Coeducar
es educar bajo un modelo libre de machismo, de sexismo y, por tanto, de
violencias machistas. Es la educación en igualdad, es decir, claramente
feminista. Es superar los estereotipos, las desigualdades impuestas socialmente
para niños y niñas desde el androcentrismo dominante. Cuando hablamos de
coeducación se trata de dar las mismas herramientas a niños y a niñas para que
desarrollen sus capacidades y aptitudes sin diferencias entre unos y otras. El
sistema educativo de nuestro país tiene amplio margen de mejora y una urgencia
para que los niños y niñas que están escolarizados hoy sean personas
igualitarias del mañana.
Paqui
Méndez es la presidenta de l’Associació
per la Coeducació y directora de Cortometrajes por la Igualdad:
“La escuela coeducativa tiene que eliminar los mandatos de género, tiene que
superar los estereotipos, tiene que ayudar y facilitar herramientas para acabar
con las desigualdades y las jerarquías culturales e ideológicas. También tiene
que incentivar y ayudar a que los niños también sean libres, que puedan
expresar sus sentimientos, no ser los primeros en todo, educarlos en el
cuidado, la empatía, el respeto y el buen trato”. Carmen
Ruiz Repullo, experta en prevención de las violencias machistas en
la juventud, además de profesora de la Universidad Pablo de Olavide, considera
que necesitamos transformar la mirada educativa que hemos tenido hasta ahora, además
de un compromiso por parte de las instituciones educativas y del personal que
trabaja en ellas. Se necesita transversalizar la igualdad tanto en el
currículum oculto como en el currículum explícito. No es cosa de una actividad
en el Día de la Mujer, es un cambio radical que cuestiona tanto el fondo como
la forma de la escuela: revisar los cuentos, los libros, las sinergias y los
espacios en las aulas o reinventar los patios.
La
socióloga Marina Subirats, referente a nivel nacional en
el tema, explica: “En el siglo XIX se comienza a hablar de coeducación, sobre
todo a principios del XX, con el movimiento sufragista y en España con la Institución
Libre de Enseñanza. En aquel momento se plantea como la lucha de las
mujeres por acceder a la educación, incluida la universidad. Posteriormente, en
el primer tercio del XX, hay en España un movimiento por la coeducación,
entendida entonces sobre todo como lo que hoy llamamos escuela mixta, es decir,
que niños y niñas acudan a los mismos centros y tengan el mismo currículum.
Durante la Segunda República se consigue aproximadamente un 30% de escuela
mixta, pero con el franquismo se vuelve a la escuela segregada por sexos”. A
partir de 1970, con la Ley General de Educación, las escuelas van
convirtiéndose en mixtas, y ello permite un gran salto adelante en la educación
de las mujeres, que hoy tienen en España niveles educativos superiores a los de
los hombres.
Marina
Subirats cuenta que a partir de la década de los ochenta
algunas feministas comenzaron a preguntarse si la escuela mixta ya era
totalmente igualitaria: “Comenzamos a investigar, y nos dimos cuenta de que no
es así. La educación fue concebida desde un punto de vista androcéntrico, y
aceptó la presencia de las mujeres, pero tanto la cultura como lo que llamamos
el currículum oculto, es decir, los mensajes de todo tipo que se dan al
alumnado, siguen dando prioridad a los hombres e ignorando a las mujeres, con
lo cual las niñas van adquiriendo la idea de no ser personajes relevantes, de ser
exactamente el segundo sexo. Ello tiene como consecuencia la inseguridad de la
mayoría de mujeres”.
Desde l’Associació
per la Coeducació Paqui Méndez y sus compañeras llevan años
peleando por pequeños grandes cambios. Entre ellos creen fundamental modificar
los contenidos del currículum y sobre todo los protagonistas de libros de
texto. Méndez asegura que con tan solo un 6% de referentes femeninos en todas
las materias, habría que empezar por incluir más para dar visibilidad, y
evidenciar que las mujeres existen y han conseguido logros y revoluciones en
todas las materias. “La comunidad educativa tiene que cumplir las leyes de
prevención de violencia de género /2004, de igualdad /2007 en sus apartados
educativos, que de momento no se hace. Es también imprescindible la formación
en igualdad y coeducación en toda la comunidad educativa, tanto en el
profesorado, equipos directivos, instituciones educativas y empresas
participantes en el proceso educativo. Hay que formar a los formadores. Y, por
supuesto, educar en los buenos tratos y en la convivencia pacífica para
resolver los conflictos en las aulas y fuera de ellas”.
“Conozco
experiencias estupendas y muy interesantes que llevan mucho tiempo trabajando
la coeducación, como el IES Tirant Lo Blanch de Gandía, con un
proyecto sobre contra-publicidad, trabajan todo el año los estereotipos en la
publicidad sexista y convierten un anuncio sexista en uno igualitario. Otro
instituto que trabaja la coeducación con su proyecto Hablame bonito,
es el IES Bahía de Babel, de Alicante. Por otra parte, hay un colegio, el CEIP Ausiàs, de Picanya, que ha sido
seleccionado por su trayectoria coeducativa. Actualmente realiza un programa
piloto coeducativo para incorporar nuevas prácticas a toda la comunidad”,
asegura Paqui Méndez que afirma que estos son oasis en los
desiertos de las escuelas volcadas y preocupadas por la igualdad. No
se trata entonces de actividades sueltas, de charlas ocasionales o de
celebraciones de días o festividades, la coeducación necesita de un plan
estructural y vertebrador de absolutamente todo lo que se hace en la escuela
desde que se entra hasta que se cierra.
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