jueves, 29 de octubre de 2015

LAS NORMAS EN LA EDUCACIÓN

La educación de un niño o una niña no es un proceso sencillo, el proceso puede convertirse en una interacción positiva o en una lucha constante por salirse con la suya que genera conflictos, frustración y desesperación.
Son muchas las ocasiones en las que los niños y niñas se niegan a cumplir las normas, las desafían, retan e incumplen. Aunque empleemos las riñas y los castigos, al cabo del tiempo vuelven a la misma actitud y comportamiento.
las normas a la educación, educar, educación, aprender

Las normas en la educación

Las normas en la educación es una cuestión que no queda libre de controversias. Por un lado queremos que los niños  y niñas cumplan unas normas y se comporten como esperamos que deban hacerlo, por otro lado no sabemos si poner normas es bueno para ellos o no. Y finalmente, tampoco sabemos cómo establecer, y ejecutar las normas.
Como consecuencia de todo esto, los niños y niñas crecen, en muchas ocasiones sin límites, en otras muchas ocasiones crecen sin  normas claras, o sin tener porque cumplirlas.
Las normas en la educación son necesarias para el desarrollo de los niños y las niñas, siempre y cuando sean establecidas en el marco de una educación democrática y la disciplina positiva. Los niños y niñas necesitan orientaciones que guíen su conducta y necesitan saber que las normas contribuyen a una convivencia sana y respetuosa.
La ausencia de normas tiene consecuencias negativas en la educación de los niños y las niñas.

Las consecuencias de una educación sin normas

  • La ausencia de normas en la infancia da lugar a niños y niñas déspotas, que tratan de imponer sus deseos y no toleran no hacer lo que quieren en cada momento.
  • La ausencia de normas genera intolerancia y frustración. Las cosas no siempre son como queremos y no siempre podemos hacer lo que queramos, sin normas no toleraran estas situaciones y experimentaran niveles altos de frustración.
  • Mala convivencia en familia, en el centro escolar, con los iguales, etc.
  • La carencia de normas impide el desarrollo de la resiliencia.
  • Crecer sin normas puede afectar al desarrollo de su autoestima.

El proceso educativo ha de ir unido a las normas, veamos cómo podemos aplicar las normas en la educación.
  • Establece normas lógicas y adecuadas a la edad y nivel de desarrollo del niño o la niña. No se trata de imponer por imponer, sino de usar el sentido común y establecer criterios que guíen la conducta del niño o la niña.
  • Procura consensuar las normas con el niño o la niña. Se trata de establecer las normas entre todos y llegar a acuerdos en las mismas. De este modo conseguimos que el niño o la niña se comprometa con ellas y que las comprenda y acepte. Tal vez tengamos que ceder en algo, pero logramos que se comprometa con las normas.
  • Procura que las normas sean conocidas, comprendidas y aceptadas por todos.
  • Se coherente y consecuente a la hora de aplicar las normas. Es decir, si establecemos una norma ha de cumplirse siempre, procura que las excepciones sean mínimas y cuando las haya explícales porque se produce la excepción.
  • Establece una consecuencia cuando no se cumpla la norma. No es un castigo, sino una consecuencia preferiblemente acordada con anterioridad.
  • Refuerza el cumplimiento de la norma.

lunes, 26 de octubre de 2015

LA BÚSQUEDA DE LA EXCELENCIA

Parece que a veces algunos crean que respetar el ritmo del niño y sus intereses, es no animarle a buscar la excelencia en todo aquello que emprenda, cuando es justo lo contrario.
Precisamente cuando a un niño se le respeta, se le permite seguir su ritmo y sus intereses, se le permite seguir sus pasiones, es cuando más excelentemente se enfrenta a lo que hace.
Un ser humano que se dedica a lo que ama, lo abraza con todas sus fuerzas y desarrolla un trabajo excelente, o lo que es lo mismo, desarrolla la excelencia en ese campo, sea el dibujo, la investigación de campo sobre un tema concreto que le apasione, como los fósiles de una zona, o el funcionamiento de circuitos eléctricos o electrónicos, o lo que sea, puede ser un excelente intérprete musical o convertirse en un fantástico crítico literario, porque detrás de la excelencia suelen darse varias características, que son fruto de una sola: la pasión.
Cuando un ser humano se apasiona por algo le cuesta poco desarrollar algunos de los hábitos fundamentales para lograr la excelencia:
  • Acción. Si algo te interesa, actúas, te mueves, haces algo para conocerlo mejor, profundizar más, no te quedas pasivo, si no que tu interés hace que investigues, que pruebes, en definitiva que hagas. La acción es el motor principal hacia la excelencia.
  • Constancia. Cuando algo te encanta te cuesta poco ponerte a diario con ello, y es un hábito que vas a desarrollar para esta y otras cosas, por eso la excelencia en un campo suele acompañar a la excelencia en otros,por los hábitos que derivan del primero.
  • Responsabilidad. Puesto que es tu afición, tu interés, tu motivación, asumes la responsabilidad de tu conocimiento, de tu aprendizaje, de terminar tu proyecto. Aprendes que depende de ti, eso te convierte en autónomo, y al mismo tiempo te hace tomar conciencia de tu responsabilidad en muchas otras cosas que haces.
Acompañar a tu hijo en sus pasiones, en aquello que le emociona es una buena herramienta para fomentar en él estos tres principios fundamentales tras los cuales se encuentra la excelencia, y junto a ella la efectividad y el éxito. Vale la pena.

jueves, 22 de octubre de 2015

Responsabilidad infantil: Enseñar a cuidar sus cosas.

Los niños y las niñas normalmente no prestan mucha atención al cuidado de sus cosas. Es muy común que pierdan cosas en clase, algún lápiz, la goma, un cuaderno, etc. y  que deterioren otras cosas  como el libro, el estuche, etc. o que manchen la ropa y otras pertenencias. Esto, además de ser motivo de conflicto en muchas familias, también puede suponer un gasto extra. Es fundamental enseñar a los niños y las niñas a responsabilizarse de sus cosas. Sus cosas, son cosa suya y por lo tanto mantenerlas en buen estado y no perderlas es su responsabilidad. Es nuestra labor fomentar el desarrollo de la responsabilidad con sus cosas.

Por qué tienen que ser responsables con sus cosas

Es fundamental enseñar a los niños y las niñas a ser responsables con sus cosas, por un lado evitaremos conflictos, pero por otro lado mucho más importante, conseguimos importantes beneficios para el desarrollo de los niños y niñas. Veamos cuales son algunos de estos beneficios:
  • Fomentamos el desarrollo de su autonomía. Es fundamental que los niños y niñas sean autónomos y aprendan a hacer las cosas por sí mismos.
  • Ganan confianza y seguridad en sí mismos. Son ellos mismos los que comprueban que pueden ocuparse de sus cosas y como consecuencia ganan seguridad y confianza.
  • Desarrollamos su responsabilidad e independencia. Es muy importante que aprendan a ser responsables y puedan ser independientes.
  • Favorecemos una personalidad madura y su bienestar. Poco a poco ganaran confianza, seguridad, creerán en sí mismos, tendrán una sana autoestima y no dependerán de nadie.
Enemigos de la responsabilidad
En muchas ocasiones, sin darnos cuenta, hacemos cosas que van en contra a este desarrollo de laresponsabilidad.
  • La sobreprotección. No dejamos que el niño o la niña pueda desenvolverse por sí mismo.
  • Hacer las cosas por él o ella. Es importante saber que pueden hacer más cosas de las que podamos pensar. Conocer a nuestro niño o niña y dejar que haga las cosas por sí mismo es muy importante.
  • Sustituir aquello que se ha deteriorado de manera inmediata.

  • Deja que se ocupen de sus cosas. Puedes supervisar como lo hacen, pero es muy importante que sean ellos, los que preparen su mochila para el colegio, presten atención al material que tienen que llevar, etc.
  • Conoce su edad y su etapa de desarrollo e informarte de que cosas puede hacer solo. Por ejemplo: a los 4 años pueden comer solos, vestirse y ocuparse de lavarse etc. A los 5-6 años: ya pueden ayudar en algunas tareas domésticas como poner la mesa. Con 7-8 pueden preparar su mochila, anotar sus tareas, etc.
  • Evitar la sobreprotección, implica dejar que lo hagan solos, pero no abandonarlos. La supervisión del adulto es fundamental, recuerda que son niños y niñas.
  • Cuando olvide o extravíe algo, o lo deteriore, habla con él o ella. No se trata de reñir al niño o la niña, ya que generamos una tensión innecesaria y no entenderá el mensaje. El objetivo es hacerle comprender que las cosas cuestan un dinero y que conseguirlas requiere esfuerzo que es importante entre todos cuidar de las cosas. En cualquier caso tenemos que diferenciar entre accidentes (todos podemos perder o estropear algo) y falta de responsabilidad.
  • Apórtale unas pautas para ocuparse de sus cosas, por ejemplo: cuando saques algo de la mochila acuérdate de volver a guardarlo, antes de venir a casa comprueba que lleves todo, etc.

miércoles, 14 de octubre de 2015

La importancia de las rutinas.

Las rutinas, son patrones de conducta repetitivos que se establecen y que generan beneficios tanto para los adultos como para los niños.
Algunos de los habidos más importantes de inculcar a los niños, son aquellos que se relacionan con el sueño, la comida, el orden, la higiene y el estudio, pero se debe tener presente que no basta solo con colocar las reglas, sino que los padres deben estar al pendiente de que se lleven a cabo de la forma correcta hasta que para el niño sean algo habitual, es decir, que lo conviertan en parte de su rutina.
Los padres deben ser muy conscientes de La importancia de las rutinas y todos los beneficios que ellas generan, así que a continuación os daremos 3 razones por las cuales siempre se deben establecer rutinas dentro del hogar.
La importancia de las rutinas

La importancia de las rutinas: 3 razones para implementarlas en casa

  1. Las rutinas le proporcionan a los niños seguridad y control sobre su entorno, podrán enfrentarse al mundo de una forma segura y autónoma, pues saben lo que sucederá después.
  1. Generan confianza en los niños. Al ser capaz de encadenar las cosas que suceden, los niños sentirán cierto control sobre lo que realizan y eso les ayuda a tener una confianza mayor.
  1. Los niños aprenden a evitar conflictos innecesarios, pues al tener clara una rutina, entienden que cada cosa tiene su momento apropiado, y con la repetición de la acciones, aprenderá rápidamente a auto controlarse.

La importancia de las rutinas: ¿Cómo establecer las rutinas?

Muchos padres creen que establecer rutinas puede ser muy complicado, sin embargo, lo primero que deben entender, es que los niños aprenden de una forma muy rápida y que si los guiamos, apoyamos y además somos su ejemplo a seguir, el establecer rutinas será algo muy sencillo.
  1. Para que el niño sienta que las rutinas son parte de su vida, están deben comenzar desde el momento en el que nacen. Bañarlos, hacerlos dormir, darles un paseo y todas las actividades que se requieran, deben realizarse en forma de patrón, siempre a la misma hora, de esa forma, desde bebes se acostumbran a su rutina.
  1. Cuando están un poco más grandes, establecer rutinas puede ser un poco más complejo, como padre debéis llenarte de paciencia, pero esto se trata de un aprendizaje como cualquier otro, así que practicando y repitiendo rápidamente será algo completamente habitual.
  1. Como dijimos antes, los niños aprenden por imitación, así que resulta muy importante que todos en el hogar tengan sus rutinas, para que el pequeño vea y entienda que son algo completamente normal y que es así como funcionamos.
  1. También resulta importante que al niño se le explique como debe realizarse la rutina, o que esperamos de él, atendiendo y respondiendo cualquier pregunta que tenga al respecto.
  1. Finalmente se debe ser flexible, y se le debe explicar al niño cuando las rutinas pueden romperse, por ejemplo los fines de semana la rutina puede ser diferente porque no tienen que ir al colegio y los padres no tienen que ir a trabajar.

viernes, 9 de octubre de 2015

Los niños pequeños que ríen aprenden más rápido

Podría deberse a que los risueños se relacionan mejor con el entorno o a que enseñar con humor potencia la enseñanza


Científicos franceses han descubierto que los niños de un año que ríen al observar una tarea realizada por un adulto, que provoca las risas a propósito, aprenden más rápido. Eso podría deberse, explican, a que los niños risueños se relacionan mejor con el entorno, o a que enseñar a hacer algo con humor facilita el aprendizaje.


Un equipo de científicos franceses ha descubierto que el humor, además de ser una gran medicina, también parece ayudar a los niños a aprender nuevas tareas, según publican en la revista Cognition and Emotion, del grupo Taylor & Francis. 

Basándose en el conocimiento de que hacer reír a niños mayores puede mejorar muchos aspectos de la cognición, Rana Esseily, de la Université Paris Ouest Nanterre La Défense, y sus colegas diseñaron un experimento para ver si el uso del humor también podría tener un efecto en la capacidad de los niños para aprender. 

Cada uno de los niños de 18 meses de edad seleccionados para participar en la parte final del estudio observaron a un adulto usando una herramienta para agarrar un juguete fuera de su alcance, explica la nota de prensa de Taylor & Francis. En un grupo el adulto simplemente jugó con el juguete después de recuperarlo; pero en el otro grupo, el adulto arrojó el juguete inmediatamente al suelo, lo que hizo que la mitad de los niños de ese grupo se rieran. 

Cuando Esseily y sus colegas estudiaron los datos encontraron que los niños que se reían de las travesuras de los adultos eran capaces de repetir la acción por sí mismos con más éxito que aquellos que no se rieron, y también que aquellos que fueron incluidos en el grupo de control sin humor.

Explicación 

Por qué la risa parece estar relacionada con la capacidad de los niños para aprender no está del todo claro, pero Esseily y su equipo proponen dos posibles explicaciones. La primera se refiere al temperamento. 

"En este caso, no es el humor de por sí lo que puede haber facilitado el aprendizaje", sugieren los autores, "sino que temperamentalmente los bebés más risueños eran más propensos a relacionarse con el entorno y, por tanto, a intentar y tener éxito en la tarea. 

"También podría darse el caso de que los bebés risueños tengan mayores habilidades sociales o capacidades cognitivas, lo que les permite interactuar más fácilmente con otros y les hace más susceptibles a imitar las acciones de otros". 

La segunda explicación que los autores proponen se refiere a la química del cerebro. Es bien sabido que las emociones positivas, como la risa, pueden aumentar los niveles de dopamina en el cerebro, lo que a su vez tiene un efecto positivo en el aprendizaje. "Por lo tanto, el efecto observado aquí podría ser un efecto general debido a la emoción positiva y no al humor o la risa en sí misma", señalan. 

Relación entre atención y emociones 

Un estudio reciente, realizado por alemanes y estadounidenses, demostró que los niños pequeños que poseen una buena comprensión de sus propias emociones y las de los demás seres humanos sufren menos problemas de atención que aquellos con una comprensión emocional más baja. 

Los niños con conocimientos limitados de las emociones a menudo parecen distraídos, señalaban los investigadores, porque su atención está ocupada en explicarse sus propios estados emocionales confusos, las emociones negativas de los demás seres humanos y la regulación de sus propias emociones resultantes.

martes, 6 de octubre de 2015

La alubia en el yogur y los absurdos del sistema educativo


Clásico ejercicio del colegio: coger una alubia, ponerla entre algodones dentro de un envase de yogur, humedecer los algodones durante varios días y observar cómo germina. Y ahí están las madres (no hay machismo en esta frase; mera descripción) en el patio, intercambiando impresiones. “¿Habéis conseguido que germine?” “Yo no sé si es que la estoy regando poco” “Pues yo la riego todos los días y no sale”. Sí, sí, frases en primera persona del singular. No es que el niño riegue o deje de regar; son los padres quienes lo hacen. ¿Qué sentido tiene esto? Una madre llega a afirmar que “es normal, su hijo no es agricultor”.
El primer impulso al escuchar estas historias de “padres que hacen los deberes” (hay una gran diferencia entre “ayudar con los deberes” y “hacer los deberes”) es pensar en su irresponsabilidad. Pero… ¿somos los padres los principales culpables?
Nos enfrentamos a un sistema educativo que te planta una serie de deberes y tareas que hay que hacer “sí o sí”. Da igual si te resulta provechoso o no, da igual si te interesa o no. Da igual si tienes muchos o pocos. Hay que hacerlos, hay que cumplir. Y si no los haces, incidencia al canto, “punto negativo”, bronca, tutoría. Tres cuartos de lo mismo sucede con los exámenes y las notas: apruebas o suspendes.
Leía estos días Drive, el libro de Dan Pink sobre la motivación, en el que se plantea que el método del palo y la zanahoria (la motivación extrínseca) acaba matando la motivación intrínseca. En el mejor de los casos consigues que la gente cumpla(“compliance”, conformidad), es decir, que se haga lo que haya que hacer para conseguir el premio o evitar el castigo (eso suponiendo que premio y castigo llegan a ser suficientemente relevantes), pero ni un ápice más. Si puedo encontrar atajos, mejor que mejor. Si puedo copiar el resumen de internet, antes termino. Si llevo una chuleta al examen, arreglado. Si copio me libro de los problemas. Si el padre hace los deberes, menos problemas para todos. Al fin y al cabo lo que importa es el resultado. ¿Disfrutar del proceso? ¿Alimentar la motivación intrínseca (esa que funciona en ausencia de estímulos externos)? Bah, para qué.
Llegados a este punto, nos encontramos con los críos que llegan cansados a casa, obligados a dedicar todavía una o dos horas a ponerse con unos deberes que no les apetece ni huevo hacer. Si les dejas a su aire, no los hacen. Estar encima de ellos es cansado, conflictivo, exige tiempo y dosis enormes de paciencia que no siempre tienes. Y al final si lo que importa es el resultado… pues veo hasta entendible que llegues a coger el atajo del “acabamos antes si lo hago yo”. Obviamente no lo defiendo, creo que se le hace un flaco favor a los chavales (acostumbrarles a que ante cualquier dificultad “ya llegan papá y mamá y te lo resuelven”; luego pasa lo que pasa). Pero también pienso que el origen del problema está antes. Que la propia concepción del sistema educativo tampoco hace un gran favor a los críos, a su aprendizaje, a su felicidad o a su capacidad de desempeño futuro.
¿Cuál sería la alternativa? Una educación basada no en el “cumplir”, sino en incentivar la curiosidad y las aptitudes naturales de cada niño individual. Si a fulanito le gusta leer, recomiéndale libros, escúchale cuando te los resuma… siempre en positivo (no con el método de “hay que leerse un libro cada quince días y traer una ficha rellena, y el que no lo haga…”). Si a menganito le gusta la naturaleza, enséñale cómo germina una planta (¡es un proceso fascinante!), anímale a que cuide de sus propias plantas, que traiga semillas de distintos tipos, que haga fotos de los distintos estadios de crecimiento… Si le gusta pintar dale a probar distintos materiales, anímale a usar distintas técnicas… El que quiere bailar, anímale a hacer coreografías, ponle ejemplos de bailes para que vayan incorporando… En definitiva, se trata de iluminar el camino por el que los niños andan, no obligarles a ir por el camino que tú crees que debe llevar.
Claro, esto es un esfuerzo de la leche. Para individualizar a cada niño, para reaccionar de forma tremendamente flexible a las inquietudes y los ritmos de cada uno, encontrar la forma de seducirles y de proporcionarles la guía que necesitan para ir creciendo. Y no solo un esfuerzo para los profesores, también para los padres. Y si ni los padres a veces estamos dispuestos a poner la atención, el tiempo, la paciencia necesarios… como para pedírselo a la comunidad educativa.
¿Y si a un niño no le interesa nada? No me creo que haya nadie que esté con niños y piense esto de verdad. A todo el mundo le interesa algo. Unos cazan lagartijas, otros juegan al fútbol, a otros les encanta leer. O los videojuegos, sí, qué pasa. O los desastres naturales. Si les dejas solos, te das cuenta que cada uno tira para lo suyo.
“Ya, pero entonces no aprenderán lo que es importante”… Lo que es importante… ¿Qué es importante, en realidad? Sí, vale, saber sumar, saber leer… ¿hacer raíces cuadradas? ¿los afluentes del Duero? ¿senos y cosenos? ¿las partes de una célula? ¿qué es el esternocleidomastoideo?. Soy de la opinión de que “lo importante” es en realidad muy poco. Que lo que es relevante para nuestro día a día es algo que aprendemos de forma muy orgánica, mirando a nuestro alrededor, observando a los que nos rodean. Que si tenemos cerca a alguien (en este caso los padres y los maestros) que aprovechan las circunstancias de nuestra vida para ir dándonos información crecemos sin darnos cuenta, sin presión, sin obligación… y de una forma infinitamente más alineada con nuestro propio ser, más autónoma, más motivada, más provechosa… más feliz, y más productiva.