jueves, 28 de septiembre de 2017

Lo que a los profesores les gustaría contar a sus alumnos.

Probablemente la docencia sea una de las profesiones con mayor responsabilidad social: crear individuos ilustrados no es tarea fácil, y el día a día a veces tiene poco de ilustrado y mucho de esquivar las trastadas que esos muchachos con ganas de diversión pueden ocasionar.
Las distancia entre el profesor, como figura de autoridad, y el alumno a menudo crean impresiones equivocadas sobre los maestros, que no tienen muchas formas de expresarles a los alumnos cuál es la realidad que realmente se esconde entre las aulas.
Miles de personas en todo el mundo matarían por tener la oportunidad de ir a la escuela y aprender
Busines Insider’ ha pedido a docentes que compartan cuáles son los secretos sobre la enseñanza que a menudo pasan desapercibidos, al menos en la etapa escolar, y estas son sus mejores respuestas:

“Sabemos que sois personas”.
Aunque a veces no lo parezca, los profesores saben y mejor que nadie, que los alumnos tienen su propia autonomía. “En realidad respetamos y tenemos en cuenta su forma de ver la vida aunque sean adolescentes, y deseamos que les vaya realmente bien”.
Es tu oportunidad.
“Me encanta enseñar y quiero ayudarles, pero no se puede si ellos no ponen esfuerzo”, comenta un profesor, que cree que miles de personas en todo el mundo “matarían” por tener la oportunidad de ir a la escuela y aprender.
Puede que un alumno venga de un barrio humilde, lleno de delincuencia, con una situación familiar difícil, y tenga que trabajar desde los 16 años, y “tal vez piense que todo eso es normal, pero no lo es, y con la educación tiene la oportunidad de salir de ahí. Si el alumno no la aprovecha, pero así no va a salir del sur del Bronx, y hará que sus hijos pasen por la misma situación”.
Los adultos no siempre tienen razón.
Los profesores y los padres quieren lo mejor para los pequeños, pero no siempre aciertan. Pese a que hay que hacerles caso, como cualquier persona, se pueden equivocar. A muchos profesores les gustaría avisar a los padres de que se están equivocando con la decisión que han tomado para su hijo, pero esto no siempre es posible.
Lo que se aprende no es tan importante.
No todo. Lo verdaderamente importante, dice un profesor anónimo, esla preparación para la vida que supone hacer las tareas de clase. Se aprende autodisciplina, organización, optimización de tu tiempo...
En el colegio te relacionas y aprendes a comunicarte y a socializar con todo tipo de personas.
En realidad, bajo el disfraz de una tarea, se aprende a ser adulto e independiente más de lo que creemos.
Ellos también tienen redes sociales.
Como los alumnos, los profesores tienen que hacer a vecesverdaderos esfuerzos para no consultar las actualizaciones de Facebook o sus mensajes de Whatsapp.
Comunicación.
En el colegio te relacionas y aprendes a comunicarte y a socializar con todo tipo de personas. Interactuando con los demás se aprende a escuchar y a hablar con respeto a los demás; una de las lecciones más importantes de la vida.
“Tampoco nos gustan los exámenes”.

Para los profesores un examen también es una auténtica faena. Hay que prepararlo para que tenga un nivel razonable, más difícil aún si hay varios modelos, en cuyo caso hay que equiparar la dificultad para que no haya nadie que juegue con ventaja.

martes, 26 de septiembre de 2017

"Cuida tus palabras"

Amy Beth Gardner, un fotógrafa y madre de Cleveland, EE UU, abordaba con su hija mayor el paso de la educación primaria a secundaria. La niña estaba a punto de comenzar un nuevo curso y, para inculcar en ella el respeto hacia sus compañeros, recurrió a una metáfora muy gráfica: la lección clásica del tubo de pasta de dientes.:

"Mi hija empieza mañana secundaria. Hemos decorado su taquilla, hemos comprado uniformes nuevos e incluso sorprendido con una mochila nueva. Pero esta noche antes de acostarnos, hemos hecho otra tarea previa a la secundaria que es mucho más importante que las otras. Le di un tubo de pasta de dientes y le pedí que la rociara encima de un plato. Cuando terminó, le pedí con calma que volviese a poner la pasta de dientes dentro del tubo. Ella empezó a exclamar cosas como "¡Pero no puedo!" y "¡No volverá a estar como antes!" Esperé pacientemente hasta que terminó y después le dije lo siguiente: "Vas a recordar este plato de pasta de dientes el resto de tu vida. Tus palabras tienen el poder de la vida o de la muerte. Ahora que vas a empezar secundaria, estás a punto de ver el peso que tienen tus palabras. Vas a tener la oportunidad de utilizar tus palabras para lastimar, humillar, difamar y herir a otros. También vas a tener la oportunidad de utilizar tus palabras para sanar, animar, inspirar y amar a los demás. De vez en cuando elegirás la opción incorrecta. Esta semana se me ocurren tres ocasiones en las que he utilizado mis propias palabras sin cuidado y he causado daño. Al igual que esta pasta de dientes, una vez que las palabras salen de tu boca, no puedes retirarlas. Usa tus palabras cuidadosamente, Breonna. Cuando otros estén haciendo un mal uso de sus palabras, vigila las tuyas. Elige cada mañana que las palabras llenas de vida sean las que salgan de boca. Decide esta noche que tú vas a ser una persona que aporte vida en la escuela secundaria. Sé conocida por tu consideración y compasión. Usa tu vida para dar vida a un mundo que lo necesita desesperadamente. Nunca, nunca lamentarás haber elegido la amabilidad".

jueves, 21 de septiembre de 2017

Saber esperar: un aprendizaje para la vida.


El otro día fui a comprar unos bollos a una panadería. Mientras me atendía la dependienta, un señor ya mayor, nos interrumpió, dejó su moneda en el mostrador y dijo:" Oye, ponme una barra de pan". A lo que la chica le respondió: "Estoy atendiendo, cuando termine me pongo con usted". El hombre, bastante enfadado dijo: "Entre que se decide y no, ya me has puesto la barra, me la das y ya está". La chica que ya no sabía que decir, me miró y terminó de atenderme. Cuando cogí mis cosas, miré al hombre y sin alterarme en absoluto le dije: Señor, saber esperar es uno de los aprendizajes más valiosos en la vida". Se quedó callado y luego dijo refunfuñando entre dientes " sí, sí, saber esperar".
Hay que enseñar a los niños a saber esperar.

La cosas en la vida a veces tardan en llegar, en ocasiones ni llegan.
En esta sociedad de la inmediatez, la prisa, la respuesta automática, es preciso trabajarlo más que nunca.
Hablando con muchos papás y mamás es de las cuestiones que más les cuesta con sus hijos.
Si no lo trabajamos pueden surgir las siguientes dificultades:
Niños con baja tolerancia a la frustración: Esperar también implica frustrarse, pues no tenemos lo que queremos en el momento. Niños que están acostumbrados a la respuesta inmediata, verán esto como algo normal, lógico y cuando dejen de tenerla mostrarán su enfado a través de rabietas, llamadas de atención... con el fin de poder conseguir eso que quieren lo antes posible.
Tardía aparición del lenguaje: En ocasiones, no sólo respondemos automáticamente a sus necesidades o peticiones sino que las anticipamos: les damos agua antes de que intenten pedírnosla, les resolvemos situaciones sin dejarles que las resuelvan por sí solos y si no lo consiguen nos pidan ayuda...etc. Esto hace que anulemos una función primordial del lenguaje: expresar nuestras necesidades. Si no necesito pedir nada porque antes de que lo intente ya me lo dan, para qué voy a utilizar el lenguaje. Debemos crear los ambientes y situaciones adecuados para estimularlo, para que realmente fomentemos la autonomía e independencia del niño con respecto al adulto.
Padres esclavos de las demandas de sus hijos: "Quiero ver la TV a las 4 de la mañana". Quizás pueda parecer que es más fácil dejar que lo haga y ya está. Así el niño no nos molesta, se queda viendo la TV y seguimos durmiendo. Pero esto trae graves consecuencias, si no hay límites, si no somos capaces de decirles un "ahora no es el momento, ya sabes que la vemos un ratito después de..." entraremos en una rueda de peticiones cada vez más exigentes que no sabremos cómo parar.
¿Cómo podemos hacerlo?
Razonar por qué no podemos atender a su petición. Todo tiene una razón y, si se la explicamos, aunque puedan no estar de acuerdo le estamos dando una respuesta coherente que describe la línea educativa que queremos seguir. Por ejemplo: Quiero comerme un caramelo (antes de cenar) Respuesta: No puedes comerte ahora un caramelo porque vamos a cenar y es mejor que comas primero la comida, después puedes tomártelo.
No responder automáticamente a sus demandas si no podemos. Si estamos haciendo algo en casa, terminando alguna actividad, no tenemos por qué parar y atenderle si no es urgente. Lo correcto es decirle: "Jorge, cuando termine de hacer esto, te atiendo y me comentas qué necesitas"
Que realmente vean que algo les cuesta conseguirlo. "Quiero una bicicleta verde" Respuesta:" Si quieres la bicicleta podemos ir ahorrando poco a poco hasta conseguirla. Si ayudas en casa te daré una propina para ayudarte a comprarla."
Dar ejemplo. Si yo no acepto esperar, le exijo que termine las cosas en el tiempo que yo marco, si no respeto su ritmo, no puedo pedirle que él lo haga. Actualmente, existe mucha competencia con los niños. "Mi hijo sabe leer con tres años" "El mío se sabe todos los colores en inglés y en español con dos" Y parece que todos tienen que conseguir ciertos aprendizajes antes que los demás. Démosles su tiempo, respetemos su desarrollo. Quizás..... sólo tenemos que esperar.

"Hay que saber esperar. La paciencia te lleva a la grandeza" Buda.


Cristina López de Urda. Psicopedagoga y creadora del blog "Dudas de papás".

LOS ERRORES DE LOS BUENOS PADRES (Y MADRES)

No nos engañemos. Salvo algunas deplorables excepciones, todos somos buenos padres. O al menos eso pensamos: queremos lo mejor para nuestros hijos, estamos dispuestos a hacer renuncias por ellos, les queremos.
Pero tampoco nos engañemos. Con honrosas excepciones, tampoco lo estamos haciendo demasiado bien: no sabemos enseñarles respeto, o el valor del esfuerzo y el sacrificio, a mirar más allá de lo inmediato…
Que levante la mano quien no lo hace bien a propósito ¿Nadie? ¿Se puede decir entonces que todos queremos hacerlo bien?
En absoluto. Lo que queremos muchas veces los padres no es hacerlo bien, sino no hacerlo mal. Y no es un juego de palabras: son dos cosas bien distintas. Y sus efectos son muy diferentes.
Quien educa con miedo a equivocarse, quien educa para no fallar, hace mucho menos. “Yo nunca haría eso, no sea que…”, “Por si acaso, mejor no”, “Vamos a esperar a ver qué es lo que le gusta, porque nunca se sabe”,… Siempre hemos pensado, ante una pregunta de la que no sabemos la respuesta, que es mejor callarse que decir una tontería. Pero en educación eso no funciona así. La inacción y la falta de iniciativa tienen un coste mayor que poner en marcha algo que no funcione bien. Porque de lo que no funciona se aprende. De lo que no se hace, no se aprende. Y hay mucho que aprender. Como, por ejemplo, aprender a educar a cada hijo. Son distintos, y se educan uno a uno.
Quien educa con miedo al fallo también es como una veleta. No tiene convicciones, apunta donde sopla el viento. Cuando se trata de educar, ese viento cambiante puede ser la opinión de la suegra, el comentario de unos amigos, un programa de televisión, la cara de una señora en el mercado, el gesto de un maestro… Pero educar es guiar, mostrar el camino, y no se puede avanzar cambiando de dirección cada dos por tres. Así, lo único que se consigue es quedarse en el sitio de salida. Aunque sigamos un camino algo equivocado, si lo seguimos con decisión, avanzaremos hasta donde no se pueda seguir, y descubriremos que no era el camino adecuado. Entonces podremos dar la vuelta y caminar en otra dirección. Si hacemos eso, cuando volvamos al punto de inicio dejaremos atrás a todos aquellos que siguen dando vueltas sin llegar nunca a avanzar.
Por eso hay que educar sin miedo al error. Sentimos arruinaos la fiesta: si eres padre o madre te vas a equivocar mil veces. Pero si lo haces con criterio y convicción, tus hijos y tú iréis aprendiendo, y terminaréis avanzando. Como ves, después de todo, el miedo al error, en educación, es un gran error.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Saludos

Estimadas familias:

A partir del lunes vuestros hijos inician la aventura educativa 2017-2018, una nueva oportunidad para seguir creciendo como personas y como comunidad, una nueva oportunidad para alcanzar las metas que nos hemos trazado y que apuntan hacia la formación integral de nuestros estudiantes, una formación  centrada no sólo en la búsqueda de aprendizajes significativos, sino, muy especialmente, en la tarea de formar verdaderos seres humanos.
Con renovada esperanza y con el deseo de compartir y desarrollar un proceso educativo familia-colegio, de trabajo en equipo, de respeto y de muchos logros, les convoco a trabajar con generosidad y con total pasión por sus hijos, nuestros estudiantes, razón de ser de nuestro quehacer educativo, haciendo del CEIP "Pedro Sanz Vázquez" un espacio en el que podremos escucharnos, respetarnos, elegir, decidir, preguntar, compartir, construir y ser felices.
Lo hice en un correo anterior, pero vuelvo a saludar a los alumnos y familias que a partir del presente año se unen a nuestra comunidad educativa, reciban la más calurosa bienvenida, les invito a integrarse, a compartir y a trabajar por la calidad de una EDUCACIÓN PÚBLICA.
También, me gustaría saludar (aunque llevamos ya trabajando unos cuantos días juntos) y destacar la profesionalidad del Claustro que tenemos y su ardua tarea en las aulas, y fuera de ellas, todos y cada uno de los días.
Finalmente, os recuerdo que existen una serie de portales en la red para seguir la actualidad de nuestro Centro:
En Facebook:
Y también en Twitter:
@PedroSanzVzquez


“Education is the most powerful weapon we can use to change the world” 
“La educación es el arma más poderosa que podemos usar para cambiar el mundo”
Nelson Mandela
Daniel López Calvo
Director
¡¡¡Bienvenidos!!!