jueves, 19 de diciembre de 2019

La regla de los cuatro regalos de Navidad



Los niños no deberían recibir en Navidad más de cuatro regalos

Estefanía Esteban. Periodista

Ni ocho, ni diez ni doce. Cuatro. Cuatro es una cifra perfecta. Es la cantidad de regalos que recomiendan los expertos para los niños en Navidad. 
Ya me imagino que es un objetivo casi imposible. Toda la familia compite por hacer al niño feliz, e incluye sus deseos en su carta personal a los Reyes Magos. Al final, los niños se juntan con el regalo que encargó su tía, el que encargó su tío, el que pidieron sus abuelos, el que pidieron sus otros abuelos... los que apuntaron ellos... Y resulta que reciben tantos juguetes, que no son capaces de pasar más de un día seguido con uno de ellos. La solución para evitar este empacho de juguetes: la regla de los cuatro regalos de Navidad. 
En qué consiste la regla de los cuatro regalos de Navidad
La regla de los cuatro regalos navideños es bien sencilla. Consiste en seleccionar sólo cuatro cosas, basándose siempre en estos cuatro principios
1. Algo que sirva para llevar (ropa, zapatos, complementos...).
3. Algo que realmente deseen.
4. Algo que realmente necesiten.
Desde luego, se trata de apostar por la calidad frente a la cantidad, un auténtico desafío cuando se trata de niños. Porque ellos, evidentemente, sienten un afán desenfrenado por tenerlo todo, y si es posible, ya, en este mismo momento.
Pero... ¿realmente disfrutan cada vez que reciben una avalancha de juguetes? ¿Realmente valoran cada regalo? La respuesta es No. Cuanto más reciben, más vacíos se sienten, porque no son capaces de 'digerir' tal empacho.
Los niños reciben más juguetes en Navidad de los que necesitan
Según los últimos estudios, los niños reciben en Navidad diez veces más regalos de los que necesitan.  ¿Y no ocurre que a pesar de tener decenas de juguetes guardados, al final terminan jugando con los mismos siempre? ¿O quizás creando sus propios juguetes con cajas de cartón y cartulinas que encuentran por casa?
La razón es que poco a poco, ante tanto juguete, los niños pierden la ilusión. Y ante tanto estímulo, llega la apatía. Imagina que llega un día en el que le preguntas: ¿Qué le vas a pedir a Papá Noel? Y te contestará: no sé. Intenta que nunca llegue ese día. La Navidad, recuerda, no sólo se basa en regalar juguetes. Los niños son capaces de ver mucho más que nosotros en esta fiesta. Los villancicos, las tiendas decoradas con estrellas y espumillón, las luces, las reuniones en familia, los dulces navideños... Sólo necesitamos aprender un poco de ellos para disfrutar de otra forma durante estos días.

miércoles, 18 de diciembre de 2019

QUERIDOS REYES MAGOS: ¡¡¡QUIERO UN IPHONE!!!. Por Anais López (ORIENTACIÓN EDUCATIVA)

Ojeando las revistas de juguetes con mi hija mayor, me acordaba cuando yo era pequeña que una de mis preguntas era si los juguetes que los Reyes dejarían en casa llevarían las pilas para poderlos utilizar ese mismo día. Por suerte los Reyes Magos eran muy listos y año tras año aprendían cosas nuevas adelántadose a esas preocupaciones.

Hoy en día, las preocupaciones de nuestros hijos no giran en torno una simples pilas, sino que giran en cuánto me traerán y si lo que me traeran será lo suficientemente grande, lo suficientemente caro o si será el último modelo. La pilas se han ido sustituyendo por baterías y pantallas.

En la actualidad, donde las nuevas tecnologías acaparan parte de nuestro tiempo y atención, es necesario echar  un ojo con  más atención a aquellos regalos que han pedido nuestros hijos en su carta a los Reyes e intentemos no dejarnos llevar sólo por lo que les hace más ilusión, por lo que tienen sus amigos/as o por lo que se llevaAntes de ceder a sus deseos debemos ser críticos y plantearnos cuestiones tales como si lo que han pedido se adecua a su edad, si es un juguete educativo, bélico o si es nocivo para su salud.

A la hora de realizar nuestra función como Reyes Magos es importante hacerlo con toda la ilusión que ello conlleva pero sin perder el norte ni la dirección en la casa donde tenemos que dejar los regalos. Hay que saber seleccionar qué, cuántos y a quiénes van destinados aquellos regalos que ponen en la carta.

Hagamos una reflexión un poco crítica ante esto. No todo es válido y no todo es bueno aunque nos lo vendan y se lo vendan a los niños como educativo. El otro día leía un artículo sobre los beneficios del juego Fortnite para los adolescentes, defendiendo que tiene un componente educativo por encima de lo adictivo. A mí me gustaría centrarme en la parte adictiva más que en la educativa.

Estar delante de una pantalla horas no es educativo. No relacionarse con gente cara a cara no es educativo. El ruido, los estímulos agresivos, la postura corporal o la vista centrada en la pantalla…. NO ES EDUCATIVO. Sí es educativo pensar o buscar estrategias, pero hay mil juegos de mesa o de otro estilo que no requieren estar delante de una pantalla.

También nos subimos al carro de las peticiones en cuanto al móvil. En este sentido, como padres y madres debemos hacer una reflexión desde la responsabilidad, ya que muchas veces, y sin ser conscientes, somos nosotros mismos quienes buscamos excusas para que nuestros hijos tengan móviles y no uno cualquiera sino incluso uno de mayor calidad al que nosotros llevamos. Argumentos como “pobre, es que todos sus amigos los llevan”“así lo tengo siempre localizado” “los baratos no duran nada” no ayudan a que nuestros hijos empiecen a tomar decisiones en función de las necesidades y sí desde el capricho.

Cada vez veo más grupos de adolescentes con móviles que cuestan una cantidad indecente de dinero en el mercado ¿Realmente han de tener en sus manos una herramienta de comunicación tan cara? ¿Realmente están preparados madurativa y emocionalmente para usar estos aparatos? Y en este sentido, ¿los "Reyes Magos" se encargan de adjuntar un manual de instrucciones de funcionamiento específico donde no sólo se indica como se utiliza  sino que además indique los efectos secundarios que puedan tener?

En estas fechas que se acercan donde nos bombardean con todo tipo de juguetes, productos, donde la frase que más se escucha, por lo menos en mi casa es “me lo pido” y “quiero, quiero, quiero…” personalmente me vienen a la cabeza muchas preguntas en cuanto a la necesidad de no dejarme llevar por lo que creo que es lo “mejor” para mis hijos, o pensar que como los Reyes vienen una vez al año y podemos tirar la casa por la ventana dejándonos muchísimo dinero en cosas que utilizan los primeros días por ser la novedad y luego se acumulan junto con otros juguetes.

Hace poco vino a la consulta un padre y me contaba que todos los días jugaba a la Play con su hijo porque era un momento maravilloso para compartir una experiencia con él. No pasa nada si se juega un rato. Pero ese momento que un principio parecía inofensivo, se estaba convirtiendo en un ritual diario donde había una “competencia” entre ambos, y aunque el padre argumentaba que era un momento donde se fomentaba la comunicación padre-hijo, no era verdad. Hay demasiados estímulos para poder fomentar una conversación tranquila. Su hijo también empezaba a no controlar los tiempos de uso, dejando de lado algunas de sus responsabilidades o dejando de salir con los amigos para pasar horas jugando, a veces con su padre, pero también solo por la noche y a escondidas.

Hagámonos preguntas, reflexiones, tengamos una actitud crítica y  usemos nuestro papel como Reyes Magos de una manera más consciente y responsable.

viernes, 13 de diciembre de 2019

PROGRAMA DE ACTOS DEL FESTIVAL DE NAVIDAD 19/20 (20 DE DICIEMBRE)


CEIP “PEDRO SANZ VÁZQUEZ”.       NAVIDAD 19/20


Cada día es bueno para descubrir el significado más profundo de una sonrisa, un afectuoso saludo. La Navidad es un momento perfecto para volver a descubrir lo que realmente merece la pena. Bastan sólo cinco minutos, para reflexionar y entender que todo lo que necesitamos está dentro de nosotros. El conjunto de maestros del colegio aprovechamos para deseaos ¡Feliz Navidad!

Como el año anterior, la Fiesta de Navidad en el Centro se divide en dos acontecimientos, ACTUACIONES DE NAVIDAD Y MERCADILLO SOLIDARIO, Además, haremos dos pases: en primer lugar, actuarán los alumnos de Infantil y Primero (10,30) y, posteriormente, el resto de cursos de Primaria (12,30)

MERCADILLO SOLIDARIO. Venta de los trabajos hechos por los alumnos y cuyos beneficios serán destinados para apoyar a una ONG por determinar. Los más pequeños, una vez finalizada su actuación y el mercadillo, se volverán con sus profesoras a sus respectivas clases.

Para el MERCADILLO, como en años precedentes, se puede colaborar desde las familias trayendo algún dulce, pastel, algún aperitivo salado… También pedimos que, en la medida de lo posible, cada uno adquiera el trabajo que haya hecho el alumno en cuestión.

Los alumnos de Educación Infantil podrán venir disfrazados con cualquier motivo navideño. Se disfrazarán en casa, pero no en el centro.

La jornada lectiva será la habitual y acabaremos las clases a las 14’00 hrs.

PROGRAMA DE ACTOS DEL FESTIVAL DE NAVIDAD.

INFANTIL: 10,30:  BREVE PRESENTACIÓN DE LOS ACTOS.

  • 3 años: EL MUÑECO DE NIEVE.
  • 4 años: EL ESTORNUDO.
  • 5 años: TRES PASTELITOS.
  • 1º TUAIMA.
  • EL VILLANCICO DE LOS PIRATAS (TODOS)
  • VILLANCICO EN INGLÉS: “RUDOLPH THE RED NOSED REINDEER”
  • ENTREGA DE PREMIOS
  • MERCADILLO DE LOS MÁS PEQUEÑOS
PRIMARIA: 12,15

·    2º UNA ESTRELLA SIN NOMBRE.
  • 3º EL REGALO DEL NIÑO DIOS.
  • 4º LAS LETRAS A BELÉN.
  • 5º ES DE MARÍA.
  • 6º CAMINITO DE BELÉN.
  • EL VILLANCICO DE LOS PIRATAS (TODOS)
  • ACTUACIÓN CLASE DE BAILE DEPORTIVO.
  • BAILE DE ALUMNOS DE 5º: “DE ELLOS APRENDÍ” ( David Rees)
  • BAILE DE ALUMNOS DE 6º: “KISS AND MAKE UP” (BlackpinkDua Lipa )
  • MERCADILLO DE PRIMARIA.
PEDIMOS, POR FAVOR, QUE UNA VEZ QUE HAYAN VISTO LAS ACTUACIONES DE CADA PERIODO Y PARTICIPADO EN EL MERCADILLO ABANDONEN EL RECINTO POLIDEPORTIVO.


jueves, 12 de diciembre de 2019

EL PACTO PEDAGÓGICO


Un proceso de enseñanza y aprendizaje, con independencia de su naturaleza, conlleva un pacto entre dos partes. En la mayoría de las ocasiones, no se trata de un pacto explícito: no se habla de los términos del acuerdo ni se negocian las posiciones. A pesar de ello, el pacto está ahí, en las cabezas de las personas implicadas. Vamos a meternos en ellas... El pacto que nos invita a hacer la institución educativa, y que podríamos definir como "tradicional", viene a establecer lo siguiente:

En la cabeza del docente: YO vengo aquí a enseñar y TÚ vienes a aprender.
En la cabeza del alumnado: YO vengo aquí a aprender y TÚ vienes a enseñarme.

No parece un mal pacto. Los postulados son coherentes y compartidos por ambas partes. Sin embargo, esto no siempre se corresponde con la realidad. El origen de muchos problemas educativos tiene que ver con pactos en los que los términos difieren cual abismos siderales entre alumnado y docentes. Vamos a pensar mal...

En la cabeza del docente: YO vengo aquí a enseñar y TÚ solo vienes a incordiar.
En la cabeza del alumnado: YO vengo aquí a aprender y TÚ vienes a ponerme obstáculos.

Marc Prensky nos anima a preguntar a nuestros alumnos, a poner sobre la mesa los términos del pacto: "Te sorprenderás", promete. Además, advierte acerca de la necesidad de avanzar hacia una formulación que supere lo tradicional, de avanzar hacia lo que denomina "EL PACTO DE COASOCIACIÓN", que implica que el docente asuma un rol de mediador entre alumnado y conocimiento, que las relaciones en el aula sean más horizontales, que las tareas impliquen soluciones abiertas, o que la evaluación sea compartida. En definitiva, un pacto en los siguientes términos:


TÚ QUIERES APRENDER Y YO QUIERO QUE TÚ APRENDAS.

YO QUIERO APRENDER Y TÚ VAS A AYUDARME.


jueves, 5 de diciembre de 2019

¿Cómo lograr una autoridad positiva?


Tener autoridad, que no autoritarismo, es básico para la educación de nuestro hijo. Debemos marcar límites y objetivos claros que le permitan diferenciar qué está bien y qué está mal, pero uno de los errores más frecuentes de padres y madres es excederse en la tolerancia. Y entonces empiezan los problemas. Hay que llegar a un equilibrio, ¿cómo conseguirlo para tener autoridad?

En una de las primeras charlas que dí a un grupo de padres de un parvulario, una madre levantó la mano y me preguntó:
¿Qué hago si mi hijo está encima de la mesa y no quiere bajar?
Dígale que baje, - le dije yo.
Ya se lo digo, pero no me hace caso y no baja- respondió la madre con voz de derrotada.
¿Cuántos años tiene el niño?- le pregunté.
Tres años - afirmó ella.
Situaciones semejantes a ésta se presentan frecuentemente cuando tengo ocasión de comunicar con un grupo de padres. Generalmente suele ser la madre quien pone la cuestión sobre la mesa aunque estén los dos. El padre simplemente asiente, bien con un silencio cómplice, bien afirmando con la cabeza, porque el problema es de los dos, evidentemente.
¿Qué ha pasado para que en tan pocos meses una pareja de personas adultas, triunfadoras en el campo profesional y social, hayan dilapidado el capital de autoridad que tenían cuando nació el niño?
Actuaciones paternas y maternas, a veces llenas de buena voluntad, minan la propia autoridad y hacen que los niños primero y los adolescentes después no tengan un desarrollo equilibrado y feliz con la consiguiente angustia para los padres. El padre o la madre que primero reconoce no saber qué hacer ante las conductas disruptivas de su pequeño y que, después, siente que ha perdido a su hijo adolescente, no puede disfrutar de una buena calidad de vida, por muy bien que le vaya económica, laboral y socialmente, porque ha fracasado en el "negocio" más importante: la educación de sus hijos.
¿Cuáles son los errores más frecuentes que padres y madres cometemos cuando interaccionamos con nuestros hijos?
Antes de que siga leyendo, quiero advertirle que, posiblemente, usted, como todos -yo también- en alguna ocasión ha cometido cada uno de los errores que se apuntan a continuación. No se preocupe por ello. No es un desastre. Es lo normal en cualquier persona que intenta educar TODOS LOS DIAS. Tiene su parte positiva. Quiere decir que intenta educar, lo cual ya es mucho. En educación lo que deja huella en el niño no es lo que se hace alguna vez, sino lo que se hace continuamente. Lo importante es que, tras un periodo de reflexión, los padres consideren, en cada caso, las actuaciones que pueden ser más negativas para la educación de sus hijos, y traten de ponerles remedio.

Estos son los principales errores que, con más frecuencia, debilitan y disminuyen la autoridad de los padres:
  • La permisividad. Es imposible educar sin intervenir. El niño, cuando nace, no tiene conciencia de lo que es bueno ni de lo que es malo. No sabe si se puede rayar en las paredes o no. Los adultos somos los que hemos de decirle lo que está bien o lo que está mal. El dejar que se ponga de pie encima del sofá porque es pequeño, por miedo a frustrarlo o por comodidad es el principio de una mala educación. Un hijo que hace "fechorías" y su padre no le corrige, piensa que es porque su padre ni lo estima ni lo valora. Los niños necesitan referentes y límites para crecer seguros y felices.
  • Ceder después de decir no. Una vez que usted se ha decidido a actuar, la primera regla de oro a respetar es la del no. Él no es innegociable. Nunca se puede negociar el no, y perdone que insista, pero es el error más frecuente y que más daño hace a los niños. Cuando usted vaya a decir no a su hijo, piénselo bien, porque no hay marcha atrás. Si usted le ha dicho a su hijo que hoy no verá la televisión, porque ayer estuvo más tiempo del que debía y no hizo los deberes, su hijo no puede ver la televisión, aunque le pida de rodillas y por favor, con cara suplicante, llena de pena, otra oportunidad. Hay niños tan entrenados en esta parodia que podrían enseñar mucho a las estrellas del cine y del teatro.
    En cambio, el sí, sí se puede negociar. Si usted piensa que el niño puede ver la televisión esa tarde, negocie con él qué programa y cuanto rato.
  • El autoritarismo. Es el otro extremo del mismo palo que la permisividad. Es intentar que el niño/a haga todo lo que el padre quiere anulándole su personalidad. El autoritarismo sólo persigue la obediencia por la obediencia. Su objetivo no es una persona equilibrada y con capacidad de autodominio, sino hacer una persona sumisa, esclavo sin iniciativa, que haga todo lo que dice el adulto. Es tan negativo para la educación como la permisividad.
  • Falta de coherencia. Ya hemos dicho que los niños han de tener referentes y límites estables. Las reacciones del padre/madre han de ser siempre dentro de una misma línea ante los mismos hechos. Nuestro estado de ánimo ha de influir lo menos posible en la importancia que se da a los hechos. Si hoy está mal rayar en la pared, mañana, también.
    Igualmente es fundamental la coherencia entre el padre y la madre. Si el padre le dice a su hijo que se ha de comer con los cubiertos, la madre le ha de apoyar, y viceversa. No debe caer en la trampa de: "Déjalo que coma como quiera, lo importante es que coma".
  • Gritar. Perder los estribos. A veces es difícil no perderlos. De hecho todo educador sincero reconoce haberlos perdido alguna vez en mayor o menor medida. Perder los estribos supone un abuso de la fuerza que conlleva una humillación y un deterioro de la autoestima para el niño. Además, a todo se acostumbra uno. El niño también a los gritos a los que cada vez hace menos caso: Perro ladrador, poco mordedor. Al final, para que el niño hiciera caso, habría que gritar tanto que ninguna garganta humana está concebida para alcanzar la potencia de grito necesaria para que el niño reaccionase.
  • Gritar conlleva un gran peligro inherente. Cuando los gritos no dan resultado, la ira del adulto puede pasar fácilmente al insulto, la humillación e incluso los malos tratos psíquicos y físicos, lo cual es muy grave. Nunca debemos llegar a este extremo. Si los padres se sienten desbordados, deben pedir ayuda: tutores, psicólogos, escuelas de padres...
  • No cumplir las promesas ni las amenazas. El niño aprende muy pronto que cuanto más promete o amenaza un padre/madre menos cumple lo que dicen. Cada promesa o amenaza no cumplida es un girón de autoridad que se queda por el camino. Las promesas y amenazas deber ser realistas, es decir fáciles de aplicar. Un día sin tele o sin salir, es posible. Un mes es imposible.
  • No negociar. No negociar nunca implica rigidez e inflexibilidad. Supone autoritarismo y abuso de poder, y por lo tanto incomunicación. Un camino ideal para que en la adolescencia se rompan las relaciones entre los padres y los hijos.
  • No escuchar. Dodson dice en su libro El arte de ser padres, que una buena madre -hoy también podemos decir padre- es la que escucha a su hijo aunque esté hablando por teléfono. Muchos padres se quejan de que sus hijos no los escuchan. Y el problema es que ellos no han escuchado nunca a sus hijos. Los han juzgado, evaluado y les han dicho lo que habían de hacer, pero escuchar... nunca.
  • Exigir éxitos inmediatos. Con frecuencia, los padres tienen poca paciencia con sus hijos. Querrían que fueran los mejores... ¡ya!. Con los hijos olvidan que nadie ha nacido enseñado. Y todo requiere un periodo de aprendizaje con sus correspondiente errores. Esto que admiten en los demás no pueden soportarlo cuando se trata de sus hijos, en los que sólo ven las cosas negativas y que, lógicamente, "para que el niño aprenda" se las repiten una y otra vez.

Sin embargo, una vez que sabemos lo que hemos de evitar, algunos consejos y "trucos" sencillos pueden aligerar este problema, ofrecer un desarrollo equilibrado a los hijos y proporcionar paz a las personas y al hogar. Estos consejos sólo requieren, por un lado, el convencimiento -muy importante- de que son efectivos y, por otro, llevarlas a la práctica de manera constante y coherente.
Algunas de estas técnicas ya han sido comentadas al hablar de los errores, y ya no insistiré en ellas. Me limitaré a enunciar brevemente, actuaciones concretas y positivas que ayudan a tener prestigio y autoridad positiva ante los hijos:
    • Tener unos objetivos claros de lo que pretendemos cuando educamos. Es la primera condición sin la cual podemos dar muchos palos de ciego. Estos objetivos han de ser pocos, formulados y compartidos por la pareja, de tal manera que los dos se sientan comprometidos con el fin que persiguen. Requieren tiempo de comentario, incluso, a veces, papel y lápiz para precisarlos y no olvidarlos. Además deben revisarse si sospechamos que los hemos olvidado o ya se han quedado desfasados por la edad del niño o las circunstancias familiares.
    • Enseñar con claridad cosas concretas. Al niño no le vale decir "sé bueno", "pórtate bien" o "come bien". Estas instrucciones generales no le dicen nada. Lo que sí le vale es darle con cariño instrucciones concretas de cómo se coge el tenedor y el cuchillo, por ejemplo.
    • Dar tiempo de aprendizaje. Una vez hemos dado las instrucciones concretas y claras, las primeras veces que las pone en práctica, necesita atención y apoyo mediante ayudas verbales y físicas, si es necesario. Son cosas nuevas para él y requiere un tiempo y una práctica guiada.
    • Valorar siempre sus intentos y sus esfuerzos por mejorar, resaltando lo que hace bien y pasando por alto lo que hace mal. Pensemos que lo que le sale mal no es por fastidiarnos, sino porque está en proceso de aprendizaje. Al niño, como al adulto, le encanta tener éxito y que se lo reconozcan.
    • Dar ejemplo para tener fuerza moral y prestigio. Sin coherencia entre las palabras y los hechos, jamás conseguiremos nada de los hijos. Antes, al contrario, les confundiremos y les defraudaremos. Un padre no puede pedir a su hijo que haga la cama si él no la hace nunca.
    • Confiar en nuestro hijo. La confianza es una de las palabras clave. La autoridad positiva supone que el niño tenga confianza en los padres. Es muy difícil que esto ocurra si el padre no da ejemplo de confianza en el hijo.
    • Actuar y huir de los discursos. Una vez que el niño tiene claro cuál tiene que ser su actuación, es contraproducente invertir el tiempo en discursos para convencerlo. Los sermones tienen un valor de efectividad igual a 0. Una vez que el niño ya sabe qué ha de hacer, y no lo hace, actúe consecuentemente y aumentará su autoridad.

  • Reconocer los errores propios. Nadie es perfecto, los padres tampoco. El reconocimiento de un error por parte de los padres da seguridad y tranquilidad al niño/a y le anima a tomar decisiones aunque se pueda equivocar, porque los errores no son fracasos, sino equivocaciones que nos dicen lo que debemos evitar. Los errores enseñan cuando hay espíritu de superación en la familia.
Todas estas recomendaciones pueden ser muy válidas para tener autoridad positiva o totalmente ineficaces e incluso negativas. Todo depende de dos factores, que si son importantes en cualquier actuación humana, en la relación con los hijos son absolutamente imprescindibles: amor y sentido común.

Educar es estimar, decía Alexander Galí. El amor hace que las técnicas no conviertan la relación en algo frío, rígido e inflexible y, por lo tanto, superficial y sin valor a largo plazo. El amor supone tomar decisiones que a veces son dolorosas, a corto plazo, para los padres y para los hijos, pero que después son valoradas de tal manera que dejan un buen sabor de boca y un bienestar interior en los hijos y en los padres.
El sentido común es lo que hace que se aplique la técnica adecuada en el momento preciso y con la intensidad apropiada, en función del niño, del adulto y de la situación en concreto. El sentido común nos dice que no debemos matar moscas a cañonazos ni leones con tirachinas.
Un adulto debe tener sentido común para saber si tiene delante una mosca o un león. Si en algún momento tiene dudas, debe buscar ayuda para tener las ideas claras antes de actuar.

Pablo Pascual Sorribas
Maestro, licenciado en Historia y logopeda.