jueves, 25 de marzo de 2021

Educación emocional, la asignatura pendiente en el aprendizaje del futuro.

 Escrito por Javier Menéndez Sánchez Julia Romero.

Dijo Irving Berlin que “la vida es un 10% lo que te ocurre y un 90% cómo te lo tomas”, en clara alusión a la capacidad que tenemos las personas de adaptarnos a las circunstanciasIgual de claro fue el emperador romano Marco Aurelio, escribiendo que “la calidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos”.

En un contexto de incertidumbre como el actual, en plena pandemia por la Covid-19, la gestión de las emociones y pensamientos es más importante que nunca. Siempre lo es, sin duda, pero ahora que tantos ámbitos están en crisis -sanitario, económico y laboral- es esencial para no desanimarse. La vida sigue, con todo, y es preciso entenderlo y adaptarse cuanto antes.

La educación también ha tenido que hacerlo rápido. Los alumnos han cambiado el formato presencial, en las aulas, por videoconferencias desde su ordenador. Y el resultado ha sido positivo: útil, al menos, para continuar los aprendizajes en la distancia.

Toda crisis tiene sus desgracias y oportunidades

Sin embargo, esta correcta gestión emocional no es fácil. No lo es cuando miles de ciudadanos en todo el mundo se están contagiado, cuando una empresa quiebra o decide recortar gastos, o cuando tu contacto con amigos y familiares se limita a una pantalla hasta nuevo aviso.

Nuestra sociedad, tan avanzada en tantos campos, no estaba preparada para un golpe así de repentino que ha sido capaz de sacudir y parar el mundo entero en cuestión de semanas y cuyo origen resulta, incluso a día de hoy, desconocido. De película de ciencia ficción, vaya.

Lo bueno es que, como toda crisis, esta pandemia tiene también sus efectos positivos. El principal, quizá, es que está actuando como un potente revulsivo personal: es casi imposible no cuestionarse las propias metas y prioridades; un ejercicio de introspección y consciencia que de otra forma no se produciría a escala global.

Una crisis tan grande nos obliga a replantearnos muchas cosas, como agradecer las cosas buenas que, a menudo, pasamos por alto; o darle importancia a lo que realmente la tiene.

 

Como conjunto, ocurre algo similar. Las organizaciones e instituciones son inertes, pero funcionan mediante decisiones y trabajo humano.

El virus también las ha impactado negativamente, pero a la vez, enfocando lo positivo, es una oportunidad: el teletrabajo se ha convertido en la manera de trabajar de millones de ciudadanos.

Esta manera de entender la jornada laboral, más humana, considera la calidad de vida de los trabajadores. Pasada la pandemia, es probable que esta fórmula continúe; al menos, ciertos días por semanas o como opción.

De la enseñanza tradicional al valor de las emociones

Por su parte, la educación está implementando la digitalización. Pero, además, es previsible que vivida esta experiencia, los docentes introduzcan distintos enfoques a sus enseñanzas, con un mayor componente emocional.

Nassim Taleb, ensayista y estadístico, plantea que los profesores hablen de la incertidumbre, tan característica de nuestro tiempo. Si están preparando a las futuras generaciones para su carrera profesional, es interesante que las mentalicen bien del terreno de juego.

La resiliencia, la capacidad de adaptarse a tanto cambio y la creatividad serán decisivas. Y la educación, si pretende acercarse a la realidad laboral, irá incorporando su desarrollo poco a poco. Igual que el resto de las competencias sociales y emocionales, que ya se señalan como la clave del éxito en el trabajo.

El futuro pasa por la educación emocional

No en vano, en algunos países, la educación emocional es uno de los ejes vertebradores de la formación de los jóvenes. Por ejemplo, en Finlandia, donde se fomenta el trabajo en grupo y la participación de los alumnos por encima de la memorización. Además, las clases tienen un trato más personalizado y un carácter más lúdico y creativo.

 

En Dinamarca, los niños reciben formación en empatía, esa capacidad tan necesaria para una buena relación con otras personas. Los profesores enseñan a identificar emociones y a gestionarlas, una tarea que realizan junto con los propios alumnos, para que se abran más y participen, ayudando a sus compañeros.  

Pero no hace falta irse hasta los países nórdicos para encontrar esta ansiada educación emocional. Otros países como Malta -con el programa EPS (Educación Personal y Social)-, Reino Unido o Suiza -con el programa PFADE- llevan cierto recorrido. También, México -con el programa Amistad para siempre-, Argentina, República Dominicana y Nueva Zelanda.

En España, poco a poco, van surgiendo iniciativas. Como la puesta en marcha en Canarias, desde 2014, en la que los alumnos de Primero a Cuarto de Primaria tienen 90 minutos de Educación Emocional. Un tiempo que los docentes implicados aseguran que está bien invertido, ya no solo por las implicaciones psicológicas y relacionales, sino por el rendimiento académico, que es mayor. Beneficios no faltan.

El futuro próximo exige este tipo de formación humana. Cualquier proyecto educacional que se precie, como auguraba el célebre Eduard Punset, debe contemplarla en su programa como pilar central. Solo así los alumnos podrán completar la educación que reciben en casa, con su familia, y crecer de una manera más sana y empática con los demás.

 


miércoles, 17 de marzo de 2021

“La educación debería ser un entrenamiento sobre cómo aprender”

 Entrevistamos a Alfons Cornella, consultor educativo con experiencia en el campo de la innovación, que nos cuenta cómo será en su opinión el futuro de la educación.

Con más de 20 libros sobre tecnología e innovación, Alfons Cornella, consultor educativo con una amplia experiencia en el campo de la tecnología, acaba de publicar ‘Educar humanos en un mundo de máquinas inteligentes: 100 ideas y reflexiones acerca de la nueva educación que necesita la sociedad’. En esta obra reflexiona sobre cómo debe ser la educación que forme a los estudiantes para empleos que ni siquiera existen, prestando especial atención al lugar que las máquinas tendrán en todo ello.

¿Hacia dónde se dirige la educación actual? ¿Cómo será en el futuro?

Nadie lo sabe con certeza. Pero hay cada día más opiniones alrededor de dos ideas: sea lo que sea lo que venga, se centrará en descubrir y sacar partido al talento personal de cada uno, y en aprovechar las habilidades humanas que una máquina tiene difícil replicar. Por tanto, el futuro de la educación es lo que yo denomino ‘artesanía de humanos’: ayudar a descubrir el talento de los estudiantes, y estimularlos después a utilizarlo para hacer algo diferencial (cuanto más único mejor) y diferente de lo que pueda hacer una máquina. Por tanto, y aunque suene paradójico, el futuro de la educación es formar humanos diferentes y únicos.

¿Para qué se está educando a los estudiantes del presente?

Para aprender unos conocimientos que les permitan trabajar en algo que en pocos años no existirá. No formamos en ‘aprender a aprender’ ni a adaptarnos activamente a las nuevas condiciones del entorno. La educación debería ser un entrenamiento sobre cómo aprender, y, más exactamente, un entrenamiento a cómo tú aprendes, a tu forma particular de aprender. Ayudarte a descubrir para qué estás especialmente dotado (talento natural) y a determinar cómo aprendes (cómo incorporas nuevas habilidades, y sí, también nuevos conocimientos). Algo que creo que no se está haciendo a día de hoy.

¿Cuáles son las habilidades que deben desarrollar ahora para poder enfrentarse a su futuro laboral?

Sobre todo, a corto plazo, ‘aprender a aprender’: aprender a leer rápido, aprender a entender, aprender a sintetizar, aprender a presentar, aprender a desaprender también a aprender a concentrarse y a relajarse. Aprender a colaborar y a empatizar con otros humanos. Aprender a crear si ese es tu talento y también a aprender a utilizar máquinas como una forma de aumentar tus capacidades y habilidades. Perder el miedo a pensar por ti mismo o a arriesgarte a experimentar.

“El mundo al que vamos es demasiado complejo para desaprovechar el talento de las próximas generaciones”

En su libro hace referencia a que son necesarios muchos cambios: en docentes, espacios, métodos… ¿De qué forma deben cambiar?

Creo que el más relevante es que los alumnos deben aprender resolviendo situaciones lo más reales posibles. Y para ello deben incorporar ideas, herramientas y procesos. Me imagino una jornada en el aula que consiste en debatir, encontrar información, desarrollar conocimiento o experimentar al respecto. Un ejemplo: tratar sobre cómo llega el agua potable al grifo (algo realmente complejo y que involucra muchos conocimientos, tecnologías y ciencias sociales). Eso implica que no existen aulas-jaula, que existen herramientas para buscar la información y las personas para ayudar a discriminar la información relevante de la que no lo es. Cada día, una idea, un descubrimiento (¿qué hemos preguntado hoy?), una percepción de lo diversos y complejos que somos los humanos.

¿Será la inteligencia artificial clave para conseguir ese cambio?

Lo que creo que será clave es cómo aprendemos a combinar la inteligencia humana con la inteligencia artificial, cómo multiplicamos nuestras capacidades humanas por las de las máquinas inteligentes. La inteligencia artificial puede que cambie el mundo, pero tenemos que asegurarnos que somos nosotros los que controlemos que lo haga bien. En este sentido, en los centros educativos, si ya estamos llegando a tarde a sistematizar el proceso educativo para que cada estudiante entienda cómo funciona un programa (‘o sabes programar o te programan’), imaginémonos cómo de rápido deberíamos avanzar para que pudieran entender cómo funciona una máquina inteligente. O incorporamos la IA en la escuela o pronto a la mayoría de la población, y lo que ocurre a su alrededor, les parecerá pura magia: no entenderán nada y se someterán sin esperanza de poderlo controlar.

¿El aprendizaje de materias como robótica o programación en la escuela actual es el inicio de lo que vendrá?

Seguramente, pero insisto en que esto es solo una parte de la agenda. Hay que perderle el miedo a la tecnología (son herramientas), pero lo más importante es aprovechar las características únicas de los humanos: su creatividad, imaginación, inspiración, empatía, colaboración, resiliencia, compasión, capacidad de riesgo o capacidad de querer, por supuesto, el amor, la pasión, el arte o la música. Hay que hacer que cada humano pueda desarrollarse. No es una cuestión de ‘buenísmo’ sino de eficacia: el mundo al que vamos es demasiado complejo para desaprovechar el talento de las próximas generaciones.

“Hay que perderle el miedo a la tecnología (son herramientas), pero lo más importante es aprovechar las características únicas de los humanos”

¿Qué papel tendrán las máquinas en la educación?

Es difícil de pronosticar, pero creo que en la línea de lo ya dicho, lo que viene es la ‘multiplicación’ de humanos por máquinas: humanos que aumentan sus capacidades naturales con máquinas, y máquinas que aprenden de los humanos. Es posible que las máquinas almacenen datos y conocimientos y que den respuestas, pero nuestra esperanza es que nosotros podamos seguir haciendo las preguntas.

Comenta que la misión fundamental del maestro es descubrir y desarrollar talentos, ¿de qué forma puede hacerlo con los recursos actuales?

Hay casos de escuelas en todos los rincones del mundo sin muchos recursos, en los que el docente hace esa función de descubrimiento y proyección de las posibilidades del alumnado. Es cierto que para hacerlo puede que les falten herramientas, pero se pueden construir (de hecho, nosotros lo hemos hecho en un proyecto). Creo que el problema principal es que el trabajo del profesorado debería ser muy vocacional. Y parte de esa vocación debería ser hacer crecer humanos felices. Menos obsesión por pasar exámenes y pruebas y más energía en hacer que cada estudiante encuentre aquello que se le da muy bien, y que si llega a hacerlo le dará felicidad, para convertirse en un ciudadano que haga mejor la sociedad en la que vive.


jueves, 11 de marzo de 2021

COEDUCACIÓN E IGUALDAD

 

Coeducar es educar bajo un modelo libre de machismo, de sexismo y, por tanto, de violencias machistas. Es la educación en igualdad, es decir, claramente feminista. Es superar los estereotipos, las desigualdades impuestas socialmente para niños y niñas desde el androcentrismo dominante. Cuando hablamos de coeducación se trata de dar las mismas herramientas a niños y a niñas para que desarrollen sus capacidades y aptitudes sin diferencias entre unos y otras. El sistema educativo de nuestro país tiene amplio margen de mejora y una urgencia para que los niños y niñas que están escolarizados hoy sean personas igualitarias del mañana.

Paqui Méndez es la presidenta de l’Associació per la Coeducació y directora de Cortometrajes por la Igualdad: “La escuela coeducativa tiene que eliminar los mandatos de género, tiene que superar los estereotipos, tiene que ayudar y facilitar herramientas para acabar con las desigualdades y las jerarquías culturales e ideológicas. También tiene que incentivar y ayudar a que los niños también sean libres, que puedan expresar sus sentimientos, no ser los primeros en todo, educarlos en el cuidado, la empatía, el respeto y el buen trato”. Carmen Ruiz Repullo, experta en prevención de las violencias machistas en la juventud, además de profesora de la Universidad Pablo de Olavide, considera que necesitamos transformar la mirada educativa que hemos tenido hasta ahora, además de un compromiso por parte de las instituciones educativas y del personal que trabaja en ellas. Se necesita transversalizar la igualdad tanto en el currículum oculto como en el currículum explícito. No es cosa de una actividad en el Día de la Mujer, es un cambio radical que cuestiona tanto el fondo como la forma de la escuela: revisar los cuentos, los libros, las sinergias y los espacios en las aulas o reinventar los patios.

La socióloga Marina Subirats, referente a nivel nacional en el tema, explica: “En el siglo XIX se comienza a hablar de coeducación, sobre todo a principios del XX, con el movimiento sufragista y en España con la Institución Libre de Enseñanza. En aquel momento se plantea como la lucha de las mujeres por acceder a la educación, incluida la universidad. Posteriormente, en el primer tercio del XX, hay en España un movimiento por la coeducación, entendida entonces sobre todo como lo que hoy llamamos escuela mixta, es decir, que niños y niñas acudan a los mismos centros y tengan el mismo currículum. Durante la Segunda República se consigue aproximadamente un 30% de escuela mixta, pero con el franquismo se vuelve a la escuela segregada por sexos”. A partir de 1970, con la Ley General de Educación, las escuelas van convirtiéndose en mixtas, y ello permite un gran salto adelante en la educación de las mujeres, que hoy tienen en España niveles educativos superiores a los de los hombres.

Marina Subirats cuenta que a partir de la década de los ochenta algunas feministas comenzaron a preguntarse si la escuela mixta ya era totalmente igualitaria: “Comenzamos a investigar, y nos dimos cuenta de que no es así. La educación fue concebida desde un punto de vista androcéntrico, y aceptó la presencia de las mujeres, pero tanto la cultura como lo que llamamos el currículum oculto, es decir, los mensajes de todo tipo que se dan al alumnado, siguen dando prioridad a los hombres e ignorando a las mujeres, con lo cual las niñas van adquiriendo la idea de no ser personajes relevantes, de ser exactamente el segundo sexo. Ello tiene como consecuencia la inseguridad de la mayoría de mujeres”.

Desde l’Associació per la Coeducació Paqui Méndez y sus compañeras llevan años peleando por pequeños grandes cambios. Entre ellos creen fundamental modificar los contenidos del currículum y sobre todo los protagonistas de libros de texto. Méndez asegura que con tan solo un 6% de referentes femeninos en todas las materias, habría que empezar por incluir más para dar visibilidad, y evidenciar que las mujeres existen y han conseguido logros y revoluciones en todas las materias. “La comunidad educativa tiene que cumplir las leyes de prevención de violencia de género /2004, de igualdad /2007 en sus apartados educativos, que de momento no se hace. Es también imprescindible la formación en igualdad y coeducación en toda la comunidad educativa, tanto en el profesorado, equipos directivos, instituciones educativas y empresas participantes en el proceso educativo. Hay que formar a los formadores. Y, por supuesto, educar en los buenos tratos y en la convivencia pacífica para resolver los conflictos en las aulas y fuera de ellas”.

“Conozco experiencias estupendas y muy interesantes que llevan mucho tiempo trabajando la coeducación, como el IES Tirant Lo Blanch de Gandía, con un proyecto sobre contra-publicidad, trabajan todo el año los estereotipos en la publicidad sexista y convierten un anuncio sexista en uno igualitario. Otro instituto que trabaja la coeducación con su proyecto Hablame bonito, es el IES Bahía de Babel, de Alicante. Por otra parte, hay un colegio, el CEIP Ausiàs, de Picanya, que ha sido seleccionado por su trayectoria coeducativa. Actualmente realiza un programa piloto coeducativo para incorporar nuevas prácticas a toda la comunidad”, asegura Paqui Méndez que afirma que estos son oasis en los desiertos de las escuelas volcadas y preocupadas por la igualdad. No se trata entonces de actividades sueltas, de charlas ocasionales o de celebraciones de días o festividades, la coeducación necesita de un plan estructural y vertebrador de absolutamente todo lo que se hace en la escuela desde que se entra hasta que se cierra.

 

jueves, 4 de marzo de 2021

¿Qué hacer si no tienen deberes?. Andrea Vallori

Los deberes. Este siempre es un tema que genera controversia, tanto entre padres y madres como en los centros educativos.

¿Es mejor que hagan deberes cada día? ¿Y los fines de semana, puentes y vacaciones? ¿A partir de cuando deberían memorizar? ¿Qué hacemos si no tienen deberes?

Es importante que tengamos claro que cada centro educativo tiene su línea metodológica y que, además, cada maestro/a actúa según su criterio, el cual se puede basar en muchos aspectos.

Personalmente, no soy partidaria de mandar deberes a casa o de que acaben las tareas de clase en casa. No obstante, me adapto un poco al centro donde estoy y a lo que funciona al alumnado.

Vamos a hablar de los casos en que nuestros hijos/as no suelen tener deberes y nos sentimos inseguros por que no sabemos qué están trabajando en clase y cómo podemos ayudarles académicamente. Ahí van algunos tips a tener en cuenta:

ü Pregunta a tu hijo/a qué han hecho en clase y confía en lo que te cuenta.

ü Dale margen de confianza para que te cuente sus dudas y aquello que necesita reforzar.

ü Entiende que lo trabaja en el colegio es suficiente para su progreso.

ü En casa, podemos potenciar otros aspectos de su personalidad.

ü Podéis pactar unas horas a la semana de refuerzo escolar en casa.

ü Podéis optar por unas horas semanales en una académica lúdico-formativa para mejorar a nivel de lenguas o de matemáticas.

Aunque no haya deberes, muchas de las áreas que se imparten en el colegio se podrían trabajar de forma indirecta en casa. Vamos a ver algunos ejemplos, pero recordad que dependerá de cada caso concreto, edad, nivel y características de cada persona. 


    •      Lectura de cuentos o libros: de forma individual, contarle un cuento en voz alta, hablar sobre un libro que ha leído…
    •      Ir al cine: elegir entre todos una película, comprar las palomitas y las entradas, opinar sobre la película.
    •      Cocinar en familia.
    •      Hacer la lista de la compra e ir a comprar.
    •      Tener y cuidar un huerto urbano.
    •      Ir de excursión, a la montaña, al campo, al parque, a la playa… dan mucho juego, podemos
    •      agrupar, ver colores, diferenciar texturas, conocer animales y plantas…
    •      Fomentar el juego libre y al aire libre.
    •      Relacionarse con iguales y también con mayores.
    •      Trabajar el respeto, los turnos de palabras, el tono de voz.
    •      Juego simbólico: muñecas, médicos, cocina, disfraces…
    •      Dibujar y pintar con diferentes técnicas y materiales.
    •      Escuchar música, cantar, bailar y reconocer música popular.
    •      Agrupar imágenes u objetos por familias.
    •      Fomentar la expresión oral



    Estas son algunas de las tareas que podéis hacer y seguro que inconscientemente las hacéis.

    Otra opción muy recomendable es mantener contacto con el tutor/a para que os vaya comentando aquello que están trabajando en clase y cómo podéis ayudar desde casa. Para mí, una buena comunicación familia-escuela es la base para el éxito escolar.