martes, 14 de marzo de 2017

El legado más importante de nuestro futuro.


H. G Wells dijo una vez que la educación del futuro iría de la mano de la propia catástrofe. En su famosa obra “La máquina del tiempo”, visualizó que para el año año 802.701, la humanidad se dividiría en dos tipos de sociedad. Una de ellas, la que vivíría en la superfice, serían los Eloi, una población sin escritura, sin empatía, inteligencia o fuerza física.
Según Wells, el estilo educativo que predominaba en su época ya apuntaba resultados en esta dirección. El inicio de las pruebas estandarizadas, de la competitividad, de las crisis financieras, del escaso tiempo de los padres para educar a sus hijos y de la nula preocupación por incentivar la curiosidad infantil o el deseo inherente por aprender hacían ya que, en aquellos albores del siglo XX, el célebre escritor no augurara nada bueno para las generaciones futuras.
No se trata de alimentar pues tanto pesimismo, pero sí de poner sobre la mesa un estado de alerta y un sentido de responsabilidad. Por ejemplo, algo de lo que se quejan muchos terapeutas, orientadores escolares y pedagogos es de la falta de apoyo familiar que suelen encontrarse a la hora de hacer intervención con ese adolescente problemático, o con ese niño que evidencia problemas emocionales o de aprendizaje.
Cuando no hay una colaboración real o incluso cuando un padre o una madre desautoriza o boicotea al profesional, al maestro o al psicólogo, lo que conseguirá es que el niño, su hijo, continúe perdido. Aún más, ese adolescente se verá con más fuerza para seguir desafiando y buscará en la calle lo que no encuentra en casa o lo que el propio sistema educativo tampoco ha podido darle.
Niños difíciles, padres ocupados y emociones contrapuestas
Hay niños difíciles y demandantes que gustan actuar como auténticos tiranos. Hay adolescentes incapaces de asumir responsabilidades, y que adoran sobrepasar los límites que otros les imponen acercándose casi hasta la delincuencia. Todos conocemos más de un caso, sin embargo, hemos de tomar conciencia de algo: nada de esto es nuevo. Nada de esto lo ocasiona Internet, ni los videojuegos ni un sistema educativo permisivo.
“Antes de enseñar a leer a un niño, enséñale qué es el amor y la verdad”
-Gandhi-
Al fin y al cabo estos niños evidencian las mismas necesidades y conductas de siempre contextualizadas en nuevos tiempos. Por ello, lo primero que debemos hacer es no patologizar la infancia ni la adolescencia. Lo segundo, es asumir la parte de responsabilidad que nos toca a cada uno, bien como educadores, profesionales de la salud, divulgadores o agentes sociales. Lo tercero y no menos importante, es entender que los niños son sin duda el futuro de la Tierra, pero antes que nada, son hijos de sus padres.
Reflexionemos a continuación sobre unos aspectos importantes.
Los ingredientes de la auténtica educación
Cuando un profesor llama a una madre o a un padre para advertirles de la mala conducta de un niño, lo primero que siente la familia es que se está poniendo en tela de juicio el amor que sienten por sus hijos. No es cierto. Lo que ocurre, es que a veces ese afecto, ese amor sincero se proyecta de forma errónea.
  • Querer a un hijo no es satisfacer todos sus caprichos, no es abrirle todas las fronteras ni evitar darle negativas. El amor auténtico es el que guía, el que inicia desde bien temprano un sentido real de responsabilidad en el niño, y que sabe gestionar sus frustraciones dando un “NO” a tiempo.
  • La educación de calidad sabe de emociones y entiende de paciencia. El niño demandante no detiene sus conductas con un grito o con dos horas de soledad en la propia habitación. Lo que exige y agradece es ser atendido con palabras, con nuevos estímulos, con ejemplos y con respuestas a cada una de sus ávidas preguntas.
Hemos de tomar conciencia también de que en esta época donde muchas mamás y papás están obligados a cumplir jornadas de trabajo poco o nada conciliadoras con la vida familiar, lo que importa no es el tiempo real que compartamos con los hijos. Lo que importa es la CALIDAD de ese tiempo.

Los padres que saben intuir necesidades, emociones, que están presentes para guiar, orientar y para favorecer intereses, sueños e ilusiones, son los que dejan huella y también raíces en sus hijos, evitando así que esos niños las busquen en la calle.

miércoles, 8 de marzo de 2017

¿Nos preocupa la Educación?...

La educación, como la sanidad, forma parte de esas cuestiones que se consideran esenciales para la sociedad. Trampolín profesional para unos, garantía de estatus para otros, apuesta de futuro para todos. Sin embargo, a pesar de sus luces y sus sombras, de las advertencias de los indicadores internacionales, de las alarmas sobre la calidad de la enseñanza más allá de los discursos catastrofistas, las estadísticas muestran que, más bien, o no interesa o no preocupa.
El último avance de resultados del Barómetro del CIS, correspondiente a enero de 2017, sitúa a la educación en el séptimo lugar de la lista de problemas que preocupan a los españoles, por detrás del paro, la corrupción, la economía, la clase política, la sanidad o los de índole social. Y eso que se reconoce como el quinto que más nos afecta, sólo superado por el paro, la economía, la sanidad y la corrupción.
Algunos profesionales de la educación argumentan que, en época de crisis, las prioridades de las familias cambian y se concentran en llegar a fin de mes. Pero si nos remontamos a finales de 2005, por ejemplo, vemos que quedaba relegada al puesto 11 del rosario de problemas de los españoles, entre los que entonces se colaban el terrorismo de ETA, la inmigración y hasta las drogas. Y eso que en aquel año el fracaso escolar rozaba el 30%.
Sobre el papel, la educación interesa, y mucho. Sobre el terreno emergen las dudas. Se dice que familias y estudiantes son cada vez más conscientes de su importancia, que invierten más esfuerzos, recursos y tiempo pero... ¿tanto como creen?
Compromiso teórico, pero no real.
Algunos expertos sostienen que la sociedad muestra más interés que nunca hacia las cuestiones educativas. Los debates que suscitan PISA y otras evaluaciones internacionales, unidos a la preocupación creciente por la situación socioeconómica y el futuro de los hijos, las campañas sobre elbullying, los deberes o los comedores escolares habrían contribuido a poner la educación en el foco de las inquietudes de la población o, al menos, de una parte de ella.
El caso es que el compromiso con la enseñanza se antoja más teórico que real. En opinión de Alejandro Navas, profesor de Sociología de la Universidad de Navarra, "se intuye que la educación es clave para el futuro, pero los hechos no acompañan porque no hay una voluntad decidida por mejorarla".
Y así, con diferencias autonómicas, se mantiene un sistema que, en conjunto, los informes internacionales definen como "mediocre" y ante el que ningún gobierno ha reaccionado. No hay acuse de recibo de la situación y, aunque de modo ritual se invoca un pacto, "España sigue pendiente de un auténtico debate educativo sobre el enfoque de las enseñanzas", asegura el profesor.
'Patología del proteccionismo'.
Navas llama la atención sobre las paradojas de una sociedad en la que determinados grupos sociales apuestan por la estimulación precoz, una agenda sobrecargada de actividades escolares y extraescolares y una educación que garantice el futuro de los hijos pero que ha llegado a una "patología del proteccionismo", en la que los padres se indignan ante un suspenso porque lo reciben como una censura hacia su labor, en la que cunde la idea de que cualquier niño es superdotado y se reparten notas fabulosas sin ningún mérito. "Cuando se pregunta a los premios de bachillerato o de fin de carrera si estudian mucho siempre responden que son muy organizados, parece que tienen que disimular y esconderse", se lamenta.
El catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona Jorge Calero indica que el tratamiento que damos a la educación va por grupos sociales, es decir, que para unos tiene una importancia crucial pero otros con menos recursos e información no pueden centrar sus estrategias en las trayectorias educativas de sus hijos.
Los análisis muestran que "los grupos de clases medias y altas invierten más en educación, tanto con recursos como con tiempo, y tienen una actitud extremadamente activa, mientras que otros grupos tienen una actitud más pasiva. Y no es por azar, sino por origen social y cultural", puntualiza. Son esas familias activas las que, como apunta, tienen una mayor capacidad de cambiar el sistema, tanto porque consiguen más voz y voto en los centros como porque tienen una mayor facilidad de abandonarlos cuando no satisfacen sus expectativas.
Una de las conclusiones del informe La participación de las familias en la educación escolar, elaborado por el Consejo Escolar del Estado, apuntaba a que padres y madres tienden a sobreestimar su implicación en la enseñanza. Los datos de este estudio señalan, de hecho, que la participación de las familias en los consejos escolares se limita a un precario 12%. Apenas una de cada cuatro o cinco, en función de la etapa, declara su disponibilidad a formar parte de estos órganos de representación y una de cada 10 afirma, directamente, que desconoce lo que son.
Los estudiantes tampoco se interesan.
Al igual que en el caso de las familias, los estudios constatan que los alumnos tienden a tener un peso reducido en los órganos de gobierno de las universidades. Sin ir más lejos, la participación de los estudiantes en las últimas elecciones a rector de la Universidad de Barcelona, celebradas el pasado mes de diciembre, fue de sólo un 10%, un porcentaje superior al último 7% registrado en 2013 en la UNED, inmersa ahora en un nuevo proceso electoral que tendrá lugar en marzo.
La percepción de la universidad como un lugar temporal o de paso, la falta de tiempo y de información o un sentimiento de distanciamiento respecto a la institución y a las cuestiones burocráticas o internas que allí se tratan aparecen como algunos motivos de esta ausencia de compromiso. Y llevan a que esta pauta se repita en otros órganos de representación. Un análisis elaborado por la Universidad de Girona cifraba en un 2% la participación de los estudiantes en las elecciones a claustro universitario, y por debajo del 10% en las elecciones para la junta de facultad, en las que a veces no se llegaría a lograr ni siquiera el número de candidaturas para cubrir las plazas disponibles. Además, un tercio del alumnado manifiesta su indiferencia por las elecciones a delegados.
Así las cosas, a la relativa despreocupación se suma un cierto desconocimiento. En un reciente sondeo realizado por la Fundación Europea Sociedad y Educación bajo el título Opiniones de los españoles sobre sus universidades, casi la mitad de los encuestados reconocía no saber, ni por aproximación, cuál era el porcentaje del coste total de la enseñanza en la universidad pública que paga un estudiante promedio sin beca.
Puede que la pregunta fuera de nota, pero la misma proporción de encuestados no había leído ni oído hablar nunca acerca de los rankinginternacionales de universidades y, entre los que sí lo habían hecho, cuatro de cada 10 no sabía decir el número de instituciones que podían estar entre las 200 primeras a escala mundial.
Una cuestión vital pero difícil de entender.
Uno de los autores de este estudio, Juan Carlos Rodríguez, profesor de Sociología de la Universidad Complutense, aclara que no debemos extrañarnos por estos resultados porque saber cómo funciona el sistema educativo requiere de una cierta especialización. "La gente, en general, tiene un conocimiento aproximado de muchos temas, y en la educación este conocimiento no es muy bueno", precisa.
A ello se añade el efecto de la capacidad de decisión y el vínculo que tienen las familias y los estudiantes con los centros. Eso explica, por ejemplo, la baja participación en las elecciones a los consejos escolares, donde son los profesores los que tienen la voz cantante, o el hecho de que los docentes y el personal de administración y servicios sean los que más votan en las elecciones en la universidad, porque son los que más tiempo de su vida pasan en ella.
"La educación es una cuestión vital que entienden hasta las personas con menos recursos porque de ella depende el futuro de los hijos", defiende, en cambio, la profesora asociada de Historia de la Educación de la UNED Beatriz Comella reconoce que la gente de mayor nivel económico carga a sus hijos con más actividades extraescolares y viajes y delega una parte importante de esta faceta en profesionales que refuerzan la educación. Con todo, también aclara que cada vez hay más gente con menores recursos comprometida con la formación de sus hijos, y eso se aprecia, por ejemplo, en el hecho de que los dos progenitores acudan a las tutorías.

jueves, 2 de marzo de 2017

EDUCA A TUS HIJOS PARA QUE SEAN INDEPENDIENTES

Desarrollo de la autonomía para educar niños independientes
Las madres, padres y educadores, queremos educar niños y niñas con una personalidad madura, capaces de tomar sus propias decisiones y de enfrentarse a los retos de su día a día. Para que nuestros pequeños se conviertan en adultos independientes, en personas que no tienen miedo a tomar decisiones, y en individuos que son felices porque saben cómo dirigir sus vidas, debemos ocuparnos del desarrollo de su autonomía desde la primera infancia.
El desarrollo de su autonomía consiste en favorecer el aprendizaje de las habilidades necesarias para que se enfrenten por sí mismos a los retos y a las dificultades cotidianas, y a las pequeñas y grandes decisiones de la vida. Hacerles ver que son capaces de hacer las cosas por sí mismos y de solucionar sus conflictos.
La autonomía puede entenderse como una actitud ante los desafíos y ante el mundo que les permita desenvolverse en su entorno sin depender de nadie, y que potencia su autoestima y desarrollo global, el logro de las propias metas y, en definitiva, su bienestar.
El niño independiente
Para que un niño se convierta en una persona independiente es necesario:
·         Autoconcepto y autoestima: conocerse a uno mismo, ser consciente de las propias fortalezas y debilidades, y desarrollar una sana estima hacia uno mismo que le permita valerse por sí mismo.
·         Confianza en uno mismo: una buena autoestima le dotará de la confianza en sus propias capacidades y recursos para enfrentarse a los desafíos diarios.
·         Independencia: capacidad de desenvolverse en su entorno.
·         Responsabilidad: asumir las consecuencias de sus actos, sin culpar a otros o buscar justificaciones externas.
El niño dependiente
Los niños dependientes no confían en sus propias capacidades para enfrentarse a los desafíos. Siempre preguntan lo que hay que hacer, observan a los demás, y eligen lo mismo que los otros, sintiéndose incomodos cuando tienen que decidir. Tienen miedo a tomar sus propias decisiones porque no confían en sus habilidades de decisión, no suelen resolver conflictos por sí mismos y, cuando se ven obligados a ello, actúan de forma impulsiva.
La dependencia va acompañada de una baja autoestima, que es una de las mayores enemigas para el desarrollo de la identidad madura y de una personalidad sana. La dependencia se convertirá en un gran obstáculo para conseguir sus metas personales y su bienestar, y por ello los padres debemos prestar mucha atención a nuestra manera de educar, ya que sin darnos cuenta podemos fomentar la dependencia de nuestros pequeños.
Causas de la dependencia infantil
Es muy frecuente que los adultos se anticipen a las acciones de los niños y tiendan a hacer las cosas por ellos. Las principales razones para actuar de esta manera son:
·         Creer que el niño no es capaz de hacerlo por sí mismo.
·         Evitar que se haga daño.
·         Proteger al pequeño de una equivocación y evitar que lo haga mal.
·         Querer apoyarle y cubrir todas sus necesidades.
·         Porque si lo hace un adulto resulta más cómodo y permite ahorrar tiempo.
·         Como gesto de afecto y de cariño.
Sea cual sea la razón, cuando el adulto se anticipa a la acción del niño y no deja que éste se enfrente a sus pequeños retos por sí solo, le priva de una experiencia muy valiosa que le permitiría comprobar sus capacidades, creer en sí mismo y desarrollar su autoestima y confianza, mermando de esta forma su autonomía e independencia.

miércoles, 1 de marzo de 2017

¿Para qué sirve la escuela?

¿Para qué sirve la escuela?

¿Educación? un concepto que divaga entre lo abstracto, tácito, los eufemismos, palabras reciclados, entre lo arcaico de una escuela que se extraña y lo contemporáneo de un escuela que vive dentro de una sociedad cambiante. Como docentes es indispensable volver a replantear el verdadero propósito de la escuela, sosegar el pensamiento y alejarlo un poco de las miles corrientes educativas que los atosigan, y ver su esencia desde su parte filosófica y ética.
Aquí dejamos une excelente artículo de Petra Llamas García, articulista de La Jornada Aguascalientes.
Un concepto moderno de la escuela coloca en la misma categoría el trabajo manual y el trabajo intelectual. José Carlos Mariátegui.
El papel de la escuela siempre ha sido cuestionado, aunque no con la fuerza de hoy en día. Estos cuestionamientos sobre la función de la escuela sólo han conseguido que la gente dude de su eficacia, mientras observan con impotencia cómo surgen una gran cantidad de literatura pedagógica y miles de especialistas en educación que proponen los contenidos y la metodología ideal, amparándose en tópicos tan manidos como las necesidades del siglo XXI, la sociedad del “conocimiento” y las nuevas tecnologías.
Los más perjudicados con estos cuestionamientos y cambios constantes en el currículum son los niños, seguidos muy de cerca de maestros y padres de familia, aunque el impacto final lo sufre la propia sociedad y a la vista está. Es tan grave esta situación, que ya va siendo hora de que los principales involucrados en la educación dejen de dar bandazos, buscando la escuela ideal en teorías decimonónicas, disfrazadas de actuales y rescaten esa escuela donde los niños realmente aprendan conocimientos, desarrollen habilidades y adquieran auténticos valores.
Hoy día los educadores ya no se atreven a pronunciar palabras como “estudiar” porque se ha convertido en sinónimo de memorizar; tampoco es socialmente aceptado el término de “disciplina escolar” porque eso implica rigor y maltrato, y mucho menos se puede hablar de “perseverancia” o “esfuerzo” ya que ello significaría que el niño se ha aburrido en el proceso y, por tanto, su aprendizaje no fue significativo. Estas y otras palabras se cambian por neologismos o eufemismos so pena de ser tachados de tradicionales, obsoletos y antipedagógicos.
Cualquier teoría pedagógica en boga se compara automáticamente con la “educación tradicional” y por supuesto esta última sale perdiendo. Según este razonamiento, todos los que estudiaron antes del siglo XXI con la metodología tradicional, no aprendieron nada porque los obligaron a “memorizar”. Tampoco son innovadores, creativos o emprendedores, ni saben utilizar un ordenador, trabajar en equipo, resolver problemas o aprender a aprender, puesto que esas son “competencias” de la educación actual. Es como si todo el legado cultural y científico se hubiera dado por sí solo, ya que sus autores, al haber tenido “educación tradicional”, no pudieron realizarlo.
Por si fuera poco, el currículum que ahora se plantea, minimiza los contenidos intelectuales y magnifica los aprendizajes prácticos que tengan “significado” para el alumno. De manera que asignaturas como la filosofía, el arte o la historia pierden importancia en aras de otros más “significativos” como abrir una cuenta bancaria, por mencionar algún ejemplo; aunque estos aprendizajes prácticos los puedan adquirir de manera informal en su casa o en la vida diaria.
Es bastante dañino el carácter reduccionista y práctico que está adquiriendo la educación actual, con ese empeño de buscar teorías que eviten contenidos, esfuerzo o estudio, máxime cuando nuestros niños saben cada vez menos, se esfuerzan menos y están más inmaduros e indefensos ante una sociedad competitiva e implacable. Me queda claro que con esas ideas, la escuela ha perdido totalmente su función y desde ese punto de vista, ya no será necesaria ni la institución ni los maestros, puesto que todo lo que se pretende enseñar en ella, el alumno lo pueden aprender igual o mejor frente a una computadora o por su propia cuenta en las calles.
Mientras tanto, la sociedad y el mundo laboral llevan su propio ritmo y exigen que las personas, que ocuparán los cada vez más escasos puestos de trabajo, tengan conocimientos de excelencia para poder desempeñarse en dicho puesto sin ningún problema; también querrán que conozcan el significado del esfuerzo y la disciplina, pero sobre todo que hayan adquirido valores tan fundamentales como la honestidad, la laboriosidad, el compañerismo o la lealtad.
Sin embargo, tal como están las cosas, esos dos mundos, escuela y sociedad, parecen transitar por caminos separados y sin comunicación posible entre ellos. La escuela light difícilmente formará gente fuerte y bien preparada para un mundo que les exigirá tanto. “Al estudiante que nunca se le pide que haga lo que no puede, tampoco hará lo que sí puede”,diría el filósofo inglés del siglo XIX, John Stuart Mill.
Es importante pues, replantear la función de la escuela o mejor dicho, recuperarla. La escuela es el lugar donde los niños van a aprender y reflexionar sobre una serie de conocimientos, habilidades y valores; y si bien es cierto que pueden aprender muchas otras cosas fuera de la escuela, no hay que confundir el carácter de ambos aprendizajes, ya que uno será formal y sistemático y el otro completamente informal. Es además el lugar donde socializa y se relaciona con los demás, con todo lo que ello supone.
Otra cuestión que debe revisarse a conciencia es qué debe aprender y cómo hacerlo para que sea un aprendizaje eficaz. La UNESCO ha establecido siete dominios básicos: 1. Bienestar físico. 2. Social y emocional. 3. La cultura y las artes. 4. Alfabetismo y comunicación. 5. Perspectivas de lectura y cognición. 6. Conocimientos básicos de aritmética y matemáticas. 7. Ciencia y Tecnología. Según José Martí: “Una escuela es una fragua de espíritus” y de eso se trata, de que recupere la función de formar personas preparadas, fuertes y pensantes, porque en la medida que lo logre, se verá reflejada en una mejor sociedad.

miércoles, 15 de febrero de 2017

ADMISIÓN DE ALUMNOS 16-17

El Colegio Público "Pedro Sanz Vázquez", se complace en invitarles a visitar sus instalaciones, resolver y conocer nuestro Proyecto Educativo cualquier mañana lectiva durante el periodo de inscripción (del 15 de Febrero al 15 de Marzo) y, así, poder resolver sus dudas en el mismo Centro.

Por supuesto, también pueden encontrarnos en Twitter (@PedroSanzVzquez) o en el portal de FACEBOOK, donde diariamente se muestra el día a día de nuestra Comunidad Educativa y todos aquellos artículos referentes a la manera que tenemos de concebir la Educación.

CEIP "PEDRO SANZ VÁZQUEZ"
Calle del Río s/n. 19004. Guadalajara. 
Tf. 949213882.

E-mail: 19001039.cp@edu.jccm.es

BEGOÑA IBARROLA: UN BUEN PROFESOR, CON SENSIBILIDAD, TE PUEDE CAMBIAR LA VIDA

El filósofo francés Olivier Reboul dijo: “ Educar no es fabricar adultos según un modelo sino liberar en cada hombre lo que le impide ser él mismo, permitirle realizarse según su genio singular”, y la especialista en educación emocional, la española Begoña Ibarrola, nos dice hoy: “en un futuro muy cercano el profesor ya no va a impartir conocimientos, va a ser una especie de entrenador del alumno que le ayude a desarrollar sus potenciales y dar lo mejor de si para mejorar el mundo”.


Tiene una gran importancia que los padres de familia sepan siempre en manos de quien están sus hijos en la escuela, y los profesores tengan la plena conciencia de su alta y delicada tarea.
Compartimos esta entrevista que hace Eduardo Azumendi a Begoña Ibarrola, y que ha sido publicada por El Diario Norte de Euskalerría (España), con fines únicamente educativos – pastorales, porque es de un gran contenido para actualizar y afianzar nuestra tarea educativa. Los temas son amplios y variados, y afirma que “la formación en valores es como una herramienta básica que los padres deben dar a los hijos desde que son pequeños”.

“Un mal profesor puede arruinarte la vida”

Para la especialista en educación emocional, Begoña Ibarrola, los conocimientos no transforman a nadie. “Lo que es transformador es la experiencia y las emociones. Sin experiencia solo aumenta la información, no hay capacidad de transformación y de hacer mejores personas”
“Un alumno puede ser brillante, pero si no sabe controlar sus nervios se queda en blanco”, explica Ibarrola
“En los temas de agresividad hay que tener en cuenta que la formación en valores es como una herramienta básica que los padres deben dar a los hijos desde que son pequeños”
Psicóloga, musicoterapeuta, investigadora…..Begoña Ibarrola lleva impartiendo cursos de formación en inteligencia y educación emocional desde hace casi 30 años al profesorado y las familias. En esta entrevista con eldiarionorte.es, Ibarrola presenta su visión sobre la educación emocional, un área que “si el ser humano no desarrolla no está completo”. Este tipo de inteligencia influye en todas las áreas del currículum educativo ya que “es una dimensión susceptible de mejora y potenciación mediante acciones educativas”. Según Ibarrola, en un futuro muy cercano el profesor ya no va a impartir conocimientos, va a ser una especie de entrenador del alumno que le ayude a desarrollar sus potenciales y dar lo mejor de si para mejorar el mundo. “Las competencias más importantes serán las interpersonales e intrapersonales.

Educación emocional. Un concepto que parece nuevo, pero que no lo es tanto. ¿Qué es realmente?

El concepto es antiguo, pero ya Plantón decía que la disposición emocional del alumno determinaba su capacidad para aprender. Hay muchas definiciones, pero a mí me gusta mucho la de Rafael Bisquerra, que dice que es un proceso continuo y permanente, que lo que pretende es desarrollar la dimensión emocional en armonía con la dimensión cognitiva. No se trata de sustituir una cosa por otra, si no que la educación tenga en cuenta la educación de las emociones. Venimos con unas emociones al nacer, pero hay que educar en su expresión, en su regulación…..La finalidad de la educación emocional es brindar a los alumnos unas herramientas que les ayuden a hacer frente a los retos que la vida les depare. Para las cosas buenas no nos tenemos que preparar, pero para los retos y las dificultades sí. A través de la educación emocional se desarrollan una serie de competencias- emociones que son las que les van a servir al alumno durante toda su vida.

Sobre todo la autoestima

Básica, básica.

¿Es fundamental para que pueda ese alumno sacar lo mejor de si mismo y en relación con su entorno?

Es la tierra con nutrientes donde cualquier cosa que siembres va a prosperar. Si no hay autoestima  ya empezamos con problemas.

Si ese tema no se trabaja desde pequeños en la adoelscencia es más complicado de tratar.

Yo he sido terapeuta infantil 15 años. He trabajado con niños y adolescentes y casi todos sufrían de falta de autoestima. Si eres adolescente se puede reconstruir, pero es cierto que a medida que vamos creciendo es más difícil. Por otro lado, lo que sí que es importante entender es que de los cero a seis años la autoestima no es tal, ya que el niño va creciendo y desarrollando una idea de si mismo en función de lo que le reflejan los adultos. Como tal, la autoestima comienza a los seis-siete años, una vez que el niño ha recogido todo lo que han volcado los adultos sobre él. Y  empieza ya a comparar con lo que le dicen los amigos, con lo que él siente de si mismo. Si los padres y los alumnos que le rodean tienen una buena base y le reflejan cosas positivas de él, no limitando las cosas que se le dan mal , pero ofreciendo una imagen realista está más preparado para no hundirse ante una dificultad. Sabe que no se le da bien todo y que no es maravilloso en todo y que no puede triunfar en todo…..

Eso es por parte de los padres, pero ¿cómo pueden fomentar los profesores esa autoestima?

Hay profesores que sí saben hacerlo y otros que no. Unos profesores dicen ‘yo  voy a dar mi clase, mis contenidos y el alumno como persona no me importa’, pero afortunadamente cada vez son más los profesores a los que sí les importan los alumnos como personas, no como depositarios de conceptos, ideas y contenidos. Hoy en día, con la teoría de inteligencia múltiples cualquier profesor que utiliza esta metodología sabe que todos los alumnos son inteligentes, pero que tienen distintos tipos de inteligencia. Ese método ayuda al docente a garantizar de alguna manera la autoestima de los alumnos porque no les comparan unos con otros, saben que cada uno tiene talento y es un ser maravilloso y único. Ese profesor es como un geólogo que va buscando debajo de la tierra a ver qué tesores hay, van buscando lo que ese niño tiene. El uso de esa metodología garantiza la autoestima.

“Ser profesor no es una profesión sin más”

Existen profesores mucho más sensibles a estos temas que otros ¿no?

Yo me he encontrado con profesores que en el fondo son personas que ejercen una profesión nada más. Si esa persona tiene dañada su propia autoestima quiere imponer por el respeto, por el miedo, por la autoridad, por ‘esto lo hacéis’ porque lo mando yo. Afortunadamente cada vez hay menos, pero realmente para entrar en la función docente se necesita una oposición, no un examen de personalidades. Si tú eres una persona equilibrada, afectiva, empática, con autoestima buena pues imagínate…En cambio, si esa persona que hace la carrera de Magisterio tiene una baja autoestima ya a terminar por reflejar sobre los alumnos sus  problemas. Un mal profesor sin educación emocional puede arruinarte la vida y, en cambio, un buen profesor con sensibilidad te la puede cambiar.
La educación emocional previene los casos de acoso escolar.

Estamos hablando de problemas, pero los profesores se enfrentan al sistema. Ell sistema les exige los conocimientos y hasta ahora la clave del éxito escolar radica no en sacar niños felices,  sino con conocimientos.

Hay tantos sistemas educativos….La ley es el marco legal, pero ese cuadro tiene un marco. Y en ese marco tú puedes enmarcar todo tipo de cuadros. La ley dice que no te puedes salir,  pero puedes pintar lo que te dé la gana. Por eso, con distintas leyes he visto proyectos maravillosos, aulas maravillosas, niños super felices. Y he visto profesores superdesgraciados, y aulas desgraciadas con la misma ley. Puede que haya una ley buenísima para abordar la enseñanza de de valores, actitudes….pero como la variable  es el profesor si no asume eso porque no está maduro pues no lo trabaja. Hay docentes que me dicen ‘trabajar en valores, que tontería que la ley nos diga a nosotros ahora eso. Es cosa de la familia. A mí no me han preparado para eso’. Ah vale, entonces vamos a la raíz. Si a ellos no les preparan en su formación ni para abordar la educación en valores ni para abordar la educación emocional ¿cómo la van a implantar? Algunos docentes muy concienciados y responsables se preparan por su cuenta.

Ahora mismo,  ¿las escuelas de magisterio oficiales preparan en educación emocional?

No.

Es decir, que cuando termina su formación ¿dejan al docente frente al aula sin una mínima preparación en este terreno?

Sí y ahí que se las apañe. Puede que en la facultad les enseñen mucha metodología y didáctica, pero nadie prepara todavía en ninguna facultad sobre educación emocional. Exceptuando, por ejemplo, algunas comunidades autónomas como la canaria que ya han incorporado en el curriculum de primaria la educación emocinal como asignatura. Entonces sí preparan a los profesores para que impartan esa asignatura como les preparan para otras. En Castilla La Mancha también se evalúa  la competencia emocional.

“Las emociones son el factor que más influye en el aprendizaje”

El error es comparar a los alumnos y meterlos todos en el mismo saco.

A todos no les puedes evaluar de la misma manera; tendrás que exigirles unos conocimientos mínimos, unas bases, pero luego la forma de plantearles la evaluación o la forma de pedirles lo que saben tiene que ser diferente. Si el profesor está preparado ya tenemos un plus.
Un profesor imparte clase.
Un profesor imparte clase.

Desde el mundo oficial no se está preparando a los docentes en educación emocional, pero los colegios son conscientes de eso.

Llevo muchos años dando formación en educación emocional. Precisamente pedí la excedencia en la comunidad de Madrid como psicóloga para dedicarme a la formación porque veía la laguna que había y la demanda que había. Si no llega a haber demanda yo me vuelvo al puesto de psicóloga. Pero no he vuelto ni voy a volver porque hay muchísima demanda y afortunadamente se han creado masters de educación emocional. Las investigaciones de la neurociencia están diciendo a los docentes que las emociones son el factor que más influye en el aprendizaje. Las investigaciones dicen cómo afecta la ansiedad al bloqueo del pensamiento. Un alumno puede ser brillante, pero si no sabe controlar sus nervios se queda en blanco. El desarrollo de las competencias emocionales es un factor de prevención de las adicciones, mejora la salud mental, como no hay acoso escolar…..Es una cuestión personal, aunque los equipos directivos de los centros es básico porque marca unas pautas en el colegio.

¿La educación emocional sirve para atajar los casos de acoso escolar?

En los temas de agresividad hay que tener en cuenta una cosa: la formación en valores es como una herramienta básica que los padres deben dar a los hijos desde que son pequeños. Hay una evidencia: los niños tienen a ser crueles con los niños más débiles. Un profesor que ve eso debe trabajar con los dos grupos: al que sufre deben enseñarle a defenderse y a los agresores cortar su comportamiento. No solo se trata de castigar a los violentos. Al que va de débil y sumiso hay que decir que de eso nada, que se defienda y lo comunique a un adulto. Y con los ‘observadores’ también hay que trabajar, con los que ven el acoso y callan.

¿Pero si ese niño víctima del acoso carece de esa educación emocional?

Por eso hay que reforzar  a la parte sumisa para que los actos contra él no se repitan.

¿Y cómo se pueden escapar los casos de acoso escolar a los docentes?

En una formación de educación emocional se dan estrategias a los profesores  para que no miren hacia otro lado. Le voy a poner un ejemplo: Un alumno se suicidó porque no soportaba los malos tratos. Poco tiempo después fue su tutor quien  se quitó la vida porque no soportaba la sensación de culpabilidad. Él había sido testigo del acoso y no había hecho nada para impedirlo. A veces ni siquiera saben cómo enfrentarse a los padres del agresor. No es mala voluntad, ni mala fe, sino que el docente no sabe cómo afrontar la situación. Ahora se están dando protocolos de actuación. Casi todos los centros tienen uno, pero es algo que se tenía que hacer hecho hace 20 años.
Este contenido ha sido publicado originalmente por El Diario en la siguiente dirección: eldiario.es

miércoles, 8 de febrero de 2017

¿Alumnos o clientes?

La educación se está transformando y deformando. En ciertas cosas ha evolucionado mucho, pero en otras, se ha desdibujado. En ciertas ocasiones, los alumnos creen que el profesor es su empleado y él tiene el deber no solo de enseñarles sino de no exigirles, porque si ellos no pasan la materia es culpa de él.
El profesor tiene el deber de enseñarle al alumno, y eso implica que debe exigirle lo máximo, porque implícitamente, no solo se tiene el deber de transmitir un conocimiento, sino de sacar lo mejor de cada miembro de su clase.
Por algún motivo, mayormente en los postgrados, los alumnos creen que porque están haciendo una inversión en educación, tienen el derecho de pasar las materias sin el esfuerzo requerido y con un juicio constante sobre el maestro. Este cambio en la relación profesor-alumno es muy peligroso, porque lo que logra es reducir la calidad de los graduandos y poner a los profesores más al servicio del entretenimiento que del conocimiento.
Hoy dar clase es muy difícil, porque se debe competir contra la omnipresencia del estudiante, que por medio de su tableta, ordenador o móvil puede estar distraído de la clase.
Esto es inevitable y no se soluciona prohibiendo el uso de teléfonos en clase, sino logrando un nivel tan alto que logre retener la atención del alumno. Esto ha llevado a que muchos profesores deban tener clases muy entretenidas y motivantes, lo cual es muy complejo en las partes teóricas y funcional para lo práctico.
Por esto, las cosas han evolucionado en un muy buen sentido, porque el proceso de enseñanza ha logrado acercarse a las nuevas necesidades y condiciones del mercado, pero la posición del alumno como cliente, pone en riesgo todo el ejercicio.
Por esto, es fundamental que desde el comienzo de la clase y de la carrera o del curso, el estudiante comprenda que él tomó la decisión de hacer esa inversión y que eso incluye la total disciplina y respeto hacia sus docentes, pese a que algunos no logren un nivel extraordinario de desempeño o su personalidad sea tosca. Es fácil decir “que él no se ha ganado el respeto”, pero para estar en ese puesto, tiene un nivel de conocimiento y experiencia que garantiza que no solo se lo ganó sino que lo merece completamente.
No debemos confundir las condiciones del mercado con el proceso educativo. Un profesor no es un mesero, es más un chef, que cocina el mejor plato posible, respetando la tradición de esa cultura, para servir a sus comensales y darles lo mejor en cada plato; lo que significa, que si bien, a usted no le gusta el plato, debe tomarlo, porque usted tomó la decisión de conocer y vivir esa cultura, con todas sus consecuencias, las que le gustan y las que no, porque por algo ese chef le dio a usted ese plato.
No todos los profesores son divertidos, ni tienen la capacidad de transmitir fácilmente el conocimiento, pero, probablemente, sean razonablemente buenos en lo que hacen, y ser docente no es ser un entretenedor de audiencias.
Al final lo importante es que el alumno aprenda lo que debe aprender para su vida profesional, y no que lo haya pasado bien en clase; ideal si se logran hacer ambas cosas.