La
misión casi imposible de los menores de 25 años con poco nivel de estudios en
España es acceder al mercado laboral. Y esto, aunque parece una obviedad, no lo
es tanto, como demuestra el hecho de que "el desempleo juvenil se trate
erróneamente como un fenómeno homogéneo, cuando la situación de partida de cada
joven en cuanto a su nivel de estudios influye directamente en su éxito laboral
y, en el futuro, en su probabilidad de riesgo de probreza y exclusión".
La
afirmación, tajante, la hace a EL MUNDO Begoña Cueto, profesora
titular de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo y autora del dossier Bajo
nivel educativo, baja participación laboral, que forma parte de un estudio
más amplio del Observatorio Social de La Caixa sobre la situación de los
jóvenes españoles. Cueto sostiene además que el problema de trabajo de los
jóvenes sin estudios es estructural y se sostiene más allá de la recesión.
"Independientemente del ciclo económico, la tasa de empleo de las
personas con estudios básicos no llega al 60% en los momentos centrales de sus
vidas, mientras que la de aquellas que tienen estudios superiores alcanza
el 90%".
El
trabajo, publicado este miércoles, recoge que en España la crisis ha sido
especialmente larga, que ha repercutido de manera muy negativa en el mercado
laboral y que ha perjudicado enormemente a los jóvenes. "La recesión
empeoró la situación de todos los menores de 30 años, pero aquellos con
un bajo nivel de estudios vieron caer su tasa de empleo entre 25 y 30 puntos,
mientras que la de quienes contaban con estudios superiores cayó 10
puntos".
La
profesora de la Universidad de Oviedo destaca estas diferencias en las cifras
de tasas de empleo y desempleo según la formación. "A pesar de que se
conoce muy bien el impacto positivo de la educación sobre el acceso al empleo,
seguimos hablando de desempleo juvenil como si fuera un todo homogéneo cuando
su situación es muy distinta dependiendo del nivel de cualificación
alcanzado". Y el problema, recuerda, es que el grupo de jóvenes
con bajo nivel de cualificación aún es sustancial (el 7,2% de los
chicos entre 16 y 29 años tiene estudios primarios o menos y el 35,5% la ESO).
Cueto
insiste en recalcar algo evidente pero que parece olvidado: "Las
dificultades de inserción laboral de un joven universitario nada tienen que ver
con las de un joven que abandonó la educación obligatoria. Sin embargo, no
es habitual el diseño de políticas diferenciadas para atajar este
desempleo".
"La
crisis ha afectado a los chicos en un momento clave de su trayectoria laboral:
la transición de la educación al empleo, lo que puede tener extensas
repercusiones", dice la investigadora, que ahonda además en el problema del
abandono escolar temprano en España. Aunque en 2016 el porcentaje de abandono bajó por primera vez del 19% , sigue
siendo una cifra muy alta. "Es un problema grave que comienza en la etapa
de educación primaria. En quinto de primaria, el 89,5% del alumnado está
matriculado en el curso teórico que le corresponde. A los 14 años el porcentaje
baja al 71%. Estas cifras muestran una elevada tasa de repetición,
cuando diversos estudios nos dicen que repetir curso no es una estrategia que
funcione, por lo que se deberían poner en marcha políticas de apoyo en los
primeros cursos y dedicar recursos en esta primera etapa para que los alumnos
no se desmotiven".
"Desafortunadamente",
recuerda la profesora, "el origen social sigue influyendo mucho en la
probabilidad de abandono educativo. Quienes tienen padres con bajos niveles
educativos, siguen teniendo una mayor probabilidad de tener un bajo nivel de
cualificación". Los datos muestran que la diferencia entre el rendimiento
medio de los alumnos más y menos favorecidos socioeconómicamente en 2015 en
España, fue de 80 puntos en las tres competencias: lectura, ciencia y
matemáticas. Ello equivale a un retraso estimado de dos años de enseñanza.
Sin empleo, pero no ni-nis
Begoña
Cueto quiere desmontar el mito de los 'ni-nis' (ni estudian ni trabajan),
"que categoriza negativamente a los jóvenes y no refleja la
realidad". Ella utiliza el término inactividad para dar una radiografía
más fiable de la juventud española. Con el vocablo inactivos "definimos a
aquellos que no están trabajando ni buscando empleo y por distintos
motivos".
La inactividad
por razón de estudios representa un porcentaje muy relevante del total
que, además, ha aumentado durante la crisis (ya que al no haber trabajo siguen
estudiando). Pero la investigación destaca que entre las personas con baja
cualificación "aparecen otros dos motivos importantes. La
enfermedad o incapacidad propia para no buscar empleo de un 23,5% de
los varones con bajo nivel educativo y de un 18,9% de las mujeres; y el
cuidado de dependientesentre quienes tienen estudios primarios o menos o
estudios secundarios con orientación profesional".
La
autora se muestra sorprendida y preocupada por "la relevancia de las razones
de cuidado y conciliación para explicar la inactividad laboral de las mujeres.
Incluso entre las más jóvenes, ya se perciben problemas de conciliación entre
vida laboral y familiar que no aparecen en el caso de los hombres",
señala.
Los
jóvenes inactivos han aumentado considerablemente con la crisis. En 2008 era
inactivo el 32,5% de los menores de 30 años, una cifra que en 2016 alcanzó el
44,5%. Entre quienes completaron la ESO en 2006 era inactivo el 36% mientras
que una década después lo era el 51,8%.
Escaso éxito de los programas de
inserción laboral
El
informe del Observatorio Social de La Caixa incluye también un análisis de
Almudena Moreno, profesora de sociología de la Universidad de Valladolid, sobre el
reto de la Garantía Juvenil, una recomendación adoptada por el Consejo
Europeo para que los menores de 25 años -en España se amplió el rango de edad
hasta los 29- tengan una oferta de empleo y formación en los cuatro meses
posteriores a la finalización de sus estudios o a la entrada en situación de
desempleo.
Sin
embargo, este programa no ha cuajado en España. Tan sólo lo conoce el 25% de
los jóvenes españoles, según datos del Eurobarómetro, y el porcentaje de chicos
que tras seis meses de estar registrado encontró empleo o formación fue del 38%,
frente al 71% de éxito de los irlandeses o el 68% de los italianos.
Moreno
destaca que "son precisamente los jóvenes con menos formación y por tanto
más susceptibles de experimentar situaciones de pobreza y exclusión social los
que menos se registran como demandantes de empleo, junto con los jóvenes con
estudios superiores, aunque por razones diferentes: los primeros, porque tienen
menos habilidades y competencias para buscar trabajo, además de estar desmotivados.
Los segundos porque no confían en encontrar trabajo en estos servicios".
Las
causas de esta ineficiencia para atraer a los jóvenes estriban, por un lado, en
la escasa visibilidad de las campañas publicitarias entre la población joven y,
por otro, en la limitada capacidad administrativa, presupuestaria y de
personal.
Las
cifras de la juventud española
·
En los últimos 20 años, el desempleo juvenil
prácticamente ha doblado el desempleo general.
·
El 79% de los jóvenes (19-30 años) tiene la impresión
de que han sido excluidos de la vida económica y social a raíz de la crisis. En
la UE el porcentaje es del 57%.
·
En 2005, el 44% de los jóvenes que vivían con sus
padres estudiaba, frente a casi el 60% en 2015. En 2005, el 40% de ellos
trabajaba, más del doble que una década después (17%).
·
Los hombres jóvenes abandonan el hogar de los padres
casi dos años más tarde que las mujeres, con 30,1 años frente a los 28 de ellas
·
Casi cuatro de cada 10 jóvenes estaba en 2015 en
riesgo de pobreza y exclusión social, 10 puntos más que en la UE (29,1%).
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