domingo, 22 de febrero de 2015

¿Por qué no debemos comparar a los niños con otros?.

A veces creemos normal y adecuado comparar a los niños con otros e incluso compararnos nosotros mismos con otras familias, amigos, famosos y hasta desconocidos. Pero pocas veces nos paramos a pensar en lo que actuar así produce en nosotros y en los demás. Esto nos pasa porque tendemos a hacer las cosas sin reflexionarlas, nos salen solas por que con nosotros han hecho lo mismo de pequeños y creemos que el hacerlo ahora en el rol del adulto es lo habitual. ¿De verdad crees que es lo normal? ¿Piensas que comparar a tu hijo con el hijo del vecino o a tu alumno que saca nueves con el que saca cuatros es normal? Pues vamos a hacer una actividad para reflexionar sobre este tema. Es fácil, sólo tenemos que poner en práctica la empatía y el respeto.


Antes de hablaros yo misma sobre los efectos negativos que ocasiona el comparar constantemente un niño con otro en su autoestima, haremos el ejercicio para que antes sintáis eses efectos en vosotros mismos. Si lo sientes, no necesitarás basarte en datos o información. ¿Os parece?

Debes coger una hoja en blanco y un bolígrafo para anotar y responder a las siguientes preguntas:
* Algunos ejercicios tienen varias preguntas, pero no tienes por qué contestar a todas, el objetivo es conectar con tus emociones y llegar a reflexionar sobre cada situación. No te llevará más de 10/15 minutos.



1. Cuando eras niño/a, recuerda 3 situaciones en las que tu madre/padre o profesor te comparaba con otro niño/a de tu familia, del entorno o de tu clase. Escríbelas.


2. Recordando esas 3 situaciones, intenta conectar con las emociones que sentías en cada una de ellas. Siéntelas ahora. Puede ayudar hacerte estas preguntas:

¿Te gustaba que te compararan a ti de niño con los demás? ¿En ese momento, te sentías querido, importante y seguro, o todo lo contrario? ¿Quizás te sentías muy presionado/a? ¿A veces te sentías forzado a hacer algo que no te gustaba o a ser alguien que no eras? ¿Sentías envidia o rabia por los niños con los que te comparaban? ¿Empezabas a pensar que eras inferior y menos importante que otros niños?

Escribe todas esas emociones y sentimientos con las que has conectado.


3. Ahora siendo adulto, escribe 3 situaciones en las que tu familia, tu pareja, tus amigos o tu jefe te compara con otras personas. Escríbelas.


4. Teniendo en cuenta esas 3 situaciones, conecta con las emociones que sientes en cada uno de esos momentos. Siéntelas ahora. Puede ayudarte hacerte estas preguntas:

¿Te sientes bien cuando un adulto te compara con otro? ¿En ese momento te sientes importante, valorado y querido, o todo lo contrario? ¿Quizás te sientes muy presionado/a? ¿A veces te sientes demasiado forzado a hacer algo que no te gusta o a ser alguien que no eres? ¿Sientes envidia o rabia por las personas con los que te comparaban todo el tiempo? ¿Empiezas a pensar que eras inferior y menos importante que otras personas?
Escribe todas esas emociones y sentimientos con las que has conectado.


5. A partir de las situaciones que has descrito antes de niño y de adulto, contesta ahora a algunas de estas preguntas y reflexiona.

¿Sientes que cuando te comparaban o te comparan te sirve para mejorar en algo? ¿Algunas de esas situaciones te han llevado a conseguir un logro o una meta? ¿Te sientes feliz cuando recuerdas eses momentos? ¿Te sientes motivado a ser mejor o te sientes presionado a cambiar? ¿Intentabas hacer lo mismo que el otro niño/adulto por propia motivación o por contentar al adulto? ¿Te gustaría que te motivaran desde el respeto, la comprensión y el cariño? ¿Sentías que te aceptaban tal y como eras, o sentías que te querrían más si eras mejor que otros niños? ¿Y ahora, te sientes aceptado y querido como adulto?


6. Escribe 3 situaciones en las que compares a tu hijo/alumno con otros.


7. Viendo las preguntas anteriores con las que has reflexionado, pregúntate si los niños a los que alguna vez comparas, se sienten tal y como te has sentido tú. ¿Quieres lo mismo para ellos? ¿Te gustaría ahora dejar de comparar a otros niños y adultos con otras personas? ¿Te has dado cuenta de que las comparaciones no son positivas para nuestra salud emocional?




Si has llegado hasta aquí ¡te felicito por haber hecho la actividad! Si has conectado de verdad con las emociones que produce ser comparado con otros constantemente habrás sentido tristeza, inseguridad, rabia, envidia, confusión, falta de afecto, anulación, impotencia, angustia... Pues así es como se sienten todos los niños cuando la familia, los educadores y muchas veces hasta desconocidos, son comparados con otra gente. 

Yo a veces hago un juego para ver hasta que punto comparamos a los niños. Cuando voy por la calle, en el supermercado, en la farmacia o en el parque, estoy muy atenta a todos los comentarios, sobretodo de otras madres o padres hacia sus hijos. Y me da mucha rabia que en su vocabulario habitual siempre haya frases como estas:


- Deja ya de llorar hombre, ¿no ves que los demás niños están tranquilos y tú eres el único niño que está llorando? ¡Mira que bien se portan todos menos tú!

- ¡Ay! Mi hijo con 12 meses ya andaba. No es normal que el tuyo con 15 meses todavía no lo haga ¿no? Ya debería ir aprendiendo.

- Comparte tus juguete con ese niño ahora, ¡todos los niños están compartiendo sus juguetes menos tú, no seas tan egoísta!

- No te voy a coger más en brazos. Todos los niños de tu edad ya van andando solos ¡míralos!, ¿o quieres que se crean que aun eres un bebé pequeño? 

- Mira tu hermano que buen estudiante es y que bien se comporta, que sus profesores están encantados con él y de ti no paran de darme quejas y más quejas.

- El hijo de María siempre le ayuda sin perdírselo en las tareas del hogar, y yo para que me ayudes un poco tengo que andar detrás tuya todo el tiempo. 


Bueno, la lista lamentablemente es muy larga... Haced el juego, seguro que escucháis algunas de estas frases más veces de las que os imagináis, y esto os ayudará a ser más consciente de vuestras acciones en vuestra vida y en la crianza de vuestros hijos.




¿Por qué no debemos comparar a los niños con otros?


Daña totalmente la autoestima del niño, ya que llegan a sentir que no son queridos del todo por esa persona. Se vuelven más sensibles e inseguros.

Les provoca ansiedad por la presión que les ejerce querer ser como la otra persona. Cuando ven que no consiguen ser como los demás les dicen, se frustran y aumenta el estrés.

Pérdida de su identidad, ya que gastan energía y tiempo en querer ser como otros niños olvidándose que lo más importante es conocerse y ser ellos mismos. Hacen cosas que no les gusta o con las que no se sienten identificados por quedar bien, y esto les impide desarrollar su propia personalidad.

- A veces atenta contra la intimidad del niño cuando las comparaciones son ante otras personas. Esto es una humillación en toda regla para el niño, lo que le provoca un gran malestar emocional.

Provocan emociones negativas como la envidia y los celos por otros niños, lo que puede llevar a que surjan nuevos conflictos, convirtiendo su vida en una auténtica competición por ser mejor que el otro.

Se vuelven niños pesimistas. Pierden la capacidad y las ganas de luchar por conseguir sus logros. Escondiéndose en ellos su verdadero potencial y sus talentos.

- El efecto que queremos conseguir con ello, se vuelve el contrario. La consecuencia es negativa y dañará la confianza y la relación con el niño.


Hay más consecuencias, pero con estas espero haberte expuesto las más importantes.

Así que para acabar, te dejo una breve lista de pautas para evitar comparar a los demás:



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