El profesor y filósofo Emilio Lledó, motivó su renuncia a la
medalla de la Medalla de Oro de la Comunidad de Madrid, por el “desprecio”
mostrado por sus dirigentes hacia la educación, en particular a la Universidad
pública, (además de por lo que consideraba conductas inapropiadas e
inaceptables por parte de algunos de ellos). En una entrevista al programa El
Intermedio, de La Sexta, nos recordó que, como argumentaba Immanuel Kant –
1724-1804-, el hombre y la mujer “no es, sino lo que la educación le hace de
ser”.
Esto me llevó a recuperar el texto “Sobre la
Pedagogía/Educación” (¡gracias una vez más profesor!), para argumentar, de
nuevo que, como he mantenido desde los muchos años que me dedico a la
educación, que (él habla de hombre, pero yo lo haré de hombre y mujer, porque a
muchos se les olvida) “el hombre/mujer es la única criatura que ha de ser
educada. Entendiendo por educación los cuidados (sustento,
manutención), la disciplina y la instrucción, juntamente con la educación”.
Únicamente por la educación el hombre/mujer puede llegar a ser hombre/mujer. No
es, sino lo que la educación le hace ser”.
Y lo recupero aquí porque me dio el título para esta columna, en
la que dialogo con algunas experiencias de sistemas educativos que, desde la
política y la planificación educativa, no entienden que niños, niñas y jóvenes
sean solo cerebros sin contexto, historia, condiciones de vida, experiencias
culturales y afectos.
En el congreso anual de la American Educational Research
Association, que tuvo lugar del 13 al 17 de abril en Nueva York, asistí a una
sesión titulada “Reimaginando el bienestar en la era del rendimiento de
cuentas”. Una intervención introductoria argumentaba que desde que la
Organización Mundial de la Salud incluyera el bienestar físico, mental y social
en 1948, la atención internacional no había estado tan dedicada como ahora al bienestar
y su desarrollo entre los encargados de formular políticas y los reformadores
de la educación.
Las amenazas internas y externas al bienestar de los
estudiantes, incluyendo la pobreza y otros factores extraescolares, así como la
prevalencia de problemas de salud mental en niños, niñas y jóvenes, son
cuestiones fundamentales para la educación pública mundial. Como evidencia de
sus argumentaciones presentaban el caso de tres sistemas educativos públicos
que habían optado abiertamente por promover y mantener el bienestar como forma
de mejorar no solo el aprendizaje de los estudiantes, sino la vida de toda la
población. Se trataba de Ireland
– Engaging Actively in Well-Being Promotion; The Ontario Well-Being
Journey y Health
and Well-Being in Scotland: The Responsibility of All.
Lo que buscan estos sistemas que piensan en la sociedad como un
todo, ya que no ponen toda la responsabilidad en al escuela sino en toda la
sociedad en general y en la política educativa en particular, no es una noción
de bienestar individual y carente de conflictos, lo que suele resultar en
individuos narcisista y con grandes dificultades para vivir en sociedad. Sino
un ambiente de responsabilidad y empatía social y cultural que permita el
desarrollo personal en entornos de confianza mutua.
En el caso de Escocia, por ejemplo, parten de tres principios:
la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de la Infancia; Hacerlo
bien para cada niño, niña, joven; Currículo para la Excelencia. Principios que
se van concretando en nociones como: Aprendizaje interdisciplinar, Currículo y
áreas curriculares, Ambiente y vida de la escuela u Oportunidades de
realización personal.
Desde estas dimensiones y teniendo al alumnado como principal
foco de atención (en la implementación de esta política en los centros también
se tiene en cuenta al profesorado) los conceptos clave que se proponen son: Cuidado: Tener un lugar
acogedor para vivir, en un entorno familiar con ayuda adicional si es necesario
o, cuando esto no sea posible, en un entorno de cuidado adecuado. Actividad: Tener la oportunidad
de participar en actividades como el juego, la recreación y el deporte que
contribuyen a un crecimiento y desarrollo saludables, tanto en el hogar como en
la comunidad. Respeto: Tener la oportunidad,
junto con los educadores, de ser escuchados y participar en las decisiones que
les afectan. Responsabilidad. Tener
oportunidades y estímulos para desempeñar un papel activo y responsable en sus
centros y comunidades y, cuando sea necesario, contar con la orientación y la
supervisión adecuadas y participar en las decisiones que les afecten. Inclusión: Tener ayuda para
superar las desigualdades sociales, educativas, físicas y económicas y ser
aceptado como parte de la comunidad en la cual viven y aprenden. Protección: A salvo del abuso,
la negligencia o el daño en el hogar, la escuela y la comunidad. Salud: Tener acceso a los más
altos niveles posibles de salud física y mental, una atención médica adecuada y
apoyo para aprender a tomar decisiones saludables y seguras. Capacidad de logro: Ser
apoyados y guiados en su aprendizaje y en su desarrollo de sus habilidades,
confianza y autoestima en el hogar, la Escuela y en la comunidad.
Como se vislumbró en la sesión, el camino no resulta fácil, pero
apunta a un horizonte de trabajo y compromiso en red entre las distintas
administraciones y entes públicos y privados que todos los asistentes
hubiésemos deseado para nuestros países.
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