Expertos, alumnos y profesores de todo el mundo cuentan su experiencia y esbozan los retos a los que se enfrenta el sistema educativo
Las consecuencias de la crisis mundial
provocada por la pandemia de covid se extenderán durante décadas, según
predicen los expertos y todos los organismos internacionales. Y los niños y
jóvenes que hoy están en la escuela serán los adultos que mañana tendrán que
hacer frente a los agujeros que está dejando el virus: “Esta generación que
estudia ahora educación primaria, secundaria o en la universidad es la que va a
tener que pagar la deuda en la que todos los países están incurriendo para
combatir la pandemia”, destaca Jaime Saavedra, máximo responsable para el
ámbito educativo del Banco Mundial, como una de las principales razones por las
que no se puede dejarlos en la cuneta.
Y eso pasa por ser capaces de ofrecerles,
en las peores circunstancias posibles, una educación que mitigue el impacto que
los masivos cierres de escuelas les están causando ya y que, si no se pone
remedio, les harán perder, en términos de potencial para generar ingresos en el
futuro, 10 billones de dólares (8,4 billones de euros), el equivalente al 8% de
la riqueza global, según las estimaciones del Banco Mundial.
Millones de profesores de todo el mundo
se han afanado y siguen haciéndolo para atender a millones de alumnos que se juegan su futuro. Las
situaciones, evidentemente, son muy distintas en cada zona y cada país del
planeta: desde España, que ahora pelea por tratar de reabrir las aulas con seguridad,
pasando por Senegal, donde la joven Ramatoulaye Diallo, de 13 años, ha estado
meses conectada a la escuela únicamente a través del móvil de su madre; por
Líbano, con constantes cortes de luz que hacen todavía más complicado a Maha
Katerji enseñar inglés a distancia; hasta la escuela de Estados Unidos en la
que el maestro Daniel Herrero está preocupado especialmente por cómo evaluar la
enseñanza online; desde China, donde Li Zonghou, de 11 años, ha
pasado el verano haciendo deberes para recuperar el tiempo perdido, hasta
Francia, donde la profesora de infantil Emilie Trouvé celebra el vínculo que ha
logrado crear con las familias de sus alumnos durante el confinamiento… Sin
embargo, a pesar de todas las diferencias, se trata de un desafío global para
el que muchas de las soluciones están interconectadas y que, además, ya ha
dejado enseñanzas que pueden servir para todos.
Desigualdad
creciente
Por ejemplo, que la desigualdad,
exacerbada durante la pandemia, es el gran enemigo al que combatir, tanto en
los países pobres como en los ricos; que la tecnología es el gran aliado de los
profesores y de las familias para hacerlo; y que nunca más una situación como
esta debería coger al sistema tan desprevenido. “Se necesitan planes de
contingencia para garantizar la continuidad educativa en situaciones de crisis.
Hay bastantes indicadores que sugieren que vamos a tener que convivir con esta
pandemia durante un cierto tiempo y tal vez con otras en el futuro. Es
importante que los sistemas escolares cuenten, por consiguiente, con planes de
contingencia que contribuyan a que los sistemas educativos ganen en
resiliencia”, defiende Francesc Pedró, director del Instituto
Internacional de la Unesco para la Educación Superior en América Latina y el
Caribe, anteriormente responsable de la sección de Políticas
Educativas del organismo.
“ES IMPORTANTE QUE LOS
SISTEMAS ESCOLARES CUENTEN CON PLANES DE CONTINGENCIA”
FRANCESC PEDRÓ, DIRECTOR DEL
INSTITUTO INTERNACIONAL DE LA UNESCO PARA LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN AMÉRICA
LATINA Y EL CARIBE
Será un esfuerzo ingente de adaptación a
un contexto de pandemia que pondrá en tensión los presupuestos educativos: no
solo es posible que no se invierta el dinero extra necesario para las mejoras,
sino que se acabe recortando para atender cuestiones que pueden parecer (y en
ocasiones tal vez lo sean) más urgentes. Pero, si se da con las soluciones
adecuadas, coinciden numerosos especialistas, podrían cambiar para siempre los
sistemas escolares, con impactos mayores sobre la relación de la sociedad con
la educación, al romper por la vía tecnológica los límites físicos de las
escuelas y también los tiempos de presencia en ellas de los alumnos. Las
familias, en este camino, serían una pieza fundamental, no solo en lo que
respecta a la adaptación en términos de conciliación, sino por las exigencias
de apoyo que requieren los contextos híbridos de enseñanza, lo que obliga a
incluirles en cualquier plan de mejora futura si se pretende mitigar, ahora y
en el futuro, las crecientes desigualdades sociales que está provocando la
pandemia.
Y, si se da con las respuestas adecuadas
―sobre todo en lo que tiene que ver con la personalización de las necesidades
de enseñanza de cada país, cada centro, cada alumno―, “no solamente compensar
los retrasos, sino lograr un nuevo sistema educativo que sea un poco más
resiliente, más equitativo”, aporta Saavedra durante una entrevista por
videoconferencia.
Resistencias
y oportunidades
Otros expertos, sin embargo, no son
demasiado optimistas al respecto. “Es inevitable pensar que tanto los docentes
como las familias querrán volver a la situación de febrero, porque todos
estaban en ese momento en una situación de equilibrio en sus respectivas zonas
de confort. Ahora estos equilibrios se han roto”, afirma el especialista de la
Unesco Francesc Pedró. Augura, eso sí, “una transformación lenta pero profunda”
en aquellos países “donde los docentes cuentan con una cultura profesional
proclive a prestar atención a los resultados de la investigación empírica”.
Por eso, asegura que el primer paso de
cualquier mejora es investigar qué ha pasado en estos últimos meses, qué ha
funcionado y qué no y por qué. Se trata de aprovechar este gigantesco
experimento “sobre las ventajas de la atención individualizada y sobre el papel
de la tecnología”. Un experimento que, por ejemplo, ha puesto a prueba “la
capacidad de las escuelas de seguir manteniendo estándares altos en términos de
logros de aprendizaje con menos horas de instrucción, con tamaños de grupos más
reducidos. Cuánto de esto se conserve, o no, podrá ser considerado una prueba
de fuego acerca de la capacidad de los sistemas, no de innovar puntualmente,
sino de avanzar hacia una verdadera transformación”, añade el experto.
“NO PODEMOS VOLVER A LO MISMO
DE ANTES. ESTA ES UNA TENDENCIA A LARGO PLAZO”
WENGE GUO, PROFESORA DE
TECNOLOGÍAS DE LA EDUCACIÓN DE LA UNIVERSIDAD DE PEKÍN
El experimento, sin duda, no tiene
precedentes, con uno de cada nueve profesores dando clase a distancia a la vez
en todo el mundo. En Europa, para dos tercios de los docentes, la de los
últimos meses ha sido su primera experiencia de enseñanza a distancia, según
una encuesta del pasado mayo hecha por la Comisión Europea a más de 4.000
profesionales de la educación. “No podemos volver a lo mismo de antes. La nueva
división social del trabajo en la era de Internet está rediseñando la cooperación
social y mundial; este proceso se ha visto ahora impulsado por la covid-19.
Esta es una tendencia a largo plazo”, asegura Wenge Guo, profesora de
Tecnologías de la Educación de la Universidad de Pekín.
Así, esa colosal experiencia docente
puede servir para sortear las dificultades más inminentes, preparar esos planes
de contingencia para el futuro de los que hablaba Pedró y ver cómo la
enseñanza online podría completar de una manera eficaz en el
futuro y de forma permanente a la presencial. Sobre todo, en primaria y los
primeros cursos de secundaria, etapas en las que “es poco probable que el
aprendizaje a distancia y en línea sea muy eficaz a menos que esté
cuidadosamente diseñado”, explica Giorgio di Pietro, especialista del Joint
Research Centre (JRC), órgano científico que asesora a la Comisión Europea.
La
hora de los profesores
Saavedra insiste en que “ni todo es malo
en la educación en línea, ni todo es bueno en la presencial, ni lo uno es de
buena calidad y lo otro no... Cada uno puede servir mejor en unas materias que
en otras, o para unos alumnos que para otros, que pueden sentirse más motivados
en su casa que en la clase”. Pero manejar esa diversidad será harto complicado
y requerirá, como siempre, de buenos maestros. “La educación es una experiencia
social. Si alguna vez se pensó que, con la inteligencia artificial, con la
tecnología y el machine learning, los maestros podrían ser
reemplazados, ahora ha quedado claro que eso no va a ser cierto”, añade
Saavedra.
“SI ALGUNA VEZ SE PENSÓ QUE,
CON LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y LA TECNOLOGÍA, LOS MAESTROS PODRÍAN SER
REEMPLAZADOS, AHORA HA QUEDADO CLARO QUE ESO NO VA A SER CIERTO”
JAIME SAAVEDRA, MÁXIMO
RESPONSABLE PARA EL ÁMBITO EDUCATIVO DEL BANCO MUNDIAL
Profesores que necesitan apoyo y que necesitan,
por supuesto, formación para aprovechar mejor las tecnologías, tanto en la
enseñanza presencial como en las modalidades híbridas, destaca Di Pietro, que
además recuerda que la Comisión está culminando la actualización de su Plan de
Acción de Educación Digital para ayudar a los países miembros a abordar todos
estos desafíos. “La enseñanza en línea es algo nuevo, que puede aumentar la
carga de trabajo de los profesores. Las escuelas deben establecer un sistema de
apoyo a la enseñanza en línea para ayudar a los profesores a superar los
obstáculos”, destaca la profesora Wenge Guo.
“Necesitamos reabrir las escuelas de
forma segura. Pero necesitamos las herramientas y la formación para conectar e
involucrar a profesores y estudiantes en cualquier circunstancia”, aporta David
Edwards, secretario general de la Internacional de la Educación, organización
sindical que aglutina a organizaciones de todo el mundo de maestros y empleados
del sector. Edwards reclama consensos sociales amplios en ese camino —"las
escuelas no son supermercados ni salas de hospital; son espacios únicos"—
y pide apoyo y respeto para unos profesionales que en algunos momentos de la
pandemia han sido cuestionados: “Al igual que millones de trabajadores en todo
el mundo, los educadores se han mantenido en el trabajo siempre que ha sido
posible: dando lecciones a través de aplicaciones de vídeo en Bélgica, grabando
transmisiones de radio en la República del Congo, conduciendo autobuses
escolares con wifi móvil para proporcionar puntos de acceso en ubicaciones
remotas de Estados Unidos...”.
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