior a -30º y a la hora de comer usaban cubertería de verdad.

El colegio tenía una "aula de madera" donde los niños de primaria disponían de casi todas las herramientas que se pueden encontrar en una carpintería. El día que fui, dos alumnos de 10 años se ausentaron del aula ordinaria para irse a la "de madera" para cortar con serruchos listones de madera, y lo hicieron sin más supervisión que mi casual presencia por allá. Para lo único que necesitaban supervisión de un profesor era para usar el taladro eléctrico.

Reflexiones surgen. Los finlandeses deben ser una raza superior o algo por el estilo, idea que descarto inmediatamente por no ser constructiva y pasamos a las cuestiones serias:

·       Cuestión uno: ¿Tener una carpintería en la escuela? Qué pasada.
·       Cuestión dos: los profesores hemos de tener claras nuestras preferencias. Querer llegar al final del día sin ningún incidente es, desde luego, algo muy noble pero ¿hay que sacrificar el hecho que los niños aprendan a ser un poquito responsables con todo?
·        Cuestión tres: levita sobre los educadores la fantasmal sombra del hecho que vivimos en una sociedad que busca responsables para todo y que las denuncias más contraintuitivas pueden progresar, básicamente porque el profesor es el directo culpable de absolutamente todo lo que les ocurra a sus alumnos en el tiempo en que somos responsables de ellos.


¿El modelo paranoide que vi en la escuela de Barcelona, es por la seguridad y educación de los niños, o más bien por el miedo de los profesores? Es lo que se llama la educación a la defensiva. Cuando el profesor ha de estar tan pendiente de cubrirse las espaldas como de enseñar y en consecuencia no se enseña todo lo bien que se podría. Luego también tenemos la sanidad a la defensiva, que es otro tema.

Tratar a quienes hemos de estimular la mente como si no tuvieran mente alguna. A los alumnos les hace entender que no son lo bastante buenos ni lo bastante confiables para hacer todo lo que están perfectamente capacitados para hacer y quieren hacer. Por si pasa cualquier cosa. Y luego todo son profecías autocumplidas con chicos que el día que se les dé responsabilidad, por presión o excitación, más de uno acabará fastidiándola.

Los alumnos crecen y los llevamos a las aulas de música. Los instrumentos que predominan en nuestras aulas son la flauta, los xilófonos, el triángulo, cajas chinas y otras cositas de percusión. Adivina adivinanza, ¿qué tienen estos instrumentos en común? Ya os lo digo yo. Pues que son indestructibles. Bueno tanto no, no vayamos a retar a nadie. Instrumentos capaces de sobrevivir al trato más irresponsable.

En el aula de música finlandesa en la que entré había un piano, dos teclados, once guitarras acústicas, cinco guitarras eléctricas, un bajo eléctrico, siete micrófonos, dos baterías y una mesa de mezclas –todo lo que había a la vista- más todo lo que había en los armarios. Si esto no consigue que un chaval quiera venir a clase, entonces no se ya qué puede.

A un chico marcado por las prohibiciones y la irresponsabilidad propia de alguien a quien ya solo nos ha faltado ofrecerle los materiales envueltos en plástico de burbujas para que no se haga daño ni el chaval ni el material… ¿le dejaríais una mesa de mezclas? Yo tampoco. Que sí, que el presupuesto no tiene nada que ver, pero no es ahí donde quiero llegar. Una guitarra acústica no es más cara que un xilófono, y gusta muchísimo más. "Voy a apuntar a mi hijo a clases extraescolares de xilófono". No lo veo. El gran problema aquí es que una guitarra es más frágil. Donde quiero llegar es que si educáramos a los niños desde pequeños a ser más responsables con lo que tocan y lo que hacen, pues a lo mejor cuando crecen podríamos estimularlos más y mejor. Quizá no es obvio, pero poderle dar a un niño una guitarra y en su lugar darle un xilófono tiene un toque insultante.

El primer paso para que los alumnos nos respeten es respetarles nosotros a ellos. Dándoles más responsabilidades les hacemos más responsables, están más motivados, los estimulamos más, les abrimos la mente y los preparamos mejor para la vida. ¡Estimularlos para que quieran venir a clase!

No se cómo decir que la responsabilidad no se adquiere simplemente con los años. Se aprende ejerciéndola.

La responsabilidad no es una patata caliente. No lo es. Si el aprendizaje del día es un chichón, pues bienvenido sea. El error es síntoma de aprendizaje y el error rompe cosas, y debe entenderse como un gasto más de la enseñanza. No somos ruines por querer que no nos toque a nosotros, ruin es un sistema que entiende el error como un fracaso y busca al responsable. También es posible que no sea más que un síntoma cultural de la falta de presupuesto en educación. O que estamos "americanizados", dicen otros.

Los alumnos crecen más y en España nos encontramos con muchos gimnasios escolares con material infrautilizado por las mismas razones. En Finlandia los mismos chicos se montan el circuito de trampolines, potros y barras con llaves inglesas, porque tienen 14 y 15 años y la capacidad de sobras para hacerlo igual que todos, si no se nos hubiese estado convenciendo durante años de lo contrario.

Lo veo cuando un niño quiere estar de pie en el metro y la madre le dice que se siente, que se va a caer. Cuando les compramos vasos de plástico con la cara de Mickey. Cuando el suelo de los parques está acolchadito. Cuando déjame eso que te vas a hacer daño. Cuando alguien se hace daño por inútil y lo primero que piensa es en denunciar, ya que el mundo ha de estar preparado para poder ser un inútil.

Podría continuar explicando cómo en Finlandia los chicos de 16 años usan en el aula de tecnología taladros, radiales y máquinas de soldar sin supervisión ninguna. Insisto, porque tienen la edad mental suficiente para hacerlo y se les ha educado en la responsabilidad. Sé que entre el sistema educativo que hay aquí y el de allá hay muchas diferencias y que el tipo de responsabilidad al que me refiero es sólo una de ellas. Fijarnos en las cosas en las que podemos mejorar es sano y necesario. Poco a poco, que somos constructores. La responsabilidad tampoco es exclusivamente esto, pero es un factor.

Nuestros amados políticos ponen poquito de su parte. También poquito dinero. Pero nosotros, ¡Ah! nosotros debemos confiar en nuestros chicos y chicas. ¿Quién si no?

Con unas cuerdas de guitarra rotas han aprendido que las negligencias tienen consecuencias, que hay que ser más cuidadoso con las cosas, han aprendido que aun que se equivoquen y a pesar de todo confiamos en ellos; y han aprendido a tocar la guitarra. Que la vida sin música sería un error.
                                                                            VÍCTOR CUENCA MARTÍNEZ

martes, 2 de febrero de 2016

Guía para la elección de colegio.

 Buscar colegio conlleva una decisión importante: allí, en la institución que elijamos, nuestros hijos realizarán gran parte de sus aprendizajes, se desarrollarán en todos los aspectos y consolidarán sus vínculos. Si bien seguramente sabemos qué es lo que queremos (y sobre todo lo que no queremos), puede no ser tan claro saber cuáles son las preguntas que es necesario hacer, los elementos importantes a tener en cuenta para la elección, aquello que hay que tratar de detectar más allá del discurso formal que nos presente la institución.

"Cuando uno busca un colegio, debe saber que no existe la que pueda cubrir todas las expectativas: el proyecto educativo, la gente, la distancia, el precio... Pero es importante definir aquellas cosas a las que uno no va a renunciar, y es esto lo que lo mantiene en una línea respecto de la elección"sostiene Paula Schurmann. Estas variables a las que se decide no renunciar, varían en cada familia: para algunas serán el bilingüismo de la institución, para otros el formar parte de un grupo de padres de estilo similar al propio... Se trata de pensar qué es lo que la familia valora más, y "...poder escucharse, acerca de cuáles son los ideales y valores que la familia tiene." Algunas de las variables a indagar son:
  • Lo ideológico, los valores. "Es lo que se llama el ideario del colegio, que incluye además la concepción de hombre y de la educación en general", señala Cecilia Schieppati.
  • El proyecto pedagógico. "Escuchar cómo está pensado el desarrollo, qué perfil de alumno quiere la institución. Es básico preguntar cómo el colegio trabaja los contenidos, qué métodos de enseñanza usa, que tipo de proyectos realizan", apunta Schurmann. Según Schieppati, "El proyecto educativo abarca muchas cuestiones: el idioma (si el colegio es bilingüe o son horas de idioma), si se trabaja con actividades especiales (talleres, vida al aire libre, etc.), si hay seguimiento con recuperación (si ante un problema de aprendizaje, el colegio va a acompañar o entiende que es la familia quien debe ocuparse), etc." Schurmann recomienda distinguir la apertura del colegio hacia afuera: "¿Hay salidas educativas, campamentos? Ir a un museo, aprender a mirar un cuadro, indica que la escuela sale a tomar algo del mundo de la cultura..."
  • Los recursos humanos. "Averiguar quién integra el equipo directivo, qué formación tienen; lo mismo para los docentes, indagar cuál es el perfil, los criterios para su selección; si existe capacitación para los maestros", dice Schieppati. Schurmann agrega: "Averiguar si hay una sola maestra o son varios". Ambas especialistas coinciden en la importancia de saber si el colegio se maneja con asesores por área, que capacitan a los docentes. Dentro de los recursos humanos se incluye al personal auxiliar, el gabinete psicopedagógico, y otros servicios: médico, sistema de emergencias.
  • La organización de los tiempos. "Hay papás que esperan que le devuelvas al hijo a las 16 hs con "todo listo", por lo cual vale indagar si el colegio tiene previstas tareas o actividades para cumplir fuera del horario", comenta Schieppati.
  • Cantidad de alumnos por aula.
  • Los espacios de participación. "Hay colegios en que los padres sólo pueden entrar para las reuniones del año, y otros que estimulan la participación. Es importante tener en cuenta las aspiraciones de la familia en este aspecto", comenta Schieppati. Y recomienda averiguar por las frecuencia de las reuniones de padres, la posibilidad de pedir entrevistas con docentes o directivos, el contacto papá-colegio en general.
  • El manejo de las cuestiones disciplinarias. "Me parece muy importante en la Primaria, preguntar qué pasa si un chico se porta mal. ¿Cuáles son las estrategias, qué hacen? ¿Hay cuaderno de firmas, sanciones, cita a los padres?", inquiere Schurmann. "El manejo de los problemas de conducta te habla de la filosofía del colegio. Es muy distinto poner en el cuaderno "Se portó mal" , que conversar con el chico sobre la falta, ver cómo puede repararla...", agrega Schieppati.
  • El espacio físico. Las especialistas recomiendan fijarse en el edificio y sus dimensiones, equipamiento, orden y limpieza, los espacios de recreación, las aulas. También observar la seguridad interna (escaleras, ascensores, etc.) y externa (vigilancia).
  • El aspecto económico. Los aranceles (cuotas y matrícula). "Hay que preguntar por lo que se cobra y lo que se paga extra: cuota de materiales, aranceles por talleres, etc.", señala Schurmann. "Además de conocer el paquete económico completo - agrega Schieppati -, habría que averiguar la progresión de las cuotas entre niveles".
  • Las condiciones de ingreso: Tener en claro el circuito de admisión, las pautas de ingreso a la institución (por ejemplo exámenes de nivel, entrevistas con la psicopedagoga).
 Cómo descubrir lo menos visible 
Hay mucho para ver y preguntar de manera directa. Pero hay variables que no se detectan a simple vista; y, por otra parte, puede quedarnos la duda acerca de si lo que nos contaron en la entrevista es un discurso preparado, o si se corresponde con la realidad cotidiana de la institución. Las especialistas consultadas nos señalan algunas claves para "ver más allá":
  • Pedir el cuaderno de un alumno. "Da una idea de cómo corrigen, la variedad de actividades, si todo es fotocopia o si los chicos producen. El cuaderno muestra un chico que está construyendo el aprendizaje, o un cuaderno para el padre. Es bueno pedir más de un cuaderno, para comparar", propone Schurmann.
  • Visitar el colegio "en actividad": Schieppati sugiere estar en un recreo, en el comedor, ir a un acto escolar, o festival. Ambas especialistas recomiendan ir más de una vez.
  • Observar las carteleras.
  • Pedir materiales impresos: anuarios, folletos, revistas institucionales.
  • Hacer entrevistas separadas con distintos miembros de la institución.
  • Hacer una comunicación telefónica con el colegio. Dice Schieppati: "Ver cómo te atienden comunica sobre el estilo de la institución".
  • Conectarse con papás que ya estén en el colegio.
  • Ir en el horario de salida. "Ahí se ve cómo salen, cómo los entregan, el tipo de comunidad. Y si no se conoce a ningún padre, aprovechar para acercarse y preguntar", apunta Schieppati. Schurmann coincide: "Los padres van a dar datos que ayudarán a componer lo que ya se vio y escuchó en las entrevistas y visitas..."
  • Preguntar por el número de alumnos y la matrícula de los últimos años. Que el colegio pierda muchos alumnos año a año, puede ser indicador de que algo ocurre.