miércoles, 4 de abril de 2018

Todo lo que aprende cuando le enseñas a pedir perdón

Todos sabemos, por experiencia propia, lo difícil que es pedir perdón y reconocer los errores. Y a medida que nos hacemos mayores, más difícil es. Sin embargo, la persona que sabe perdonar vive más feliz, sin rencores y sin tantas presiones internas; perdonar se convierte así en una herramienta terapéutica para el alma. Y tan necesaria es para los niños como para los adultos.
Pedir perdón de manera consciente y voluntaria ayuda a los niños a:
  1. Ser responsables de sus actos
  2. Ser respetuosos con los demás
  3. Reconocer y cambiar comportamientos negativos
  4. Desarrollar habilidades cognitivas
Tres consejos para enseñar a los niños a reconocer sus errores y disculparse por ellos:

A través de tu ejemplo 

No solo en las cosas que le atañen a él, sino como principio de vida en tu familia. En tu relación con tus hijos y con tu pareja. Con tus amigos, en el supermercado o en el pediatra. Reconocer los errores y disculparte por ellos si es que afectan a los demás debe ser un principio de vida y no solo una estrategia educativa. “Perdona hijo, he llegado tarde a recogerte; lo siento. Intentaré no volver a hacerlo”.
Haz que reflexione en vez de obligarlo
Tu hijo debe darse cuenta de lo sucedido. No des por sentado que un niño tan pequeño entiende que su amigo llora porque le ha quitado su camión. En lugar de obligarlo a pedir perdón, repasa la situación con él y hazle preguntas como éstas: “¿Cómo se sentía Carlos antes de que le quitaras su camión? ¿Y ahora que se lo has quitado? Imagina qué sentirías si tú estuvieras jugando muy contento y de pronto un niño llegara y te quitara tu juguete sin pedirte permiso. Qué tristeza, ¿verdad? ¿Qué te habría gustado que hiciera Carlos si él te hubiera quitado el camión? ¿Qué podrías hacer tú para que Carlos no estuviera tan triste?” De esta manera permites que tu hijo se percate de su error, encuentre su propia solución y una respuesta compensatoria.

Enséñale a describir la situación

Decir “perdón” no es lo mismo que “pedir perdón”, reconociendo el error y con la intención de no repetirlo. Para que un niño se percate de su responsabilidad en el acto, comprenda que se ha equivocado o que las consecuencias de sus actos han afectado a los demás debemos enseñarle a describir. Un niño pequeño solo lo aprenderá si te ve describir a ti en todos los contextos: “Te quiero pedir una disculpa por haberte gritado. Creo que no es necesario gritarte para decirte las cosas. Me he equivocado. En esta casa no se grita, se habla con cariño, lo siento”.


Nunca obligues a tu hijo a disculparse
En vez de ello, dale información de lo sucedido y una oportunidad para hacer algo por el otro. Es la única manera, junto a tu ejemplo, de que entienda hasta dónde llegan las consecuencias de sus actos, y busque estrategias reparadoras. Si lo obligas , solo consentirás que pida perdón por coacción u obediencia ciega, y que crea que así se resuelve la situación sin sentir ninguna necesidad de cambiar su comportamiento.
El objetivo de pedir perdón no es solo disculparse sino que haya un cambio en su consciencia, que entienda cuál fue su error y el alcance del mismo para así buscar estrategias que ayuden a que no lo vuelva a hacer. Se trata de que entienda que todos los errores tienen solución y que está en sus manos compensar la falta y evitar que se repita. Un error es una oportunidad de aprendizaje y no un medio para hacer sentir culpable o mal a los niños.
Al ayudarle a pedir perdón fomentas habilidades cognitivas como la percepción clara y precisa, instrumentos verbales adecuados, capacidad de considerar dos o más fuentes de información a la vez, capacidad de percibir y definir el problema, habilidad para diferenciar datos relevantes e irrelevantes, amplitud del campo mental, Interiorización del propio comportamiento, pensamiento hipotético y comunicación descentralizada, entre otros.

viernes, 23 de marzo de 2018

Cómo enseñar a los niños a no discriminar


Los niños no nacen sabiendo discriminar, lo aprenden
Los niños aprenden a discriminar, en ningún caso nacen sabiendo discriminar y tampoco surge la discriminación de manera espontánea. La discriminación empieza en casa. 
Si un niño discrimina a sus semejantes seguramente es porque ha observado en su entorno este tipo de conductas y las ha incorporado a su repertorio. Los niños simplemente asumen como propios los juicios de valor realizados por el contexto social en el que se desenvuelven. En Guiainfantil.com te enseñamos cómo podemos enseñar a los niños a no discriminar. 
Los niños discriminan porque lo aprenden
En mi trayectoria profesional como psicóloga he podido comprobar que los niños son mucho más tolerantes y actúan con normalidad a la hora de relacionarse con personas diferentes a ellos. 
En la mayoría de las ocasiones, en los talleres que realizo con grupos de niños, observo que rara vez los niños se tratan de manera desfavorable entre ellos por cuestiones de género, edad, religión, raza, nacionalidad, idioma, discapacidad, orientación sexual, etc.

Es importante que tengamos en cuenta que los niños no son ajenos a los problemas de discriminación y, por supuesto, los adultos tenemos que garantizarles su derecho a no ser discriminados. Tenemos la obligación de eliminar cualquier tipo de discriminación infantil si está a nuestro alcance.

Pautas para enseñar a los niños a no discriminar
- Fomentar en el hogar una educación basada en respeto, tolerancia, igualdad y aceptación de las diferencias individuales.
- Enseñar al niño a pensar, sentir y actuar de manera inclusiva.
- Poner atención para no discriminar a otras personas delante de nuestros hijos cuidando nuestras palabras y nuestros actos. Si la discriminación se aprende, el comportamiento que tengamos como padres es de vital importancia que sea ejemplar.
- Señalar al niño y corregirle si observamos cualquier señal de discriminación hacia otra personas sea cual sea el motivo.
- Enseñar al niño a ser empático con los demás.
- Favorecer que el niño tenga una mente flexible promoviendo que conozca diferentes culturas mediante viajes, películas, libros, etc.
- Transmitir la idea de que todos somos diferentes, únicos e irrepetibles pero que a pesar de nuestras diferencias nos unen muchas similitudes.
- Hacerle saber que ninguno de nosotros somos mejores ni peores que otros por tener más o menos dinero, tener la piel más clara o más oscura, ser de una nacionalidad u otra, etc. Insistir que lo que realmente nos hace mejores es ser buenas personas y hacer sentir bien a los demás.
Todas las personas somos diferentes. Por eso, no podemos pretender que todos los niños sean tratados de la misma manera. 
Ser diferente no es el problema sino que el problema surge con el uso que algunas personas hacen de esas diferencias. Muchas veces, las diferencias son utilizadas para justificar un trato peyorativo hacia el otro. Como adultos, tenemos la obligación de hacer todo lo posible para que ningún niño sea tratado de manera discriminatoria hoy en día en nuestra sociedad. 


Sofía Gil GuerreroPsicóloga General Sanitaria



jueves, 8 de marzo de 2018

Autoestima, la mejor herencia que podemos legar a nuestros hijos.

La base de la autoestima está en la confianza. Lo primero que tenemos que saber es que la confianza es una característica innata y universal, una fuerza interior que asiste en mayor o menor medida a todos los niños desde su nacimiento y les posibilita que puedan afrontar cualquier tipo de aprendizaje.

El objetivo de los padres debe ser mantener y avivar esa confianza, ese fuego sagrado, como si fueran nuevos y benefactores Prometeos, atizar la llama cada vez que sea necesario, en el momento de iniciar nuevos aprendizajes: desde atarse los cordones, hablar una lengua extranjera o encestar una pelota en una canasta.

Cuando más necesitan los pequeños de padres, entrenadores y maestros es precisamente cuando las cosas no les salen bien, momento en el que deben afianzar su confianza. Y esto se consigue a través de la palabra, que puede constituirse en el gran instrumento de aliento y reafirmación o, utilizada torpemente, también podría representar justo lo contrario. Lo que va a determinar el éxito en la vida de estos niños es justamente la imagen que tienen de sí mismos y, para captar dicha imagen, ellos se contemplan en tres fundamentales espejos: los padres, los maestros y sus iguales.

Algunas herramientas para afianzar la confianza:

Son muchas las herramientas que podemos utilizar para afianzar esta confianza, pero si tenemos que elegir una estrategia infalible esta sería la de poner todo nuestro énfasis en sus aciertos, minimizando los errores.
Debemos partir del axioma de que si un niño es más consciente de las cosas que no le salen bien que de aquellas en las que destaca, nunca desarrollará una autoestima saludable o su máximo potencial creativo, por eso hay que priorizar la atención a sus destrezas naturales sobre el tratamiento de sus dificultades y carencias.
Un ejemplo que a menudo planteamos en las sesiones de coaching es el siguiente: supongan que su hijo viene a casa con las siguientes notas al final de un cuatrimestre: Literatura 10, Ciencias Sociales 9, Biología 7 y Matemáticas 3, ¿cuál de todas estas notas atrae más su atención?

La mayoría de los padres responde lo mismo: ¡Matemáticas¡. Es evidente que el suspenso está en esta asignatura y se requiere una solución de choque para mejorar la calificación. Pero ¿debe ser la que más atención requiera, la que se convierta en el centro de nuestras preocupaciones? Si esto sucediera, ¿cuánto tiempo dedicaríamos a conversar con nuestro hijo acerca de su talento natural para las ciencias sociales y la literatura? Realmente, muy poco, con lo que magnificaríamos y haríamos crecer la preocupación, eclipsando los logros.

Acompañarlos a superar los desafíos de la vida.

Lo mejor que podemos hacer desde la más tierna infancia de nuestros hijos es crear espacios y canales de comunicación, de manera que puedan hablar distendidamente de las cosas que les preocupan, de los obstáculos que deben superar o de los desafíos que tienen ante sí.
Para que los niños se animen a ser sinceros y expresivos y que no se limiten a responder con monosílabos –sí y no– a nuestras preguntas deben percibir que estas no son cerradas y que no tienen una finalidad de vigilancia o control. Como por ejemplo: ¿Qué tal te fue en la escuela? ¿terminaste ya la tarea?

Si, por el contrario, formulamos cuestiones abiertas que den lugar al diálogo y a unas respuestas amplias en las que se puedan explayar acerca de los problemas que están enfrentando, la cosa cambia radicalmente: ¿Cuáles fueron tus mejores resultados esta semana? ¿qué te pareció lo más complicado de lo que estudiaste? ¿qué desafíos o pruebas tienes por delante los próximos días, te infunden temor o estás confiado?

Si sabemos que han vivido algún hecho particular y queremos que hablen sobre ello podemos preguntar: ¿cómo viviste esa experiencia? De esa manera, ellos también se animarán a hablar de los obstáculos que estén enfrentando. Y una buena práctica es que luego todos sugieran posibles soluciones o acciones para salir adelante. Así les enseñaremos dos actitudes clave: que es primordial expresar lo que uno piensa y siente frente a las dificultades de la vida y que es muy importante poner el foco en pensar en posibles soluciones.

Ayudarles a fomentar su autoestima.

Un componente muy importante de la autoestima es el sentido de la identidad. ¿Saben cuál es uno de los pilares que definen la identidad de un niño? El valor del atractivo físico. En una encuesta con una muestra muy grande se le hizo la siguiente pregunta a miles de chicos: Cuando piensas acerca de ti mismo, ¿qué viene a tu mente? Casi todos los niños encuestados respondieron sobre atributos o defectos físicos. Las heridas a la imagen que un pequeño tiene de sí mismo pueden empezar desde muy temprano. A veces los padres, de manera involuntaria, son los primeros en producirlas. ¿Cómo? A través de comentarios sarcásticos, irónicos, comparativos. Cualquier apodo que los padres pongamos: gorda, enano, vago, puede generar un impacto negativo en los pequeños El uso del sarcasmo y la ironía también es corrosivo para el sentido de identidad de un niño.

¿Cómo puedes saber si tu hijo tiene su autoestima dañada?

Hay ciertos indicios que pueden dar cuenta de un auto-concepto lastimado. Algunos de ellos son:

Con frecuencia usa frases negativas para referirse a sí mismo o a los demás.
Es hipersensible a la crítica y se avergüenza con facilidad.
Le falta confianza en su apariencia o destreza física.
Busca complacer a los adultos y suele depender de ellos.
Se pone incómodo frente a los elogios: los desestima, niega o se ruboriza con ellos.
Le da miedo mostrarse diferente de los demás.
A veces usa la ropa de manera exagerada: o se tapa de pies a cabeza o busca llamar mucho la atención con su forma de vestirse.

Algunas técnicas que recomendamos son:

1. Hablar mucho de sus fortalezas. Nunca demos por sentado sus talentos naturales, sus buenos gestos y actitudes y, fundamentalmente, no hagamos de sus debilidades el centro de nuestra atención. Su identidad se fortalece cuando conocen bien sus áreas más favorables.
2. Crear un espacio llamado tu tiempo: puede ser tan breve como cinco minutos. Es el momento donde nuestros hijos pueden contarnos de manera privada y sin ninguna interrupción cualquier desafío, obstáculo o preocupación que tengan. Si no los hay, tu tiempo puede ser usado para hablar de logros. Hace falta decir que en tu tiempo los teléfonos móviles no están invitados a participar.
3. Hablar de ellos de forma positiva delante de los demás. Muchos padres hacen comentarios negativos o irónicos acerca de sus hijos delante de otros. A veces, con la intención de ser graciosos frente a amigos, pueden decir cosas como: "si vieras el desorden que tiene este niño en su habitación Es un desastre". Cada vez que hacemos un comentario así frente a otros, el niño se siente expuesto y ridiculizado.
4. Animarlos a expresar sus sentimientos: permitirles llorar, enojarse, estar tristes. Preguntar para comprender, no para intentar solucionar de inmediato. Con niños chiquitos, que aún no saben poner nombre a lo que sienten, es muy útil usar cuentos. Si se siente inadecuado en un grupo nuevo de amigos podríamos leerle El patito feo y, al terminar, invitarlo a hacer una reflexión: ¿te sientes como el patito feo alguna vez?
5. Evitar, como si fuera veneno, el uso del sarcasmo, la ironía y el uso de etiquetas.

*Verónica Rodríguez Orellana Psicoterapeuta y directora en Coaching Club y Ernesto de Antonio Hernández Coordinador en Coaching Club

jueves, 1 de marzo de 2018

Las 15 necesidades de tu hijo que debes atender para que tenga una buena salud mental.


Mostrar cariño, establecer límites claros o sintonizar en el plano emocional son aspectos fundamentales
El ser humano tiene la enorme facilidad de convertir deseos (lo que quiero) en necesidades (lo que necesito). No es nada infrecuente escuchar comentarios del tipo “necesito casarme para ser feliz”, “es imprescindible para mí poder hacer un viaje a India” o “sin mi café de la mañana no soy nadie”. Aunque nos cueste creerlo, todo esto son cosas de las que disfrutamos pero que no son necesarias para la supervivencia del ser humano. Es por ello por lo que es importante que entendamos la diferencia que existe entre necesidades y deseos.
Podemos decir que las necesidades son básicas para la supervivencia de cualquier ser humano. Las necesidades se ubican en la base de la famosa pirámide que describió Abraham Maslow, donde encontramos, además de las necesidades fisiológicas como la alimentación, la hidratación y el descanso, las necesidades emocionales o afectivas. De este tipo de necesidades hablaremos con detenimiento más adelante. Por otro lado, los deseos no son necesarios para nuestra supervivencia. Pueden ser cosas que ansiamos o nos motivan, pero su no consecución no pone en riesgo nuestra vida. Veamos un ejemplo. Yo puedo desear fervientemente que me toque la lotería. Es más, puedo fantasear o imaginar qué haría con ese dinero. Pero el hecho de que no me toque la lotería no implica que mi supervivencia esté en riesgo.
En cambio, las necesidades que vamos a detallar a continuación sí que son imprescindibles para una buena salud mental de nuestros hijos. A continuación, vamos a enumerar las 15 necesidades emocionales o afectivas de todo niño o adolescente (también podemos incluir a los adultos, por supuesto). Cuantas más acciones llevéis a cabo con vuestros hijos para satisfacerlas en el día a día, mejor:
No basta con pensar que queremos a nuestro hijo, sino que debemos decírselo y actuar en consecuencia
1) Explicitarles nuestro cariño. Todos los días debemos decirles a nuestros hijos lo mucho que les queremos, lo mucho que les echamos de menos en el trabajo y lo orgullosos que nos sentimos de cómo son. Esto es fundamental para una buena autoestima. No basta con pensarlo, sino que debemos decírselo y actuar en consecuencia. Si hoy no le has dicho a tu hijo que le quieres, intenta que sea lo primero que le digas en cuanto lo veas.
2) Enseñarles a regular sus emociones. ¿Cómo llegó una persona a convertirse en un gran cirujano y a desempañar tan bien su profesión? La clave está en tener un gran maestro y en dedicarle muchas horas. Lo mismo pasa con la regulación emocional. Los niños necesitan que sus padres les enseñen a identificar y gestionar sus emociones. A partir de ahí todo se va mejorando en función de la experiencia. El problema está cuando los padres no saben regular sus propias emociones. Si ellos no saben, cómo les van a enseñar a sus hijos. Difícilmente. Por ello, si tienes alguna dificultad para gestionar tus propias emociones, busca ayuda antes de enseñarle a tu hijo. Si queremos que nuestros hijos en un futuro sean capaces de autorregular sus emociones, es imprescindible que ahora que son pequeños les heterorregulemos sus emociones, es decir, que aprendan a regular sus emociones con nuestra ayuda.
3) Tiempo de calidad y de cantidad. La idea de que los niños necesitan tiempo de calidad con sus padres sin importar la cantidad es completamente falsa. En mi opinión es una idea que se ha creado para que aquellos padres que trabajan muchas horas y dedican, consecuentemente, poco tiempo a sus hijos no se sientan muy mal por ello. Por eso completamente falsa. Los niños necesitan mucho tiempo compartido con sus padres (cantidad) y con máxima dedicación (calidad). No es estar solamente en la misma habitación o lugar que ellos, sino con dedicación exclusiva (juegos, tareas compartidas, deberes escolares, aficiones, etcétera).
La idea de que los niños necesitan tiempo de calidad con sus padres sin importar la cantidad es falsa
4) Ofrecerles contextos de seguridad y protección. Este es el primer pilar si queremos fomentar un apego seguro en nuestros hijos. Un niño no se puede sentir seguro si nunca ha sido protegido. La seguridad es el contexto a partir del cual vendrán las siguientes características del apego seguro. Proteger a nuestros hijos cuando sientan miedo, temor, rabia o tristeza es nuestra función. Si en alguna ocasión no lo hiciste, te recomiendo que a partir de ahora ayudes y calmes a tu hijo siempre que experimente alguna emoción desagradable y que no sepa gestionar por sí solo.
5) Sintonía emocional. Es imprescindible que estemos en sintonía emocional con nuestros hijos, es decir, que atendamos, legitimemos y conectemos con las emociones que están experimentando. Así, por ejemplo, un padre estará en sintonía emocional con su hijo cuando, ante una situación concreta, este le muestre su miedo o rabia, y el padre comprenda y atienda lo que le pasa a su hijo. Consiste en estar receptivo ante las necesidades del niño. Es como conectar vía wifi nuestro hemisferio derecho, que es el emocional, con su hemisferio derecho. Si no lo has hecho en un número importante de veces, trata de hacerlo, pues no conectar con sus emociones y afectos tiene repercusiones negativas.
6) Responsividad. La responsividad es la parte que sigue a la conexión emocional. Para poder ser responsivo, que no responsable, he tenido que conectar emocionalmente con mi hijo, si no será imposible. La responsividad consiste en darle al niño lo que necesita. No consiste en acceder a sus caprichos, sino en acceder y cubrir sus necesidades. Como decíamos al principio, las necesidades no se negocian puesto que son imprescindibles para la supervivencia. La madre o padre que es responsivo es aquel que da al menor aquello que realmente necesita. Si ante un conflicto de nuestro hijo con un amigo, este se muestra preocupado y nosotros le decimos que no le dé más vueltas y que se ponga a hacer los deberes que es lo importante, no estamos siendo responsivos porque no estamos atendiendo su necesidad. ¿Habitualmente solemos ser responsivos con nuestros hijos? Dedícale unos segundos a pensar sobre ello.
7) Asumir el rol que nos corresponde como padres. Los padres no somos amigos de nuestros hijos. Tampoco somos sus criados, aunque a veces lo pueda parecer. Somos sus padres, y debemos asumir el papel que esto implica. ¿Realmente estamos ejerciendo de padres o a veces nos comportamos como colegas de nuestros hijos?
Los niños necesitan una estimulación suficiente y adecuada. Pasado ese mínimo de estimulación, no se consiguen mayores aprendizajes
8) Establecer unos límites claros.Una de las obligaciones que tenemos los padres es implantar una serie de normas y límites en el contexto familiar. Nuestros hijos necesitan las normas. Es algo tan necesario como sano. ¿Os imagináis una ciudad sin semáforos y sin señales de tráfico?¿Verdad que sería un verdadero caos? Lo mismo pasa con los niños. Necesitan saber hasta dónde pueden llegar y cuál es su perímetro de seguridad. Cuando establecemos unos límites y se los explicitamos a nuestros hijos les estamos diciendo “te quiero”. Te pongo límites porque te quiero y me importas. ¿Habéis reflexionado sobre la cantidad de límites que hay en vuestra familia? ¿Son muchos, pocos o inexistentes? Es recomendable pensar sobre ello.
9) Respetar, aceptar y valorar. Cuando respetamos, aceptamos a nuestros hijos como son y los valoramos positivamente, los estamos mirando incondicionalmente. Demostramos que nuestro amor hacia ellos es incondicional, es decir, no depende de nada. Los queremos por quienes son y no por lo que hacen o dejan de hacer. ¿Estamos mirando incondicionalmente a nuestros hijos o nuestro amor hacia ellos depende de algo (resultados académicos, comportamiento, actitud, etcétera)?
10) Estimulación suficiente y adecuada. Hace algunos años, se puso de moda la hiperestimulación en nuestros menores. A los niños los llevábamos de un sitio a otro para “exprimirlos” al máximo cognitivamente hablando. Teníamos que aprovechar el tiempo y la plasticidad cerebral antes de que se cerrasen esas ventanas. Hoy en día sabemos que los niños necesitan una estimulación suficiente y adecuada. Pasado ese mínimo de estimulación, no se consiguen mayores aprendizajes, sino todo lo contrario: exigencias, estrés e hiperestimulación. El eslogan que dice cuanto antes y más estimulemos a nuestros hijos, mejor es falso. ¿Debemos los padres replantearnos cómo enfocamos, por ejemplo, las actividades extraescolares de nuestros hijos? Seguramente sí.
11) Favorecer su autonomía. Decíamos antes que la primera característica del apego seguro era la protección. Pues bien, la otra cara de la moneda de la protección y la seguridad consiste en favorecer la autonomía, o lo que es lo mismo, favorecer su curiosidad y su espíritu aventurero y explorador. Venimos a este mundo con la emoción de la curiosidad en el kit de supervivencia, lo que nos lleva a tener muchas ganas de aprender cosas nuevas. Es de vital importancia, no solo que nos parezca bien que nuestros hijos curioseen, sino que les invitemos a hacerlo.
Cuando establecemos unos límites y se los explicitamos a nuestros hijos les estamos diciendo “te quiero”
12) Sentido de pertenencia. Sentirnos parte de un grupo es de vital importancia para el ser humano y para otros muchos mamíferos. ¿Habéis visto en los documentales de La 2 qué lugares ocupan en la manada las crías más jóvenes? Generalmente suelen ir en el centro, es decir, en el lugar de mayor seguridad y protección. De ahí viene la importancia del grupo y la manada. El sentirnos parte de un grupo o de varios aumenta las probabilidades de supervivencia. Una de las características que suelen cumplir los niños que sufren acoso escolar es el no pertenecer a un grupo. Es muy importante que nuestros hijos pertenezcan, como mínimo a un grupo, si no más. ¿Estamos haciendo una buena labor como padres para favorecer el ámbito social de nuestros hijos? Tan importante es este ámbito como el académico, ¿verdad? Si estamos de acuerdo, doy por hecho que nunca castigamos los malos resultados académicos con no salir con los amigos o ir a los partidos de fútbol, ¿verdad?
13) Favorecer la capacidad reflexiva del niño. La capacidad reflexiva se refiere a pensar sobre lo que nos pasa, cómo lo estamos haciendo, cómo nos sentimos, nuestra evolución y progresos, etcétera. Es importante que ayudemos a nuestros hijos a que aprenden a pensar sobre las emociones que sienten, lo que piensan, cómo se comportan, etcétera. También es un trabajo muy interesante para nosotros los adultos.
14) Identidad. A lo largo de los primeros meses y años de vida, se va produciendo un proceso de diferenciación entre el bebé/niño y la madre, ya que al principio el pequeño no lo hace. Con el paso del tiempo debemos favorecer en los niños esta identidad propia que nos diferencia del resto de personas.
15) Magia. La magia es uno de los mecanismos de defensa más potentes que tienen los niños. Los adultos lo solemos llamar autoengaño. Todo lo que tiene que ver con la magia, lo oculto, lo divino y lo fantasioso es algo que cautiva a todos los niños. Lo que supone un misterio es algo que “engancha” a los niños. Aprendamos a utilizar y poner de nuestro lado la magia y la fantasía.
No es mi intención hacer sentir mal a ningún padre o madre. Todo lo contrario. Espero que estas 15 necesidades básicas os sirvan para tener presente qué es lo que realmente necesitan nuestros hijos. Espero que sirva para reflexionar sobre el punto en el que estamos y qué tal estamos asumiendo el rol de padres. Seguro que lo estamos haciendo bien, pero un poco de función reflexiva no nos viene mal.

Rafael Guerrero Tomás es director de Darwin Psicólogos, especialista en trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), trastornos del aprendizaje y trastornos de la conducta, y doctor en Educación.

jueves, 15 de febrero de 2018

La importancia de los amigos para tu hijo.

jueves, 8 de febrero de 2018

La segregación escolar, un mal evitable. Xavier Besalú.

La segregación escolar, un mal evitable.

La no intervención, la lógica de mercado o el paso del tiempo no eliminan la segregación, más bien, la alimentan. Poderes públicos y sociedad debemos corregirla e impedirla.

Hablamos de segregación escolar cuando en un mismo barrio o ciudad, sus centros educativos escolarizan mayoritariamente un determinado perfil de alumnado (socioeconómica o culturalmente connotado) que no se corresponde estadísticamente con la composición socioeconómica y cultural de la población de la zona en que se encuentran ubicados. Es decir, que algunos centros acumulan alumnado perteneciente a sectores sociales poseedores de un capital social e instructivo por encima de la media, mientras que otros concentran alumnado perteneciente a sectores sociales desfavorecidos (pobres, en general y, en particular, gitanos e hijos de familias inmigrantes). En uno y otro caso forzaríamos hasta lo imposible las funciones sociales de la educación que, al cabo, no son menos importantes que sus funciones individuales: ni los llamados centros-santuario (mayoritariamente privados y privados concertados), ni los centros guetizados o estigmatizados (mayoritariamente públicos) preparan adecuadamente a su alumnado para vivir en sociedades plurales, multiculturales e inclusivas: todos tenemos derecho a hacer nuestra vida en la ciudad, sean cuales sean nuestras capacidades y discapacidades, nuestras diferencias y singularidades. El objetivo del combate contra la segregación escolar es, pues, bien claro: que el alumnado de los centros de una misma zona o ciudad tenga una composición similar entre ellos, y que se corresponda con la de la propia zona o ciudad. Ni más, ni menos.

¿Por qué no es buena, ni deseable la segregación escolar? En primer lugar, porque afecta negativamente al rendimiento del sistema: los resultados globales de los sistemas educativos más segmentados (bien porque separan tempranamente al alumnado, bien porque funcionan como un cuasi mercado, bien porque no tienen entre sus prioridades la inclusión) suelen ser peores que los de los sistemas más comprensivos e inclusivos. En segundo lugar porque, como parece obvio, no socializan adecuadamente a su alumnado, pues éste ni tiene un conocimiento directo de la diversidad existente en su ciudad, ni puede hacer en la práctica un aprendizaje vivencial de la convivencia y la gestión de los conflictos, ni prepara para vivir en la sociedad realmente existente más allá de la escuela, ni fomenta una mínima cohesión social. Y, en tercer lugar, porque condiciona en gran manera la trayectoria  educativa, las expectativas y los logros del alumnado más necesitado de que el sistema compense las desigualdades educativas con que accede a él.

La causa más evidente de la segregación escolar es, sin duda, la segregación urbanística y residencial, la existencia de barrios y distritos connotados socioeconómica y culturalmente, su débil heterogeneidad, la distancia en términos de renta familiar disponible entre ellos que, en algunos casos, alcanza límites insostenibles. Es imposible un combate serio y estructural contra la segregación escolar sin abordar con criterios más equitativos la planificación urbana, la construcción de viviendas, la dignificación y esponjamiento de las zonas más degradadas, desconectadas y empobrecidas, y la transformación de las ciudades en términos de calidad de vida equivalentes, sea cual sea el lugar donde se viva. No es tarea fácil, pero si para educar a un individuo se necesita a toda la tribu, para socializar y culturizar a las generaciones jóvenes toda la ciudad debe ser potencialmente educadora.

Pero la segregación residencial no es la única causa de la segregación escolar. También las políticas educativas, especialmente las relacionadas con los procesos de admisión y matriculación de nuevo alumnado, tienen su responsabilidad. Algunas de ellas son de carácter paliativo, pero no por ello tienen menos impacto. Nos referimos a los criterios complementarios de priorización de las solicitudes, a la utilización de la reserva obligada de plazas para alumnado con necesidades educativas específicas, a la evitación de la sobreoferta en una zona determinada, a la regulación de las ratios en función de la demanda previsible… Pero las más significativas son de otro orden. 

Una primera constatación es la de que cuanta más oferta privada (concertada o no) se da en un territorio determinado más desequilibrada acaba siendo la composición escolar de los distintos centros. Lo que se sigue es que, para corregir la segregación escolar, es imprescindible incrementar la oferta pública en aquellos barrios donde, por razones históricas y sociales, ésta resulta insuficiente; no es de recibo, por ejemplo, que en algunos distritos de la ciudad de Barcelona la oferta pública en educación infantil y primaria no llegue ni a un tercio de la total (sería el caso del Eixample, les Corts y Sarrià-Sant Gervasi) y en educación secundaria obligatoria las cosas sean incluso peor.

La segunda evidencia es que el “derecho” a la elección de centro escolar por parte de las familias en ningún caso puede ser considerado un derecho absoluto, estrictamente individual y no sujeto a limitación alguna, porque está claramente condicionado por la oferta disponible, tiene implicaciones colectivas (la investigación al respecto demuestra que tiene un papel determinante en la segregación escolar) y entra en conflicto con la misma Constitución española, que afirma que corresponde a los poderes públicos remover los obstáculos que impidan o dificulten las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas. Solo ordenando, limitando y condicionando este “derecho” por parte de las administraciones educativas será creíble su lucha contra la segregación escolar.

Y, en tercer lugar, la lógica competitiva a la que se impele a los centros de una misma zona o ciudad (públicos y privados concertados), que les conduce a poner de relieve sus diferencias –reales o inventadas- (de proyecto, de instalaciones, de resultados, de valores adicionales…), a dirigirse de manera sutil pero eficaz e inteligible a un determinado tipo de familias (y a evitar con mil argucias al alumnado con más necesidades educativas) en las jornadas de puertas abiertas o en los distintos canales de información, publicidad y marketing existentes, constituye también un elemento importante en este juego de influencias. Eso, cuando las condiciones de escolarización son equivalentes en calidad, porque si las desigualdades son evidentes lo que cabe es corregirlas de inmediato.

En resumen, la segregación escolar es evitable si todos, poderes públicos y sociedad en general, nos ponemos de acuerdo en que es perniciosa y tenemos voluntad y nos empleamos a fondo para, primero, corregirla y después, impedirla. La no intervención, la lógica del mercado, el simple paso del tiempo, ya hemos podido comprobar que, más que combatirla, la alimenta.

 Xavier Besalú es profesor de Pedagogía de la Universidad de Girona

jueves, 1 de febrero de 2018

ADMISIÓN DE ALUMNOS 18-19

ADMISIÓN DE ALUMNOS 18-19

El Colegio Público "Pedro Sanz Vázquez", se complace en invitarles a visitar sus instalaciones, resolver y conocer nuestro Proyecto Educativo cualquier mañana lectiva durante el periodo de inscripción (del 1 al 28 de febrero ) y, así, poder resolver sus dudas en el mismo Centro.

Por supuesto, también pueden encontrarnos en Twitter (@PedroSanzVzquez) o en el portal de FACEBOOK, donde diariamente se muestra el día a día de nuestra Comunidad Educativa y todos aquellos artículos referentes a la manera que tenemos de concebir la Educación.
Nuestro blog informativo es: https://ceipsanzvazquez.blogspot.com.es/
La dirección del Centro:

CEIP "PEDRO SANZ VÁZQUEZ"
Calle del Río s/n. 19004. Guadalajara. 
Tf. 949213882.



Una enseñanza pública y gratuita es condición necesaria para que la educación siga siendo un derecho garantizado por la comunidad social, a través de su financiación pública, y no se convierta en una “oportunidad” o una “inversión” particular de quienes puedan pagársela.
Cosas que debes saber a la hora de presentar tu solicitud:
  • Rellena todas las opciones posibles de centros, comenzando por el que más te interese y terminando por el que menos. Si el alumno no resulta admitido en el centro elegido en primera opción, es mejor que las preferencias las establezcas tú.
  • Pedir solo un centro educativo no es una buena idea: no te da más opciones para ser admitido en él y, además, aumenta las posibilidades de que solo puedas elegir entre los pocos centros que queden con plazas al final del proceso.
  • Piensa muy bien qué centros vas a solicitar, y en qué orden. Una vez presentada tu solicitud, no podrás añadir, quitar ni cambiar el orden de los centros solicitados.
  • Aunque parezca una obviedad, no te saltes los plazos. Si presentas tu solicitud fuera de plazo, pasas también 'a la cola', detrás de todas las demás solicitudes que la presentaron a su debido tiempo.
  • Acude a ver los colegios, bien en las jornadas de puertas abiertas o, como en nuestro caso, cualquier día lectivo en horario de mañana (PREFERENTEMENTE DE 14’00  a 15’00 hrs). Pregunta todo lo que te interese: Proyecto Educativo, horario, funcionamiento de comedor, celebraciones, actividades extraescolares, si tienen orientación psicopedagógica (a través de este departamento, se ofrece orientación al niño, y se detectan problemas de aprendizaje o conducta), clases de refuerzo... y si posee otros puntos fuertes como formación musical, nuevas tecnologías, deportes…
  • Si puedes, habla con las AMPAS y con miembros de la comunidad educativa, que podrán asesorarte en función de lo que busques. 
·         Que la participación de las familias sea un punto importante en la línea de actuación del colegio.
·         El mejor colegio es el que integra a todos los niños y niñas, el que no discrimina ni por sexo, ni por condición socio-económica, ni por necesidades educativas.

·         Una vez que obtengas la plaza en un centro escolar, no olvides matricular a tu hijo dentro del plazo establecido para ello