Los seres humanos al nacer somos los que necesitamos más tiempo para seguir formándonos, de ahí la idea de exterogestación, es decir, continuar la gestación fuera del cuerpo de la madre como si estuviera dentro del cuerpo de la madre, para eso los especialistas en neonatología, como Nils Bergman y otros, recomiendan para el recién nacido humano: no separar al recién nacido de la madre, contacto permanente con el cuerpo de la madre, la menos medicalización posible en el parto, ya que interfieren el los procesos de regulación fisiológica mutua entre el bebé y la madre, lactancia a libre demanda, brazos, seguridad, calma, meceos, palabras, suavidad. En países nórdicos, han entendido tan bien el mensaje de la evidencia empírica que han ofrecido los investigadores en cerebro humano que han decidido comenzar la escolarización a los 7 años, una vez que el cerebro, específicamente las áreas de pensamiento y lenguaje están lo suficientemente maduras, como para que el mamífero humano, pueda desempeñarse en una independencia relativa de sus padres. Claro comprendieron por fin, que somos sumamente dependiente de la regulación de nuestros cuidadores principales. Mamá, papá, abuela, nana, tía.
Se ha dicho en múltiples investigaciones, que somos las mamás y los papás o quien cuide al niño o niña, los que organizamos el aparato mental de nuestros hijos, siendo Allan Schore, uno de los líderes en este campo con una de sus ideas centrales, de que somos los padres los arquitectos del cerebro de los niños, y a él se le une Daniel Siegel, otro investigador, señalando que somos los adultos, los cuidadores principales los que moldeamos el cerebro de nuestros hijos.
Sue Gerhardt, como para ejemplificar, señala: “Los bebés de madres deprimidas han de ajustarse a una baja estimulación y se acostumbran a la carencia de sentimientos positivos. Los bebés de madres irritables, están, a menudo, en un estado de sobreexitación, con la sensación de que los sentimientos salen de la madre de manera explosiva, y que ésta o cualquier cuidador en general, poca cosa puede hacer para evitarlo. Por el contrario, los bebés bien cuidados esperan del mundo que les rodea que sea receptivo a sus sentimientos y que les ayude a volver a su nivel normal cuando se presentan intensos estados de excitación; en este caso, mediante la experiencia de lo que hacen sus progenitores aprenden a hacerlo por sí mismo.” Claro, los hijos esperan que los adultos que los cuidan sean los que entreguen calma, seguridad, palabras que los protejan y cuiden.
Perfecto, entonces, el cómo tratemos a nuestros hijos, será la manera en cómo ellos vivencian el mundo, como ellos manejarán las situaciones estresantes. La manera cómo nosotros nos relaciones con ellos, será más o menos, la manera que ellos tendrán para relacionarse con otros en el futuro y será la manera que tendrán para tratarse a sí mismo.
Si lo miramos de otra forma, el como tu mamá o tu papá te cuidó mientras eras una guagua, estaba o se sentía (estaba deprimido, irritable, agresivo) será cómo tu sentías era el mundo. El mundo era los ojos de tu mamá. Si te trataban a golpes de más grande cuando te estresabas, simplemente porque tu cerebrito de 4 años aún no lograba encontrar su propia manera de gestionar el estrés, seguro, hoy de adulto, cuando tus hijos hacen pataletas, tu debes apretar los dientes y te deben dar unas ganas locas de pegarle como te pegaban tus padres, o simplemente le pegas, incluso, puedes decir, que “qué tanto pegarle, si a mi me pegaron y no tengo ni un trauma”, pues ya vez que lo tienes, tu cerebro se moldeó para tener descontrol de impulsos y aprendiste a que frente una situación que a ti te genera estrés, sueles responder de la misma manera que lo hacía quien te golpeó o metió a la ducha fría. Ahora bien, quizás no golpees a tu mujer y tu, no golpees a tu marido, pero si, quizás se gritan, se hacen la ley del hielo, no saben comunicarse, no son empáticos, se sienten en competencia e incluso son infieles, esas son otras formas de violencias. Y ahora, vamos a ver cómo te tratas a ti misma o a ti mismo, te automedicas? Usas anisolíticos y te vas consiguiendo recetas por aquí y por allá? Cuánto alcohol tomas? Puedes parar de trabajar el fin de semana? Puedes controlar tus impulsos agresivos? Te conectas con tus hijos? Cómo te tratas a ti misma? Te cuidas? O te maltratas?
Pero también se ha investigado que algunos de los que bebés, niños y niñas que recibimos golpes, no golpeamos, ni castigamos a nuestros hijos, algunos, logramos ser resilientes y podemos reparar para las futuras generaciones, otros siguen gritando y tironeando como locos a sus hijos, evadiéndolos con excusas de que hay tanto que hacer, cuando en realidad hay tanto por evadir en el mall. Ojo acá no juzgamos, acá, se entiende, comprende, empatiza y se ayuda … la niñez de los propios hijos iluminan las sombras de la propia niñez. La buena noticia como dice Daniel Siegel, es que “A medida que los padres adquieren mayor consciencia y son cada vez más sanos emocionalmente, sus hijos cosechan los frutos y también ellos avanzan hacia la salud. Eso significa que integrar y cultivar tu propio cerebro es uno de los regalos más afectuosos y generosos que puedes ofrecer a tus hijos.” Me encanta esta idea… y la veo todos los días en mi consulta y cada quince días en mis Círculos de Mujeres…. Y la veo en mi y en mis hijos…. J Estoy segura, vamos a ir cambiando para mejor, estoy segura.
Pero sigamos, qué hay detrás de un adulto que justifica un golpe o una ducha fría o la ley del hielo a sus propios hijos?
-Un niño al que le hicieron lo mismo.
-Una niña que hoy es madre, que sigue pegada a su propia madre, a pesar de los malos tratos recibidos, tanto que todo lo que la madre dijo es ley. Le organizó el cerebro.
-Un adulto con serios problemas en el control de impulsos. Es decir que de niño vio a sus propios padres descontrolados frente a situaciones de estrés o frente a mínimos estímulos.
-Un padre o una madre que tiene algún trastorno del ánimo (depresión, bipolaridad, etc)
-Un adulto, con un trastorno fronterizo de la personalidad.
-Un padre y/o una madre alcohólico, que con “caña” o “resaca”, reacciona de manera violenta frente a una pataleta o desorden de un niño. Recordemos que las pataletas se dan entre el año de vida hasta los 5 años en el 84.6% de los niños y niñas, por tanto, es una reacción normal, frente a situaciones que para la inmadurez de la edad, no alcanzan a manejar.
-Un padre y/o madre adictos a drogas.
-Adultos con problemas en las relaciones interpersonales y dificultades laborales.
-Dificultad con la ética.
-Mamás y papás estresados.
-Mamás que cursan depresión post parto. Irritadas. Cansadas.
Y podría seguir.
Lo que quiero demostrar con este texto, es que detrás de un golpe, ducha fría, ley del hielo, negligencia por acción u omisión, siempre habrá un adulto que tiene un cerebro que fue estructurado por las personas que lo criaron. Y acá es donde la palabra AMBIENTE, cobra peso por sobre la genética, tema que tanto gusta. Se ha demostrado que “LA EXPERIENCIA MODIFICA LA EXPRESIÓN DE LOS GENES” (epigenética) Y esto es clave, porque si yo tuve abuelo alcohólico, padre alcohólico y yo bordeo el alcoholismo, pero en mi familia no hay golpes, ni castigos, y por el contrario, la mayor parte del tiempo hay palabras, compañía, amor, una madre y/o un padre que trabajan su propio cerebro, se les está ofreciendo a los propios hijos un NUEVO AMBIENTE, un ambiente, una familia distinta a la que vivió mi padre, mi abuelo….¿se entiende?
Las experiencias que vivan nuestros hijos con nosotros sus padres será clave para la formación de su cerebro. Si los agredimos con golpes, duchas frías, ley del hielo, indiferencias, soledades, desamparos, drogodependencias, abusos, etc etc, estamos afectando directamente la formación de estructuras cerebrales, y en palabras sencillas, los dejaremos con las membranas rotas, sin defensas adecuadas para defenderse ante otros agresores, ante sus propias agresiones… y ahí, esperemos exista una buena abuela, una buena terapeuta, que los ayude a reparar los daños que quedaron.
Leslie Power.
Psicóloga Clínica.