miércoles, 28 de noviembre de 2018

¿Qué hacer si crees que los niños molestan?



Se nos está olvidando qué es un niño, en qué consiste la infancia. En este mundo tan hedonista esperamos de los niños que se comporten, constantemente, como auténticos modelos de la buena educación desde edades tempranas. Se nos olvida que son niños que tienen que aprenderlo todo y que ese aprendizaje conlleva muchas horas, muchos días y muchos años. Así que tengamos paciencia.
Una sociedad que quiere niños que se comporten como adultos., niega el valor de la infancia.
Los niños gritan, los niños corren, los niños no se sientan, se tiran por el suelo, los niños atropellan, los niños se impacientan, los niños lloran, los niños tienen rabietas, los niños tienen miedo, los niños muerden, los niños se descontrolan, los niños se ensucian cuando comen, hablan con la boca llena, los niños miran, los niños señalan con el dedo, y vuelven a gritar, a correr, a no sentarse…
Pero los niños no molestan, pero hay cinco cosas que puedes recordar cuando creas que sí lo hacen:
1.- Los niños no molestan, molestan algunas cosas que hacen, pero sobre todo molesta que tú te pongas a “azuzarte” mentalmente diciendo: “no se callan, no se están quietos, qué cafres, etc, etc.” La naturaleza es sabia, y por eso los niños tienen padres, madres, abuelos, maestros, familia, vecinos, etc. porque esta tarea de educar, aunque es responsabilidad de padres y madres, precisa de la colaboración del resto de “la tribu”. Una buena manera de colaborar es mostrarse pacientes, entender el comportamiento de los niños, en vez de empezar a hacer invocaciones a Herodes. En este blog hemos repetido muchas veces que niños y adolescentes aún no están “terminados de construir” y, por lo tanto, las equivocaciones están implícitas en su proceso de aprendizaje.
2.- Educar es enseñar activamente a nuestros hijos modelos correctos de comportamiento. Por eso padres y madres no deben de escudarse en lo de “son niños” cuando el comportamiento de sus hijos pueda ser molesto para otras personas, sino hacer énfasis en que les pedimos a los hijos que dejen de hacer determinadas conductas, aunque sean de niños, para no molestar a otras personas. Y persistir. Y si tú ves que un niño hace esfuerzos por controlarse para parecer menos molesto, reconóceselo. Hazle saber que eso que ha hecho está muy bien, todos aprendemos con elogios. Y si hay que reñir, que lo riñan sus padres, que te recuerdo que educar a los hijos de los demás es tarea sencilla.
3.- No olvides que los niños pueden hacer algo que a ti te moleste, pero también son divertidos, imaginativos, cariñosos, empáticos, sorprendentes, creativos, artistas, comprensivos, leales, curiosos, inocentes. Los niños tienen muchos valores, y no sólo el de la obediencia ciega. Conozco muchos adultos que molestan más que un niño, y nadie dice que es por culpa de su padre o de su madre. Sin embargo en cuanto un niño saca los pies del tiesto, ponemos a escurrir a padres o madres negándoles capacidad educadora alguna.
4.- A mí me encantan los niños, me encanta estar entre ellos, y siempre hay uno que se acerca y me pellizca sibilinamente, pero si pongo cara de que me ha dolido, hay doce que me llenan la cara de besos con sus correspondientes babas. Y al que me pellizca le doy ración doble de abrazos. Por eso nunca me molestan los niños porque cualquiera de ellos necesita lo que tú y yo necesitamos: elogios y abrazos; confianza y abrazos; consideración y abrazos.
5.- Los niños no son molestos, sencillamente están vivos y hacen ruido. Se ensucian, gritan, te sonríen. Los niños necesitan que los adultos los entendamos, los eduquemos y sobre todo los protejamos. Proteger a los niños, proteger la infancia. Cómo nos puede molestar el mejor tesoro que tiene una sociedad.


viernes, 23 de noviembre de 2018

El valor de enseñar a los niños a decir “gracias”, “por favor” o “buenos días”. POR VALERIA SABATER.

Transmitir a los niños la importancia de dar las gracias, de “pedir por favor” o de decir “buenos días” o “buenas tardes”, va más allá de un simple acto de cortesía. Estamos invirtiendo en emociones, en valores sociales, y ante todo, en reciprocidad.
Para crear una sociedad basada en el respeto mutuo, en la que el civismo y la consideración marquen la diferencia, es necesario invertir en esas pequeñas costumbres sociales, a las que a veces, no prestamos la importancia que merecen. Porque la convivencia se basa al fin y al cabo en la armonía, en esas interacciones de calidad basadas en la tolerancia donde todo niño debería iniciarse desde una edad temprana.
Soy de la generación del gracias, del por favor y del buenos días, de la misma que no duda en decir un “lo siento” cuando es necesario. Cualidades todas ellas que no dudo en transmitir en mis hijos, porque educar en respeto es educar con amor.
Un error en el que suelen caer muchas familias es en iniciar a los niños en estas normas de cortesía cuando los más pequeños empiezan a hablar. Ahora bien, es interesante saber que el “cerebro social” de un bebé es tremendamente receptivo a cualquier estímulo, al tono de voz e incluso a las expresiones faciales de su padre y su madre.
Lo creamos o no, podemos educar a un niño en valores desde edades muy tempranas. Sus aptitudes son casi insospechadas y hemos de aprovechar esa gran sensibilidad en materia emocional. Te hablamos de ello.
niña-jugando-con-su-padre-al-método-Montessori

Dar las gracias, un arma de poder en el cerebro infantil

Los neurocientíficos nos recuerdan que el sistema neuronal  de un niño está programado genéticamente para “conectarse” con los demás. Es algo mágico e intenso. Incluso las actividades más rutinarias como alimentarlos, bañarlos o vestirles se convierten en improntas cerebrales que prefiguran en un sentido u otro la respuesta emocional que tendrá ese niño en el futuro.
El diseño de nuestros cerebros, por así decirlo, nos hace sentirnos inexorablemente atraídos a su vez por otros cerebros, por las interacciones de todos aquellos que están a nuestro alrededor. Así pues, un niño que es tratado con respeto y que desde una edad temprana se ha acostumbrado a escuchar la palabra “gracias”, entenderá rápidamente que está ante un refuerzo positivo de gran poder y, que sin duda, irá desentrañando poco a poco.
Es muy probable que un niño de 3 años al que su padre y su madre han enseñado a decir gracias, por favor o buenos días, no comprenda muy bien aún el valor de la reciprocidad y del respeto que impregnan estas palabras. No obstante, todo ello crea un adecuado y maravilloso sustrato para que después las raíces fuertes y profundas.
Al fin y al cabo, la edad mágica comprendida entre los 2 y los 7 años, es la que Piaget denominaba como “estadio de inteligencia intuitiva”. Es aquí donde los pequeños, a pesar de estar supeditados al mundo del adulto, van a ir despertándose progresivamente al sentido del respeto, a intuir ese universo que va más allá de las propias necesidades para descubrir la empatía, el sentido de la justicia y por supuesto, la reciprocidad.
madre e hija

La reciprocidad, un valor social de peso

Cuando un niño descubre por fin lo que sucede en sus contextos más próximos cuando pide las cosas por favor y las concluye con un gracias, ya nada va a ser igual. Hasta el momento, lo llevaba a cabo como una norma prosocial pautada por los adultos, algo que le confería refuerzos positivos por su buen comportamiento.
“La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo”
-Paulo Freire-
No obstante, tarde o temprano experimentará el auténtico efecto de tratar con respeto a un igual, y cómo esa acción revierte a su vez en él o en ella misma. Es algo excepcional, una conducta que le habrá de acompañar para siempre, porque tratar con respeto a los demás es también respetarse a uno mismo, es actuar de acuerdo a unos valores y un sentido de convivencia basado en un pilar social y emocional de peso: la reciprocidad.
Niñas jugando
Será sobre los 7 años cuando nuestros hijos descubran plenamente todos estos valores que conforman su inteligencia social. Es ese instante en que empiezan a dar más importancia a la amistad, a saber lo que implica esa responsabilidad afectiva, a entender y disfrutar de la colaboración, atendiendo necesidades ajenas e intereses diferentes a los propios.
Es sin duda una edad maravillosa donde todo adulto debe tener muy presente un aspecto esencial: debemos seguir siendo el mejor ejemplopara nuestros hijos. Ahora bien, la pregunta mágica es la siguiente… ¿De qué manera vamos inculcando en nuestros hijos desde edades tempranas esas normas de convivencia, de respeto y de cortesía?
Te ofrecemos unas sencillas estrategias para que las tengas en cuenta, son indicaciones básicas que señalar a los niños en cada situación.Vale la pena tenerlo en cuenta.
  • ¿Has llegado o entrado a algún sitio? Saluda, di buenos días o buenas tardes.
  • ¿Te vas? Di adiós
  • ¿Te han hecho un favor? ¿Te han dado algo? Da las gracias.
  • ¿Te han hablado? Responde.
  • ¿Te están hablando? Escucha.
  • ¿Tienes algo? Compártelo.
  • ¿No lo tienes? No envidies.
  • ¿Tienes algo que no es tuyo? Devuélvelo.
  • ¿Quieres que hagan algo por ti? Pídelo por favor.
  • ¿Te has equivocado? Discúlpate.
Normas sencillas que, sin lugar a dudas, le serán de gran ayuda en el día a día.

jueves, 15 de noviembre de 2018

“Este niño es muy infantil”



A menudo escucho a adultos referirse a algunos niños y niñas diciendo de ellos, con un tono de preocupación, que son muy infantiles. Niños de 6 años, de 8, de 12, incluso de algunos adolescentes.

¿Será malo ser “muy infantil” cuando uno está en edad de ser infantil?

Intentar que un niño se comporte como un adulto es una manera de negar la infancia.

¿Qué es lo que queremos decir cuando nos referimos a un niño o adolescente como “muy infantil”?

Pues generalmente que es ingenuo, que le gusta jugar a cosas de niños, que es emotivo, vamos que se emociona con lo que ocurre a su alrededor y a veces se ríe a carcajadas o llora ante situaciones injustas; que no tiene interés por hacer cosas de “mayores”; que le gusta que lo abracen y le hagan cosquillitas; que tienen miedo y te piden que los protejas; que piden que les cuenten cosas de cuando eran más pequeños, que su mayor preocupación no es anotar las tareas que hay que llevar al colegio, etc.

En esta sociedad que roba la infancia a los niños ya no les dejamos ni ser niños, nos parece un problema que se comporten como niños y los llamamos inmaduros.

Es muy inmaduro es una manera de decirle a un niño que su forma de ser no nos gusta, que algo le falta, es una manera de de trasmitir que estamos deseando que se haga un maduro, para que no moleste. Inmaduro dicho como problema y no como una realidad del desarrollo: los niños van madurando a través de experiencias y tiene un ritmo, propio e individual, de maduración. Y mientras maduran, necesitan la ayuda de los adultos.

No tengáis prisa, tienen que ser niños, tienen que ser adolescentes y luego se convertirán en hombres y mujeres adultos capaces de gobernar su vida.

Los niños solo son niños y lo que tienen que aprender es a ser buenas personas, no a ser maduros precoces. La madurez necesita vida para ser vivida, ser niños el tiempo que dura la infancia, ser adolescentes el tiempo que dura la adolescencia, y ser adulto el tiempo que dura la vida adulta.

Así que cuando alguien diga que es un niño muy infantil tú contesta que eso es más normal que ser un niño “viejuno”.

Los niños son niños, dejadles que vivan su infancia, no les metáis prisa para que crezcan porque los trienios y las canas llegaran de todas manera.

martes, 6 de noviembre de 2018

Cinco pasos a seguir para que a tus hijos les guste leer un libro.

Claves para iniciarles en este hábito y que no lo consideren un aburrimiento


Las recomendaciones se basan en 5 pasos:
Conseguir que a los niños les guste leer es en ocasiones complicado. Las nuevas tecnologías suplantan muchas veces el tiempo de lectura. 
1. DESPIERTA SU INTERÉS:
Llévalo a actividades relacionadas con la lectura, por ejemplo a un cuentacuentos.
Pregúntale a la hora de escoger un libro. Haz que su opinión cuente, debe sentir que él toma de decisión de la compra del libro.
Conviértelo en parte de la historia del cuento. Ser protagonista del cuento despertará el interés del pequeño por la lectura.
Sirve de ejemplo. Lee. Los niños imitan todo lo que hacen los adultos. Si tú lees, ellos leen. El comportamiento de los padres se verá reflejado en el de los hijos.
2. Compartir tiempo juntos leyendo:
Leer a la vez es una buena manera de crear vínculos entre los padres e hijos y una buena forma para mantener su interés.
3. LA LECTURA NO DEBE CONVERTIRSE EN UNA OBLIGACIÓN:
Conviértela en un juego, recrear pasajes del libro con tus hijos puede ser una buena opción.
4. LEERLES ANTES DE IRSE A DORMIR:
A los niños les gusta que sus padres tengan un ratito para ellos antes de irse a dormir, además la lectura también les ayudará a conciliar el sueño.
5. AYÚDALES A DESCUBRIR:
Deja que busque nuevos géneros: misterio, aventuras, ciencia ficción, fantasía… No tengas miedo a que descubra otros libros ¡la lectura está llena de sorpresas!