El confinamiento primero, la desescalada después y ahora el inicio del curso escolar han supuesto una serie de cambios a los que los niños se han tenido que ir enfrentando desde que comenzó la pandemia. Para Alberto Soler, psicólogo y coautor del libro ‘Niños sin etiquetas’, es importante centrar este curso en comprender y escuchar a los estudiantes, flexibilizando el ámbito académico y teniendo muy en cuenta sus emociones.
“Que se sientan
comprendidos y escuchados quizá sea el principal objetivo a nivel emocional que
tendríamos que perseguir”, comenta Alberto Soler, psicólogo y coautor junto a
Concepción Roger del libro ‘Niños sin etiquetas’, en relación al trabajo que
tanto las familias como los docentes van a tener que desarrollar con los
estudiantes en esta nueva etapa escolar,
después de muchos meses sin poder asistir a clase. Soler considera que los
niños han sido los grandes olvidados de esta pandemia y subraya, además, que la
crisis sanitaria no ha afectado por igual a todos los pequeños, siendo peor
(incluyendo el aspecto educativo) para los hijos de las familias con menos
recursos económicos.
Pregunta: Uno
de los capítulos de su libro está destinado a los derechos de los niños, ¿cree
que los más pequeños han ‘perdido’ algún derecho durante el periodo de
confinamiento?
Respuesta: Sí,
claro, todos los hemos perdido, pero ha sido por una causa de fuerza mayor. El
Estado de Alarma fue necesario para poder restringir derechos y libertades básicos
como la libre circulación. Pero más que los derechos que hayan perdido los
niños durante la etapa de confinamiento o de desescalada, lo más llamativo ha
sido la ausencia de protagonismo en la toma de decisiones. No ha sido hasta
finales de verano cuando se han acordado de ellos, de la vuelta a la escuela, y
entonces han venido las prisas, los lloros y los lamentos.
P: Tras
la crisis sanitaria, ¿cuáles van a ser las necesidades de los niños a las que
los adultos tendrán que prestar más atención?
R: Es importante
recordar que la crisis sanitaria aún no ha finalizado, sino que está cambiando
la forma en la que se expresa. Realmente las necesidades de los niños no han
cambiado mucho durante este tiempo, y deberíamos tratar de atenderlas todas, no
conformarnos con prestar atención a unas pocas. Por supuesto, empezaríamos por
las básicas: seguridad, salud, higiene, descanso… pero no tenemos que olvidar
otras que a veces no tenemos tan presentes, como el juego, la necesidad de ser
escuchados y tenidos en cuenta para tomar decisiones, el sentido de
pertenencia…
«No ha sido hasta finales de verano cuando se han
acordado de los niños, de la vuelta a la escuela, y entonces han venido las
prisas, los lloros y los lamentos»
P: En
su libro profundiza en las etiquetas que los adultos ponemos a los niños:
malos, buenos, obedientes, rebeldes… ¿para qué sirven las etiquetas?
R: Las etiquetas
son un recurso que emplea nuestro cerebro para simplificar la realidad; son muy
útiles para ello, y nos vienen muy bien. El problema es cuando estas etiquetas
las aplicamos a otras personas: entonces, sin buscarlo explícitamente, estamos
condicionándolas, dado que tendemos a comportarnos de acuerdo con las etiquetas
que nos hemos o nos han puesto. A esto se refiere el famoso ‘Efecto Pigmalión’, descrito en los
experimentos de Rosenthal y Jacobson.
«Quizá lo más importante sea no olvidar lo que ha
ocurrido, por dónde han pasado las niñas y niños, y que seamos capaces de dejar
lo estrictamente académico en un segundo plano»
P: ¿De
qué forma ha influido la pandemia a los niños? ¿Saldrán más reforzados
psicológicamente?
R: Es imposible
responder de una manera general, ya que la afectación y las consecuencias van a
estar marcadas por diferentes factores. No ha sido lo mismo para una familia
con pocos recursos, poco apoyo social, problemas de salud, de conciliación o
escolares… que para otra familia con mejores circunstancias. Esto afecta
especialmente a la educación, donde las diferencias de cada familia han marcado
mucho el seguimiento que han podido hacer los estudiantes de las clases online,
el aprovechamiento de los medios telemáticos, etc. Un heurístico que podríamos
utilizar, con el que probablemente acertemos, es que probablemente la pandemia
habrá afectado menos a los hijos de las familias con más recursos
económicos.
P: De
cara al nuevo curso, ¿cómo se debe trabajar emocionalmente con los niños y los
jóvenes?
R: Quizá lo más
importante sea no olvidar lo que ha ocurrido, por dónde han pasado las niñas y
niños, y que seamos capaces de dejar lo estrictamente académico en un segundo
plano. No olvidarnos de ello, por supuesto, pero tengamos en cuenta que ahora
quizá no es lo primordial. Y menos durante el primer trimestre. Va a ser
necesaria mucha flexibilidad y mucha adaptación a las necesidades y ritmos de
cada alumno. Que se sientan comprendidos y escuchados quizá sea el principal
objetivo a nivel emocional que tendríamos que perseguir.
P: ¿Podría
darnos tres consejos para que los niños se sientan bien en esta nueva etapa, de
la ‘nueva normalidad’?
R: Insistiría en el
mensaje que ya he dado: ser flexibles en cuanto a lo curricular, comprensión y
escucha. Esto antes ya era importante, pero ahora, en las actuales
circunstancias, mucho más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario