jueves, 28 de marzo de 2019

Motivos por los que tu hijo debería practicar deporte

Practicar un deporte con regularidad ofrece muchísimos beneficios, tanto físicos como psíquicos. Lo primero que nos viene a la mente cuando hablamos de hacer ejercicio, son todas las ventajas sobre nuestro cuerpo, desde mantener un peso saludable y mejorar la elasticidad y la coordinación, hasta fortalecer la musculatura y prevenir enfermedades.
Es innegable que realizar una actividad física favorece la salud corporal, pero, muchas veces, no se presta suficiente atención a la mejora de la salud mental. Facilitar el aprendizaje, mejorar el estado de ánimo, obtener más energía y reforzar la autoestima, son algunos de los efectos secundarios de entrenar con cierta periodicidad.
Además de todos estos motivos, los niños y adolescentes pueden sacar más provecho del deporte ya que se encuentran en una etapa formativa y especialmente sensible. De tal manera, el deporte representa una oportunidad para que los más jóvenes de la casa se relacionen con la sociedad y aprendan lecciones tan útiles y valiosas como que todo esfuerzo conlleva una recompensa y que hay batallas que se pierden. También, les mantiene alejados de hábitos perjudiciales como el consumo de tabaco, alcohol o drogas.
Diez beneficios de practicar deporte:
·         Un estilo de vida activo protege la salud. Practicar deporte con regularidad, treinta minutos al día cuatro o más veces por semana, mejora las funciones cardiovasculares y, por tanto, disminuye el riesgo de sufrir varias enfermedades como la cardíaca, presión arterial alta, niveles elevados de colesterol en sangre e incluso, algunos tipos de cáncer.
·         El deporte fortalece los huesos y lo músculos. Esto disminuye el riesgo de sufrir fracturas y en última instancia baja el riesgo de osteoporosis. La actividad física contribuye a una adecuada maduración del sistema muscular y esquelético, además de corregir posibles defectos físicos. Huesos y músculos fuertes son la base para un crecimiento adecuado.
·         Mejor coordinación y flexibilidad. El cuerpo se mueve con más elasticidad y permite un nivel más amplio de estiramiento. Este hecho también protege a los niños y niñas de posibles lesiones, ya que como mejor sea su coordinación y mayor sea la flexibilidad de sus músculos evitaran y amortiguaran las caídas y golpes.
·         El ejercicio físico es la mejor manera de conseguir un peso saludable y, junto a una dieta equilibrada, evitar enfermedades como la obesidad, uno de los males de la infancia más habituales en la actualidad. Si los niños se mantienen activos, resultará más sencillo mantener y regular el peso corporal. También, es una manera más de evitar el sedentarismo y fomentar la realización de los trayectos cortos, caminando o paseando.
·         Potencia la creación de hábitos saludables, desde la propia práctica del ejercicio a una alimentación sana o una adecuada higiene corporal. Hacer ejercicio con cierta regularidad favorece a la elaboración y regularización de hábitos, costumbres i rutinas que, a medida que los niños y niñas crezcan, formaran parte de su personalidad.
·         Cuando se tiene un buen estado físico, el cansancio es menor y también se tiene mayor energía y resistencia durante el día. El ejercicio físico ayuda a descargar tensiones, disminuye el estrés y, en consecuencia, mejora la calidad de sueño. Este tipo de actividad puede frenar los impulsos excesivos de los más pequeños de la casa que aún no saben controlar el exceso de nervios o de energía.
·         Mejor estado de ánimo y sensación de bienestar. Muchos deportistas describen sensaciones de alegría y mejor humor cuando se ejercitan con regularidad. Esto es así porque el ejercicio estimula la liberación de endorfinas, sustancias naturales que produce el cuerpo y promueven la sensación de bienestar y vitalidad. De esta manera, se consigue el mantenimiento de un buen estado de ánimo, más fuerte para afrontar los problemas y contratiempos del día a día.
·         Practicar algún deporte es una oportunidad para que tu hijo se relacione con otros niños o adultos, siguiendo una serie de reglas y normas del juego. La mejor manera de socializar y que aprenda a ser más colaborador y menos individual, además de enseñarle a aceptar y respetar a sus semejantes así como reconocer que existe alguien que sabe más que él. Los deportes en equipo son una manera de compartir triunfos y derrotas, formar parte de un equipo, trabajar unidos para conseguir un objetivo común y de obtener disciplina. Algo que, sin duda, beneficia a quien lo practica en todos los ámbitos de la vida cotidiana.
·         Es un canal más para mejorar la autoestima de niños y adolescentes que por su cuerpo pueden tener problemas de integración, por sentirse demasiado altos o bajos, o gordos o delgados. Estas sensaciones y complejos son más fáciles de aceptar cuando se forma parte de un equipo y cuando se tiene la capacidad para controlar su cuerpo. Estar integrado en la práctica de un deporte genera, poco a poco, que el niño supere su timidez y aumente su seguridad y confianza en sí mismo.
·         Los niños a través del deporte pueden darse cuenta del valor y de la importancia de realizar un trabajo y esfuerzo No todos los objetivos se alcanzan de inmediato y es importante que entiendan los sacrificios y las dificultades que a veces surgen. Valores como la constancia, el rigor y la motivación son claves para disfrutar los triunfos y afrontar que hay batallas que también se pierden. Es una manera de ayudar a los niños que tienen poca tolerancia a la frustración.

martes, 19 de marzo de 2019

¿CÓMO APRENDEN LOS NIÑOS?, por Laura Estremera Bayod.

La escuela no debería de servir para “igualar” a todos los niños porque tenemos que partir de la idea no de que todos son iguales, sino de que todos son diferentes y por lo tanto, a los aprendizajes se puede llegar desde caminos diversos.

Piaget nos ofreció la teoría del desarrollo cognitivo, la que explica cómo se desarrolla la inteligencia a través de una serie de estadios en los que lo importante es la secuencia, es decir que uno ocurre detrás de otro (las edades son orientativas) teniendo en cuenta que los estadios previos siempre siguen presentes y que esta inteligencia se construye de forma activa tomando del entorno lo que se necesita en cada momento.

Durante los 2 primeros años aproximadamente, Piaget, estableció que la inteligencia se desarrollaba a partir del movimiento y del desarrollo sensorial, de ahí la importancia de que los niños y niñas pequeños puedan moverse libremente, que aprendan por sí mismos a voltear, a desplazarse, a gatear, a andar… así como que estén en contacto con materiales y objetos diversos.

A partir del segundo año y hasta los 6 aproximadamente, más o menos la etapa del segundo ciclo de educación infantil, la inteligencia se desarrolla a través del juego simbólico, el lenguaje, las imágenes mentales y del dibujo libre. Habéis leído bien ¡el juego libre! ese que generalmente tiene poco espacio en la escuela porque se considera que hay actividades dirigidas más importantes que hacer para el desarrollo antes que simplemente jugar, cuando realmente para el desarrollo de esta se necesita jugar, dibujar, imaginar, hablar, hacer, tocar, moverse, crear… y no fichas, lecciones, permanecer sentado, actividades dirigidas…

A partir de los 6 años aproximadamente y durante toda la primaria los niños y niñas están en una etapa que se denomina de operaciones concretas, que como su nombre indica, aprenden a través de lo concreto, de la manipulación, haciendo y no tanto de la palabra, del discurso verbal, de la vista, del libro de texto, de trabajar en el cuaderno, de los ejercicios, de la lección, de la pizarra… porque necesitan tocar, interiorizar los conceptos desde el tacto, desde el movimiento… los materiales manipulativos deberían de tener una presencia importante en esta etapa.

Y ya, a partir de los 12 años o más adelante, en la etapa de secundaria, los niños y niñas desarrollan su inteligencia a través de los conceptos abstractos, del lenguaje, de la audición, es decir en esta etapa ya pueden aprender realmente de las lecciones, de lo que otros explican, del libro de texto… como hacemos los adultos.

Aunque quizá ese sea el punto de partida del problema, porque como habréis observado generalmente no se respeta cómo aprenden realmente los niños y niñas, de hecho, se tiende a ofrecerles lo que para nosotros es más cómodo, es decir, como nosotros aprendemos a través la vista, de las explicaciones lógicas, del discurso verbal de los otros… nos debe de parecer que ofreciéndole lo mismo a los niños van a adquirirlo de la misma forma que lo hacemos los adultos, pero ya vemos que no es así.

Deberíamos de tomar conciencia de:

-Que el juego libre es esencial como mínimo hasta los 6 años, es su principal forma de aprender y de desarrollar su inteligencia, digo como mínimo porque los niños y niñas tienen ritmos diferentes como vimos en el artículo anterior. Y además, como hemos visto que unos estadios se apoyaban en los anteriores, el juego siempre debería de estar presente tanto en el tiempo libre como en la escuela.

-Que los niños y niñas aprenden de la realidad, de sus vivencias y no a través de fotografías, discursos verbales… En vez de ofrecer un mural sobre las estaciones ¡salgamos al patio!

-Que en primaria, la inteligencia se desarrolla sobre lo concreto, lo que se puede ver, tocar, mover… por lo que los materiales manipulativos (Montessori, regletas…) el poder hacer, debería de tener prioridad sobre las explicaciones verbales, el libro de texto y el trabajo con lápiz y papel, que es abstracto. No es lo mismo “tocar” una multiplicación, entender el concepto, que memorizar las tablas.

-Que las situaciones cotidianas están llenas constantemente de oportunidades de aprendizaje que muchas veces se pierden por “no haber tiempo” para ellas y a cambio ofrecemos lo que estaba programado, que muchas veces está totalmente descontextualizado.

-Que los niños y niñas aprenden de las situaciones reales, de lo que es importante para ellos, de lo que despierta su interés, por lo que no podemos ofrecer a todos lo mismo, ya que la inteligencia se construye de forma activa, no siendo meros receptores de la información que otros nos ofrecen, por lo que en el aula deberá de haber diferentes propuestas para que cada niño y cada niña, pueda construir los aprendizajes desde diferentes caminos.


Laura Estremera Bayod

Maestra de audición y lenguaje, Educadora infantil y Psicomotricista.
Autora del blog Actividades para el primer ciclo de educación infantil, del libro CRIANDO (de descarga gratuita) y del libro SER  NIÑOS ACOMPAÑADOS.

jueves, 14 de marzo de 2019

Los niños no tienen que aprenderlo todo en educación infantil, por Mel Elices.

Pues no, los niños no tienen que aprenderlo todo en educación infantil
La verdad es que no sé qué le pasa a la gente con los seis años. Parece que antes de esa edad los niños pequeños ya tienen que saber leer, escribir, sumar, restar y no sé qué cuántas cosas más. Parece ser que el segundo ciclo de educación infantil (incluso el primero) es un escenario que se debe pasar a toda prisa y con unos objetivos bastantes exigentes y ridículos. Algunas personas, y eso incluye también a algunos padres, no son conscientes de que no todos los niños tienen el mismo ritmo de maduración.
 ¿Aprender a leer y a sumar en educación infantil?
Por ejemplo, no creo que leer y aprender a sumar (operaciones sencillas. Y sí, hay centros en educación infantil que ya enseñan a sumar) sea uno de los objetivos importantes de la etapa. Estamos hablando de que algunos maestros de educación infantil están pidiendo por las redes sociales ejercicios matemáticos para hacer con niños de cuatro años). ¿Ejercicios matemáticos? ¿Niños de cuatro años? Es que me parece algo exagerado y absurdo.
Pero eso al sistema educativo, a algunos padres ya los maestros les da igual. Están empeñados en que antes de los seis años (y si es antes de esa edad, mejor), sus alumnos e hijos ya tienen que ser casi unos expertos lectores, escritores y futuros matemáticos. Y cuidado: algún que otro progenitor podría enfadarse si algún maestro o profesor decidiera no llevar esa tarea a cabo en su aula. Lo peor de todo es que están convirtiendo la educación infantil en una preprimaria. Y eso no está bien. ¡Cada cosa a su tiempo, por favor! Y sobre todo, respeto al ritmo de los niños. 
 ¿Se adelantan aprendizajes en educación infantil?
Pero, ¿por qué tanta prisa? ¿realmente hay algún estudio en el que se diga que aprender a leer y a escribir en educación infantil será mejor para los pequeños? ¿obtendrán mejores calificaciones entonces? Pues hasta dónde yo sé, la respuesta es no. Un niño que sabe leer y escribir desde los cinco años no será mejor que uno que no sepa. Y tampoco obtendrá mejores notas. De hecho, lo único que he leído han sido artículos dónde explican que no se puede obligar ni exigir a un niño que aprenda algo cuando no está preparado (y menos algo tan importante como la escritura y la lectura).
Y menos algo que requiere un tiempo, un ambiente, unas habilidades, conocimientos concretos y por supuesto, experiencia previa de los maestros y educadores. La mayoría de países que tenemos alrededor se echan las manos a la cabeza cuando leen o escuchan que en España enseñan a un niño a leer antes de los seis años, cuando por ejemplo, los innovadores fineses se centran en actividades lúdicas, en la educación emocional, en la imaginación, en la diversión y en la creatividad. 
Me parece poco que únicamente se lleven las manos a la cabeza y que no estemos en el ojo del huracán de la educación (que a veces es así como me siento). Me da la sensación de que al entrar en el segundo ciclo de infantil se produce un proceso de velocidad y aceleración increíble. Y que en muchos centros para conseguir esos objetivos que tienen como principales, utilizan esa metodología de “la letra con sangre entra”. Menos mal que algunos maestros y padres no se dan cuenta de que esa no es la mejor opción. Ni mucho menos.
¿A veces se produce un aprendizaje obligado?
Si se obliga a aprender a un niño algo que todavía no le interesa, algo por lo que no ha mostrado curiosidad, y encima con tan poca empatía, sensibilidad y consciencia, lo único que se va a conseguir es que el niño se encierre en sí mismo y se desmotive. Y no sólo se desmotivaría y se encerraría en sí mismo, sino que esa presión y esa exigencia podrían causarle enfermedades como una depresión infantil, ansiedad, problemas de alimentación y de sueño. ¿Y qué harían entonces los padres y las familias?
Está claro que el periodo de la educación infantil debería ser mucho más flexible. Y con esto no quiero decir que no haya escuelas que no lo sean, pero la gran mayoría de ellas siguen al pie de la letra los objetivos marcados, siendo buenos o no para los más pequeños. Parece que a algunos centros únicamente les importa no salirse en ningún momento del guión. Pero lo que es cierto, es que los centros educativos de infantil deberían ser un entorno lúdico, flexible, donde se fomentara las ganas de aprender a través del juego, la imaginación, la experimentación y la creatividad.
Es una pena como una etapa tan preciosa como es la educación infantil, se llene de estrés, agobios, desmotivación y poca emoción. La educación infantil no consiste en dar fichas a los niños para que ellos las resuelvan estando sentados en la silla sin moverse. Un niño tan pequeño no debería sentirse agobiado por aprender a sumar y a leer de forma obligada. La educación infantil es una etapa de descubrimiento, de convivencia, de experimentación, de autoconocimiento y de emociones. ¿Qué sentido tiene empezar a estresar a los niños en esta etapa?
Mel Elices Agudo
Asesora de formación para educadores, maestros y profesores. Consultora educativa para familias en melelices.com.
Alcalá de Henares, Madrid, España.



viernes, 8 de marzo de 2019

Decálogo para educar en la igualdad de género, por Victoria González.

Aunque la situación ha cambiado mucho en los últimos años, todavía queda un largo camino para llegar a la igualdad de género. La sociedad no espera lo mismo, ni ofrece idénticas oportunidades a hombres y a mujeres. Además, se valora de manera más positiva a quienes se ajustan a las expectativas y los roles dominantes.

Luchar contra la violencia de género es cosa de todos y visibilizar la condena a esta lacra social también. 

Algunos estudios han demostrado que los hombres que despliegan características “masculinas” y las mujeres que exhiben características “femeninas” reciben evaluaciones más positivas que quienes no lo hacen, según explica el informe de la campaña “Muévete por una educación de igualdad”, impulsada por Ayuda en Acción, Entreculturas e InteRed y apoyada por la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo.

Y es que no somos conscientes, pero todos tenemos muy arraigados algunos prejuicios y actitudes machistas que seguimos reproduciendo generación tras generación, seguramente porque es lo que hemos observado e interiorizado desde que éramos pequeñitos. Por eso, la educación es fundamental para romper con estos prejuicios. En casa, los padres son el ejemplo a seguir, y conviene reflexionar sobre los valores que se transmiten a los hijos. Para ello, es útil hacerse preguntas del tipo: ¿Quién toma las decisiones importantes en casa? ¿Cómo se organiza el reparto de tareas? ¿Cómo se resuelven los conflictos?

“Los adultos que rodean a los niños son una fuente de información constante, que es aceptada por ellos sin filtro ni cuestionamiento. De manera silenciosa, los niños y niñas integran todo lo que les llega y lo imitan”, explica Sergio Díez, coordinador de la Escuela de Filósofos de los Colegios Brains. Desde estos centros educativos se sugiere un decálogo de buenas prácticas para padres y profesores que puede ayudar a educar a los más pequeños y a prevenir la discriminación y la violencia de género:

 1. Observar y escuchar.

Es importante observar cómo se relacionan nuestros hijos con sus compañeros y compañeras, entender qué conceptos manejan.
 2. Desmontemos los prejuicios.

Cuando afirman algo categóricamente hay que responder con una pregunta: ¿por qué? Por ejemplo, si nuestro hijo nos dice que fregar es de mujeres, podemos preguntarle: “¿Por qué es de mujeres? ¿Los niños no tienen manos? ¿Por qué no van a saber fregar?”. Al tratar de razonar el prejuicio, éste acaba autodestruyéndose.

Además, recordemos la discriminación también se produce hacia el género masculino: todavía existe una percepción de  quelos niños deben ser más duros, mientras que las niñas son sensibles. Está peor visto y a muchos chicos se les ridiculiza por llorar, o por mostrar una mayor sensibilidad, y esos son prejuicios que también debemos esforzarnos por desmontar.
3. No se puede generalizar.

Debemos hacerles comprender que las generalizaciones conducen a error. Cada persona es única e irrepetible, y tiene virtudes, defectos y capacidades propias, independientemente de si es hombre o mujer.

Tenemos características propias que nos vienen dadas por nuestro sexo, pero esto no debería que implicar que tengamos distintas oportunidades o que se espere que nos comportemos de una forma u otra.

4. Implicar a los niños y niñas en las tareas del hogar.

Asignarles responsabilidades o actividades cotidianas que tradicionalmente han sido consideradas 'cosas de mujeres' o 'cosas de hombres'.

 5. Compartir la información, debatir con ellos.

Es bueno hablar con ellos de la información que reciben en la escuela, en la televisión, de sus amigos… así generamos el hábito de conversar y discutir ideas en casa y fomentamos en los niños el espíritu crítico. Además, nos ayuda a entender cómo son, qué ven, qué piensan y cómo se sienten.

 6. Comprender nuestras propias limitaciones en cuanto a género.

Hemos sido educados en una sociedad que, igual que hoy, pretendía asignar un rol a cada sexo, y por eso nosotros mismos, tanto hombres como mujeres, tenemos interiorizadas algunas actitudes discriminatorias. Es bueno mirarnos con ojo crítico y, de alguna manera, reeducarnos.

 7. Responde sus dudas.

Debemos procurar que el momento de la televisión lo compartan con nosotros, y tenemos que responder a cualquier pregunta que les surja respecto a aquello que están viendo, incluidas las aquellas sobre sexualidad o relaciones entre hombres y mujeres.

 8. Juegos “unisex”.

Muchos juegos tradicionales no necesitan herramientas, ni tienen roles definidos: el pañuelo, la gallinita ciega, el rescate... son divertidos, no entienden de género, ¡y no pasan de moda!

 9. Da ejemplo.

Ellos nos observan y son como esponjas: repiten nuestras palabras e imitan nuestros comportamientos. Ven cómo nos relacionamos con ellos, con nuestra pareja, con nosotros mismos, con el entorno familiar y con la sociedad. Los patrones de comportamiento se heredan, y no es sencillo desligarse de esta influencia familiar. Evitemos roles, tópicos, lugares comunes respecto al género, y dejemos que vayan creando sus propias opiniones desde el respeto y la empatía por lo diferente.

10. El aprendizaje nunca se acaba.

Para enseñar hábitos, debemos ser nuestra mejor versión posible. Y para ello tenemos que desaprender, criticarnos, ver y comprender la realidad de nuestro entorno y cambiar lo que no funciona.

Fuentes: Escuela de Filósofos de los Colegios Brains y campaña “Muévete por la Igualdad” de Ayuda en Acción, Entreculturas e InteRed y Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo.