"El que no arriesga, no gana"
Es una frase que siempre
ha estado presente en mi vida y que tiene mucho que ver con la
posibilidad de equivocarse al tomar una decisión. Eso no quiere decir que las
decisiones no deban ser tomadas bajo la reflexión, valorando la mejor opción
posible, pero la certeza absoluta de que sea la que nos lleve al éxito no la
tendremos. Por lo tanto, siempre tenemos que tener en cuenta que nos
podemos equivocar...¡y no pasa nada!. Al menos lo habremos intentado y, por el
camino, habremos aprendido.
Evidentemente, los
errores no pueden considerarse todos iguales, depende de las consecuencias que
conlleven y el nivel de responsabilidad que se tenga.
La equivocación es
aprendizaje: cuando estamos
aprendiendo solemos caer en el error y, a la vez, ese error nos hace ampliar
nuestros conocimientos al valorar qué posibilidad podría ser la correcta o
restaurar el error cometido con los recursos adquiridos u otros que añadamos a
nuestro repertorio.
Si, esto que comento, lo
trasladamos a l@s niñ@s seremos más flexibles ante determinadas conductas y las
entenderemos como parte importante de su aprendizaje.
Situación real:
Niño de 18 meses que está
aprendiendo sólo a beber en vaso. Se le cae el agua y empapa todo lo que tiene
a su alrededor.
Padre o madre que
se enfada mucho, le regaña y le dice que muy mal lo que ha hecho, que no se
tira el agua. Recoge lo que ha tirado, no le deja de nuevo el vaso y se le
lleva a otra parte para que no vuelva a hacerlo.
Si analizamos
esta situación:
·
Hay que ver si lo ha
tirado porque ha querido, en ese caso es lógico que le digamos que no debería
hacerlo o, simplemente, porque no tiene la destreza suficiente todavía o
no ha utilizado los recursos correctos
·
Basándome en la disciplina restaurativa, el niño debería
reparar la situación (le podemos dar papel o un trapo para que lo recoja). Si
fuera más mayor, a partir de 2-3 años podemos ayudarle a que analice la
situación y busque él mismo la solución.
·
Y, por último, si todavía
él no es capaz de beber sólo, podemos ofrecerle un apoyo, ayudándole o dejarle
que experimente más veces para que finalmente consiga hacerlo solo, animándole
para que lo intente nuevamente.
Dicho esto, el
aprendizaje, no sólo en l@s niñ@s sino también en los adultos, seguiría
esta secuencia:
- EXPERIMENTAMOS
- NOS EQUIVOCAMOS
- APRENDEMOS
- RESTAURAMOS EL ERROR
- ADQUIRIMOS NUEVOS RECURSOS
¿Qué debemos tener en
cuenta como padres y madres con respecto a los errores de nuestr@s hij@s?
👉Para aprender hay que equivocarse: al
hacer algo, al tomar decisiones...
👉No debemos castigar el error sino
animar a que lo vuelvan a intentar o busquen otras opciones.
👉Si nos equivocamos, podemos restaurar
nuestra equivocación.
¿Qué beneficios
conseguirá el niño al actuar de esta forma?
El niño no tendrá miedo a
equivocarse, al contrario, aprenderá a hacerlo: éste será el impulso para
seguir intentándolo y tolerará mejor la frustración cuando no
consiga su objetivo. Y esto, si lo trasladamos a la vida adulta, reducirá
muchas de las inseguridades que pueda tener en un futuro.
"El mayor privilegio, la mayor libertad, es no tener
nunca miedo de equivocarse" George Steiner.
Si perdemos el miedo a
equivocarnos, imaginaros todo lo que podemos aprender...
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